Perspectiva Bursamétrica

La política económica global está llegando a su límite

El margen de maniobra de los dos brazos de la política económica extrema americana se ha agotado. Por una circunstancia parecida atraviesa la economía europea, la del Reino Unido, la de Japón o la de Corea del Sur.

El autor es presidente de Bursamétrica .

La magnitud de la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa el mundo ha generado que los gobiernos y los bancos centrales de la gran mayoría de los países apliquen medidas de política fiscal y de política monetaria extremas, aún más agresivas que las que se dieron ante la gran crisis de hace once años. Dichas políticas están siendo implementadas de manera extraordinariamente rápida, y además están coincidiendo en el tiempo, lo que no ocurrió así en la pasada debacle.

Los bancos centrales han reducido sus tasas de referencia a cero o a negativas, o a mínimos históricos, y han anunciado programas de creación de medios de pago por montos que representan entre 2 y 12 por ciento del PIB de sus respectivos países, a través de la compra de bonos gubernamentales, o incluso de bonos corporativos cuando es necesario, propiciando la liquidez y una rápida expansión del crédito. Otros han reducido su tasa de encaje legal cuando la tienen establecida y también han adoptado medidas y programas que permitan mantener las fuentes de empleo y propiciar una recuperación rápida de la actividad económica.

Del lado fiscal, los programas o paquetes fiscales también han sido impresionantes. Alemania ha lanzado un paquete de medidas que equivale a 30 por ciento del PIB. Varios países europeos y Japón han anunciado medidas y programas de apoyo a empresas e individuos hasta por 20 por ciento del PIB. Estados Unidos el 12 por ciento, y varios países menos desarrollados como los centro y sudamericanos, también han implementado paquetes de estímulos fiscales de entre 3 y 10 por ciento del PIB.

En el caso particular de la economía de Estados Unidos, el mes pasado se registró un recorte de empleos de 20.5 millones de puestos de trabajo que se borraron en un solo mes y que equivalen a los empleos que se lograron generar durante 11 años de bonanza. La tasa de desempleo, que a principios de este mismo año se ubicaba en el nivel mínimo histórico no visto desde 1969, se disparó a 14.5 por ciento. Pero resulta que en las últimas dos semanas, las solicitudes de desempleo siguen presentando un ritmo de incremento diez veces superior a lo normal. Se han acumulado tres millones más de nuevas solicitudes, lo que implica que ya pudiéramos estar hablando de cerca de 25 millones de empleos perdidos.

La reacción de la administración del presidente Trump fue inmediata, incrementar el paquete fiscal en dos billones de dólares más, para la cual ya se está solicitando la autorización al Congreso.

Aunque al principio de la pandemia, y al darse las primeras reducciones de la tasa de Fondos Federales en reuniones extraordinarias del Comité Nacional de Mercado Abierto, nos parecía que quizás estaban exagerando, y al conocer el tamaño del paquete fiscal propuesto por Trump, entendíamos que la combinación de un programa tan grande, junto a una Fed actuando en forma tan extrema, pudiera dar como resultado una salida de la recesión americana en forma de V. Hoy este escenario está reduciendo sus probabilidades de ocurrencia ante los hechos. ¿Cuantos años le tomará a Estados Unidos crear 25 millones de empleos? ¿Cómo le van a hacer para incentivar la economía si la reforma fiscal que implementó Trump hace dos años ya tiene una tasa efectiva de ISR de 24 por ciento, y ahora la deuda pública supera los 25 billones de dólares, equivalentes a 120 por ciento del PIB? ¿Cuánto más podrá hacer la Reserva Federal para expandir el crédito?

Creo que el margen de maniobra de los dos brazos de la política económica extrema americana se ha agotado. Es decir, han alcanzado su límite. Pero me parece más relevante algo que quizás no está hoy en día del todo cuantificado, y es el efecto de la incertidumbre imperante entre los agentes económicos sobre el futuro de la pandemia, sobre la misma actividad y sobre la inversión productiva. Por una circunstancia parecida atraviesa la economía europea, la del Reino Unido, la de Japón o la de Corea del Sur. La política económica global extrema parece haber llegado a su límite.

Aunque ya tenemos anuncios del posible desarrollo de una vacuna y de un medicamento que permitan un menor contagio y un tratamiento exitoso de la enfermedad, y que podrían estar autorizados y en producción para mediados del año entrante, hoy es probable que ante la necesaria reapertura de la actividad productiva y comercial en distintos países, cuyas estadísticas (confiables) parecen indicar que el ritmo de contagios va en constante descenso, veamos nuevos brotes de contagios en nuestro hemisferio, como los que se están dando en algunos países asiáticos que van delante de occidente en este fenómeno.

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