La inflación en México ha continuado deteriorándose hasta alcanzar un nivel de 7.7 por ciento en abril de este año y se ha convertido en una preocupación constante y en una fuente de incertidumbre. Es difícil evaluar qué tan mala es la situación y qué se puede esperar en este año y el siguiente. Es común preguntarse, ¿qué tanto más subirá la inflación?, ¿cuánto tiempo permanecerá elevada la inflación?
Me parece que una clave importante para contestar a estas preguntas está en el comportamiento de la inflación subyacente. En mi experiencia, este concepto es poco comprendido a pesar de su importancia. Primero definiré a la inflación subyacente para después analizar su importancia en el contexto actual. Por motivos de análisis, la inflación se divide en dos grandes categorías: la subyacente y la no subyacente. La diferencia se encuentra en la naturaleza de los bienes y servicios que la componen.
En la parte no subyacente se incluyen bienes cuyos precios tienden a ser más volátiles. También son precios cuyo comportamiento obedece a factores fuera del control de la política monetaria. Una parte importante de la inflación no subyacente son los precios de frutas y verduras. El limón, por ejemplo, puede experimentar cambios en su precio de más del 100 por ciento en un solo mes y estas variaciones pueden estar relacionadas con cambios en su oferta debido a factores de clima, estacionalidad o transporte, por ejemplo. Otro tipo de bienes que forman parte de la inflación no subyacente son los energéticos: el precio del petróleo está determinado por condiciones de oferta y demanda internacional que pueden cambiar por factores geopolíticos, por ejemplo.
Por su parte, en la inflación subyacente se incluyen bienes y servicios con condiciones más estables de oferta y demanda. Aquí se incluyen alimentos procesados, productos de limpieza, automóviles, servicios educativos, entre otros. Hay dos puntos importantes a considerar acerca de la inflación subyacente. Por un lado, la política monetaria tiene mayor efecto sobre esta parte de la inflación. Por otro lado, al ser precios menos volátiles, su tasa de cambio (inflación) es más estable y, por este motivo, es un mejor indicador de la tendencia de mediano y largo plazos de la inflación.
¿Qué podemos concluir del comportamiento reciente de la inflación subyacente y no subyacente? Por el lado positivo, la inflación no subyacente alcanzó un máximo en noviembre de 2021 y ha disminuido desde entonces. Esto puede implicar que la inflación general alcanzará un máximo pronto y comenzará a disminuir. Sin embargo, la inflación subyacente ha crecido mes a mes desde abril de 2020 y esto implica que la inflación general será relativamente elevada por más tiempo del que quisiéramos.
Como se mencionó anteriormente, la inflación subyacente suele cambiar relativamente lento tanto al alza como a la baja. A la inflación subyacente le ha tomado dos años pasar de 3.5 por ciento en abril de 2020 a 7.2 por ciento en abril de este año. Que la subyacente vuelva a niveles cercanos a 3 por ciento será tardado y difícil. Banco de México pronostica que la inflación subyacente tocará un máximo de 7.2 por ciento en el segundo trimestre de este año y que bajará a 5.9 por ciento en el último trimestre de 2022. También espera que llegue a 3.1 por ciento en el último trimestre del siguiente año. Ojalá sea así, pero creo que será difícil lograr que la inflación subyacente baje considerablemente en tan poco tiempo. Muy probablemente, la parte no subyacente ayude a que disminuya la inflación general en 2023. Sin embargo, también es muy probable que la parte no subyacente permanezca elevada. Creo que será difícil que la inflación subyacente, y la general, registren un nivel menor a 5 por ciento en 2023.
El 12 de mayo, Banco de México publicó su decisión de aumentar en 50 puntos base su tasa de referencia para combatir la inflación. Esta parece ser una decisión sensata que muestra un compromiso con su objetivo prioritario de mantener una inflación baja y estable. Sin embargo, en el mismo comunicado se incluyen los pronósticos de inflación que se comentan en el párrafo anterior. Un problema es que el Banco Central ha tenido que aumentar sus pronósticos de inflación consistentemente en los últimos dos años. Si el análisis que se presentó en este artículo es correcto, tendrá que seguir modificándolos al alza.
Para una conducción adecuada de la política monetaria es muy importante la comunicación de una trayectoria futura de la inflación que pueda guiar las expectativas de los diferentes actores económicos. Los errores constantes y consistentes en estos pronósticos pueden minar la credibilidad de Banco de México y su capacidad de controlar la inflación a través de las expectativas de inflación. La Junta de Gobierno del Banco Central debería poner tanta atención a sus pronósticos de inflación como a su decisión relacionada con el nivel que debe tener la tasa de interés de referencia.