Perspectiva Bursamétrica

El sistema financiero mexicano: Hacia la quinta transformación

La primera fue pasar de los sistemas de raya y el montepío a los bancos, la segunda en los 70 con la creación de la banca universal, la tercera con la estatización y la cuarta con la privatización y la sobrerregulación posterior.

Cualquier parámetro que utilicemos en relación a nuestro sistema financiero nos va a evidenciar que el mercado financiero está subdesarrollado y es muy ineficiente. El tamaño de nuestro sistema no corresponde al tamaño de la economía. Si hablamos del sistema bancario, por ejemplo, el crédito no llega ni siquiera al 40 por ciento del PIB. Si hablamos de la captación total del sistema financiero en su conjunto, incluyendo al mercado de valores, no rebasa el 50 por ciento del PIB. Si nos centramos en el valor agregado de la industria de los seguros, no supera el 5 por ciento del PIB. Si vemos el número de emisoras en el mercado bursátil, tanto de deuda (70) como de acciones (146), es sumamente limitado, el número de casas de bolsa (36), o el número de contratos abiertos en las casas de bolsa (250 mil).

Resulta ridículo que a finales del sexenio de Calderón, nuestras autoridades financieras decidieron que México debería de ser el primer país en el mundo en aplicar la regulación de Basilea III. También ha sido un absurdo que la sobrerregulación sea tan excesiva. Una institución como Bancomer o Banamex pueden recibir más de 500 mil oficios al año. Pero una institución pequeña puede recibir más de 100 mil oficios. Obtener los permisos para abrir una casa de bolsa puede llevar más de tres o cuatro años, y costar más de 200 millones de pesos, más el capital mínimo regulatorio para operar. Una nueva Bolsa costó cuatro años y cerca de mil millones de pesos. Una agencia de seguros puede llevarte más de un año. Una Afore, es imposible intentarlo.

Si hablamos de los costos de la intermediación, estos son excesivos. Sume las comisiones que se cobran por sacar dinero de un cajero automático con su tarjeta de crédito. En un crédito, el diferencial entre las tasas activas y pasivas sigue siendo desproporcionado. Pero añádale la comisión de apertura, o los gastos de investigación. Sacar una emisión de deuda en el mercado de valores, con la regulación vigente puede salir aún más caro que un crédito bancario, por los costos a los abogados, a las calificadoras, al estructurador, al fiduciario, al representante común, y a la casa de bolsa colocadora, más los derechos a la CNBV, a la Bolsa y al Indeval.

De aquí que nuestro sistema financiero requiere con urgencia de una verdadera transformación. La que yo denominaría la quinta transformación. La primera fue pasar de los sistemas de raya y el montepío a los bancos especializados, la segunda en los 70 con la creación de la banca universal, la tercera con la estatización y la cuarta con la privatización y la sobrerregulación posterior.

El nuevo presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Adalberto Palma, nos propone en primer lugar una regulación diferenciada. No se puede regular a todas las instituciones como si fueran tan grandes como para ocasionar un riesgo sistémico tal y como los reguladores mexicanos decidieron aplicar la regulación desde hace más de una década. Pero también nos propone una nueva arquitectura basada en cuatro pilares:

-El crecimiento y la inclusión: El objetivo del regulador no debe de ser el tener una banca muy bien capitalizada, porque no presta. El objetivo primordial es lograr que México crezca. Un país puede acceder a un mayor desarrollo mientras más desarrollado esté su sistema financiero.

Los servicios financieros deben de estar al alcance de toda la población; no sólo de unos cuantos.

-La estabilidad e integridad del sistema: De nada sirve, como sucedió en los noventas, después de la privatización, hacer que la economía crezca artificialmente con base en una burbuja de crédito, si después tenemos una crisis sistémica que genera una mega recesión con hiperinflación, en la que en tan sólo seis meses se pueden borrar seis años de bonanza.

-El desarrollo, la competencia y la diversificación en el sector: No existe otra manera mejor de reducir los costos de intermediación que impulsar la competencia. Bajar las comisiones por decreto, equivale a poner un control de precios en un mercado de alimentos. El resultado final es el desabasto.

Y finalmente.

-La innovación: El desarrollo tecnológico acelerado nos permite desarrollar nuevos productos, o nuevos modelos de negocios. Es muy grato escuchar esto de parte del regulador, ya que tradicionalmente el regulador ha sido el principal obstáculo para la innovación. Recuerdo lo que alguna vez me dijo un presidente de la CNBV cuando le llevé un nuevo proyecto. Me dijo: Tenemos muchos problemas con lo que hay hoy. No me traigas nuevas cosas para tener más problemas.

El reto que plantea la autoridad es formidable pero los beneficios para la economía y para la sociedad pueden ser enormes.

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