Perspectiva Bursamétrica

Reforma a los sistemas de pensiones, una oportunidad de oro

En el tema de las pensiones no se tiene conciencia de la gravedad del problema en el país, y al parecer, tampoco se percibe un sentido de urgencia.

Hace unos días conocimos algunos pronunciamientos respecto a la situación actual del Sistema de Ahorro para el Retiro, y de lo que debería de hacerse para solucionarlo, en el marco de la Convención Nacional de la Amafore. Quizá no se tiene conciencia de la gravedad del problema de las pensiones en nuestro país. Parece que tampoco se percibe un sentido de urgencia. Al final son los mismos temas que llevan 30 años discutiéndose.

El avance de la ciencia está generando un incremento en la esperanza de vida de la población mundial, y la de nuestro país. El problema no es solo el de las pensiones, sino en la necesidad de que los gobiernos encuentren las fórmulas más adecuadas para poder brindar los servicios de salud que una sociedad envejecida va a requerir. Se plantea una cobertura universal de los servicios médicos, pero no se fundamenta el cómo puede hacerse de una manera sustentable.

Para el 2020, el Presupuesto que se está discutiendo plantea un monto de cerca de 877 mil millones de pesos para poder cubrir las pensiones en curso. Esta cantidad crecerá exponencialmente en los próximos años, rebasando el billón de pesos anuales. Cumplimos 22 años del arranque del sistema de las Afore. En 2021 se jubilará la primera generación que nunca cotizó bajó el antiguo régimen, y que por lo tanto, solo dependerá de su ahorro en las Afore para sobrevivir en lo que le queda de vida. El resultado, ya lo sabemos. Esta generación, y las que le siguen, tendrán un ahorro al final de su vida laboral muy limitado. Y los que lleguen a alcanzar una pensión, no tendrán ni siquiera una tasa de remplazo de 24 por ciento. Es decir, su pensión va a equivaler a menos de una cuarta parte de su último sueldo.

En el balance de Pemex, el pasivo laboral, no fondeado, equivale a 1.5 billones de pesos. Y eso que el régimen de pensiones de Pemex ya ha sido parcialmente reformado, y el gobierno federal ha realizado algunas aportaciones al fondo de reserva para reducir este agujero negro. Si nos asomamos además a los planes de pensiones de la mayoría de los gobiernos de los estados, al del IMSS y el ISSSTE como patrones, al de CFE y otras entidades públicas, al de las Fuerzas Armadas, al de las universidades públicas, lo que encontramos es aterrador, a pesar de algunas reformas. No va a haber manera de cubrir esas obligaciones. Si a estos pasivos le sumamos la insuficiencia en los sistemas de los trabajadores afiliados al IMSS y al ISSSTE, el pasivo laboral no fondeado puede rebasar el 80 por ciento del PIB (antes de las reformas se estimaba en 128 por ciento del PIB).

El ahorro acumulado en las Afore en estos 22 años rebasa el 15 por ciento del PIB. ¿Qué tan bien aprovechado se encuentra este acervo de capital? ¿No haría sentido revisarlo a fondo? No queda otra que plantear una combinación de los siguientes elementos: 1. Incrementar la rentabilidad real de los activos revisando el régimen de inversión, para canalizar de una mejor forma este ahorro hacia la inversión productiva. 2. Reducir las comisiones. 3. Aumentar gradualmente la edad de retiro. 4. Incrementar gradualmente las aportaciones. 5. Impulsar esquemas alternativos que complementen el ahorro. 6. Combatir la informalidad y la subcontratación o el subempleo. 7. Incrementar la productividad y competitividad de nuestra economía.

Esta visión pesimista de las circunstancias conlleva una enorme oportunidad. Se puede asegurar que una buena reforma de nuestros sistemas de pensiones puede detonar el desarrollo por sí mismo. Si logramos elevar la tasa de ahorro en la economía, y logramos encausar este ahorro hacia la inversión, de una forma eficiente, se puede generar un círculo virtuoso.

Una aportación de solo 6 por ciento del salario, de la cual 2 por ciento se va a programas de vivienda en el Infonavit, y solo quede 4 por ciento para el ahorro previsional de pensiones es totalmente insuficiente. Los cálculos nos dicen que la aportación mínima para poder aspirar a una tasa de reemplazo de 70 por ciento es de un mínimo de 15 por ciento del salario. Dádivas clientelares de dos o cuatro mil pesos mensuales no son la solución.

Me ha tocado ver cómo cuando te acercas a alguna Afore con alguna emisión de deuda o con algún proyecto de inversión, te lo rechazan porque no es lo suficientemente grande para que lo puedan considerar para sus portafolios. Un monto mínimo para que sea accesible para la inversión en las Afore es de por lo menos 3 mil millones de pesos. Y luego se escucha que las Afore dicen que no hay suficiente papel.

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