Economía empresarial

El verdadero problema con la inflación en México

A pesar de una ligera tendencia a la baja en la inflación, es preocupante que su componente subyacente ha subido constantemente y está en su punto más alto del año.

La inflación anual en la primera quincena de junio fue 5.75 por ciento, muy por encima del objetivo del Banco Central, aunque un poco menor al nivel de abril (6.08 por ciento). A pesar de esta ligera tendencia a la baja en la inflación, es preocupante que su componente subyacente (aquél que mejor captura la tendencia a largo plazo de los precios) ha subido constantemente y está en su punto más alto del año. ¿Qué tanto nos debemos de preocupar por esto?

Por un lado, habría que considerar que el incremento en precios es un fenómeno mundial relacionado con la recuperación económica pos-Covid y el aumento en los precios internacionales de diversas materias primas. Por ejemplo, la inflación en Estados Unidos fue 5.4 por ciento en junio, la más alta en ese país desde agosto de 2008. Esto parece indicar que la aceleración de la inflación en México ha sido, hasta cierto punto, inevitable. Entonces, ¿qué se le puede exigir al Banco de México?

Por otro lado, es posible que el aumento de la inflación sea transitoria, es decir, que se debe a elementos coyunturales que desaparecerán con el tiempo, lo que propiciaría un regreso de la inflación a niveles más cercanos al objetivo del Banco Central. De hecho, estos son los argumentos de los miembros de la Junta de Gobierno de Banco de México que votaron en contra de subir la tasa de interés de referencia el pasado 24 de junio (Galia Borja y Gerardo Esquivel). Tanto Borja como Esquivel coinciden en que la política monetaria poco puede hacer para detener el aumento actual de precios y en que las causas de la inflación son transitorias.

Sin embargo, lo que está en juego no es la inflación actual sino la futura. En este sentido, considero que el aumento de la tasa de interés por parte del Banco Central fue una decisión acertada. Los incrementos transitorios en precios se pueden volver permanentes si no hay una postura clara del Banco Central en favor de la estabilidad de precios. Este es el verdadero riesgo al que nos enfrentamos. Las expectativas de inflación son, posiblemente, el elemento más importante a considerar para la conducción de la política monetaria. Si los agentes económicos esperan una mayor inflación, fijarán precios y salarios con esa expectativa y, finalmente, la inflación se incrementará. La comunicación y credibilidad del Banco Central son de vital importancia para la consecución de sus objetivos.

Galia Borja afirma en la minuta de la decisión de política monetaria de junio que “hasta este momento no hay evidencia de que las expectativas de mediano y largo plazos se hayan visto afectadas ante los choques de la inflación observada”. No obstante, si el Banco Central espera a que las expectativas de largo plazo se vean afectadas, ya habrá actuado demasiado tarde. La Junta de Gobierno no puede esperar a que las expectativas de inflación se les hayan ido de las manos para mandar una señal clara del compromiso con su objetivo fundamental.

Una vez que se contaminan las expectativas de inflación y que ésta se mantiene elevada, llevarla de nuevo a niveles bajos es muy costoso, principalmente en términos de crecimiento económico. La política monetaria debe ser firme y preventiva. El aumento de la inflación debiera ser transitorio, pero depende de las acciones del Banco Central que así sea.

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