“La economía crece con bienestar compartido. 38% más comparado con 2018″. Esto lo afirma la cuenta de la red social X de la Presidencia de México en una gráfica que publicó el 12 de septiembre. Y agrega que el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó en “760 billones de dólares comparado con 2018″. En la misma gráfica, se compara el crecimiento con el de los cuatro sexenios anteriores y el actual es el que muestra un mayor incremento ¿Estos datos son correctos? La información proviene del Fondo Monetario Internacional (FMI) que es una fuente confiable ¿Esto significa que el sexenio ha sido un éxito en términos de crecimiento económico? No.
Lo primero que hay que entender es el tipo de información que ha decidido mostrar la Presidencia. Muestra los datos en dólares y en términos nominales, es decir, incluyendo el aumento de precios (inflación). Esto quiere decir que al estimar el crecimiento en el sexenio se mezclan tres efectos: el crecimiento real o en la producción de bienes y servicios, la inflación y los movimientos en el tipo de cambio. Al hablar de crecimiento, lo que importa es el primero de éstos: el cambio en la producción de bienes y servicios. Hablar de crecimiento en términos nominales y en dólares es una mala práctica, en el mejor de los casos, o un intento deliberado de engañar a quien recibe la información.
Veamos cada uno de estos tres efectos por separado. Empezamos por el tipo de cambio. Los datos que muestra la Presidencia implican una tasa de crecimiento promedio anual de 8.2 por ciento que es el más elevado de los últimos cinco sexenios y es lo que se presume en la publicación mencionada. Ahora, si calculamos este crecimiento en pesos se reduce al 6.0 por ciento anual promedio. Esto quiere decir que esos 2.2 puntos porcentuales por año son consecuencia de una apreciación del peso ¿Esta apreciación es buena o mala? Depende para quién. Para una familia mexicana que suele ir de vacaciones a Miami o que tiene un departamento en Houston, eso es bueno. Pero para una familia pobre que recibe remesas es malo porque reciben menos pesos por cada dólar que les envían del exterior.
Ahora veamos el efecto inflacionario. El crecimiento promedio por año (con inflación) es 6.0 por ciento como se mencionó anteriormente. Si le quitamos el aumento de precios, el crecimiento es de sólo 1.0 por ciento. Esto quiere decir que 5 puntos porcentuales es el efecto de mayores precios, lo cual reduce el bienestar de las familias. Así que la mayor parte del crecimiento que presume la Presidencia es, en realidad, el aumento en precios.
De esta forma, el aumento en la producción de bienes y servicios, que es lo que realmente abona al bienestar de las familias mexicanas, es de 1.0 por ciento en promedio al año en este sexenio. Este crecimiento es el más bajo de los últimos cinco sexenios. Además, se debe considerar que el crecimiento de la producción de bienes y servicios debe estar por encima del crecimiento poblacional para que haya una mejora en bienestar. Si estimamos el crecimiento en términos per cápita, el sexenio actual tendrá un crecimiento de 0.1 por ciento anual promedio, mientras que el sexenio de Zedillo tuvo un crecimiento de 2.0 por ciento.
La Presidencia presume un elevado crecimiento usando cifras del Fondo Monetario Internacional en términos nominales y en dólares. Haciendo uso de la misma base de datos, el crecimiento en la disponibilidad de bienes y servicios para cada mexicano es prácticamente nulo en el sexenio. Lo que presume el gobierno en realidad es un alto crecimiento de precios y una apreciación del peso. El crecimiento real en este sexenio es, de hecho, el más bajo cuando se le compara con los anteriores cuatro.