Perspectiva Bursamétrica

La economía mexicana en febrero de 2019: Desaceleración con orden presupuestal

En el primer bimestre cerró con un colchón en la conducción de las finanzas públicas, pero la desaceleración económica podría debilitar a la recaudación, lo que obligaría al gobierno a recortar su gasto.

La economía de México mostró en febrero una clara tendencia de desaceleración en la actividad productiva, aunque con una inflación que ya se resiste a bajar, y finanzas públicas en orden.

Analizando primero la actividad económica, nuestro indicador IBAM para febrero pasado presentó un crecimiento del 0.90 por ciento anual, mientras que en enero creció en 1.64 por ciento anual; en donde el subíndice industrial subió en 0.40 por ciento anual, y el del sector servicios aumentó en 0.85 por ciento anual. Con estos datos estimamos que el IGAE de febrero estará creciendo en algo ligeramente superior a cero (0.2 por ciento anual). Inegi nos reportó en la semana anterior un magro crecimiento del 1.2 por ciento real anual en el IGAE de enero.

En febrero la producción industrial en Estados Unidos continuó creciendo a buen ritmo, del 3.54 por ciento anual. Nuestras exportaciones totales aumentaron a un ritmo similar, del 3.36 por ciento y las no petroleras al 3.75 por ciento anual. En la producción de automóviles tuvimos una caída del 5.03 por ciento anual, mientras que enero crecimos al 9.85 por ciento. En las exportaciones automotrices tuvimos un ligero retroceso del 0.10 por ciento anual. Las ventas de autos en el mercado doméstico volvieron a caer (-5.47 por ciento anual) después de observar un incremento del 1.78 por ciento anual en enero.

En el comercio las ventas de las cadenas afiliadas a la ANTAD, bajo tiendas comparables, bajaron 0.64 por ciento real anual. Las de Walmart México aumentaron 1.46 por ciento real anual. Como un índice de expectativas, el Índice de Precios y Cotizaciones de la BMV bajó en 9.73 por ciento anual, mientras que en enero la caída fue de 12.82 por ciento anual. En el mercado laboral el número de afiliados al IMSS aumentó en 3.06 por ciento anual, mientras que en enero subió en 3.29 por ciento anual.

El segundo aspecto es el de la inflación, que prácticamente no presentó cambio en febrero frente al mes previo (-0.03 por ciento), contribuyendo nuevamente a una desaceleración en su tasa anual al 3.94 por ciento desde el 4.37 por ciento de un mes antes.

El tercer aspecto, sumamente relevante, dada la delicada situación que tenemos en las calificaciones de la deuda soberana, y de Pemex y CFE, es el de las finanzas públicas, el cual nos reportó un déficit público de 27.6 mil millones, para febrero, cuando en el presupuesto se contemplaban 89 mil 100 millones. La otra definición del resultado fiscal, denominado balance primario, que es la diferencia entre todos los ingresos menos todos los gastos, sin considerar los gastos de intereses de la deuda pública, presentó un superávit de 57.7 mil millones muy por arriba de lo que se tenía presupuestado, por 12 mil 400 millones.

Para lograr este resultado superavitario, los ingresos totales en el sector público bajaron en 3.9 por ciento real anual, explicados principalmente por la caída en los ingresos petroleros, por un precio del petróleo menor y la caída en la producción de crudo de Pemex. En el primer bimestre, los ingresos del gobierno federal aumentaron en 1.9 por ciento real anual. $8.6 mm por arriba del presupuesto, a pesar de la baja en la recaudación del IVA. Del lado de los gastos, el gasto neto en febrero fue inferior en $77 mm. El gasto total del sector público presentó en el bimestre una baja del 7.7 por ciento real anual. El gasto programable que representa el gasto que está en manos del propio gobierno cayó en 5.5 por ciento real anual, mientras que el no programable bajó en 12.7 por ciento real anual.

Con estos datos, los requerimientos financieros del sector público en el bimestre registran un déficit acumulado de $9.9 mm, en línea con la meta de un déficit fiscal total inferior al 2.5 por ciento del PIB. El saldo histórico de la deuda pública ascendió al terminar febrero a 10.5 billones de pesos.

A mí me sorprende este resultado de las finanzas públicas. La caída en el gasto del 7.7 por ciento real anual nos está diciendo que hay en la gestión pública alguna de estas tres circunstancias o su combinación: a) Subejercicio, quizá por el desconocimiento de cómo ejercer las partidas por parte de los nuevos funcionarios públicos; b) estricto control presupuestal por parte de la SHCP; o c) no le están pagando a los proveedores. Cualquiera de estas circunstancias abona para que la desaceleración se profundice.

Aunque se cierra el primer bimestre con un colchón en la conducción de las finanzas públicas, la desaceleración que se observa en nuestros indicadores oportunos nos pone en alerta, porque la recaudación podría venir más débil en el futuro, lo que podría obligar al gobierno a incurrir en otro recorte presupuestal, para evitar perder el grado de inversión por parte de las calificadoras internacionales.

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