¿Por qué algunos países se han desarrollado y otros parecen estar destinados al subdesarrollo permanente? Esta importante pregunta es la que buscan resolver quienes ganaron el premio Nobel de economía este año. Acemoglu, Johnson y Robinson enfatizan la importancia de las instituciones para el desarrollo. Desgraciadamente, las reformas que se han aprobado este año en México están encaminadas a agravar el problema que tiene el país en este sentido.
Algunas de las ideas más importantes de estos economistas se pueden encontrar en el libro ¿Por qué fracasan las naciones?, escrito por dos de ellos: Acemoglu y Robinson. En él se afirma que las instituciones económicas determinan si un país es rico o pobre. Estas instituciones las definen como “las reglas que influyen en cómo funciona la economía y los incentivos que motivan a la gente”.
De acuerdo con los premiados con el Nobel, los países ricos tienen instituciones inclusivas. Éstas son las que permiten que la población en general participe en las actividades económicas en las que usan de mejor forma sus talentos y habilidades y les permite tomar decisiones. Para esto se requiere asegurar la propiedad privada, un sistema judicial insesgado, la creación de nuevos negocios, permitir a las personas elegir sus actividades económicas y la provisión de servicios públicos que nivelen el campo de juego.
Por otro lado, en los países pobres se tienen instituciones llamadas extractivas porque están diseñadas para extraer ingresos y riqueza de una parte de la sociedad para beneficiar a unos cuantos. Pensemos, por ejemplo, en obra pública que se otorga a una empresa a través de un soborno. Las empresas que prosperarán no serán las más eficientes y de mayor calidad sino las que tengan una relación corrupta con empleados gubernamentales. Esto beneficia a un pequeño grupo a expensas de toda la sociedad. Los incentivos no llevan a la generación de riqueza a través de la productividad, sino a la extracción de la riqueza de unos cuantos a expensas de la eficiencia y el crecimiento económico.
En los países que no han logrado desarrollarse, las instituciones extractivas se encuentran por todos lados. En empresas que no cumplen con estándares o regulación y operan a través de corrupción, en falta de competencia por la aplicación selectiva de leyes o la falta de aplicación de estas, en pequeños comerciantes que son extorsionados al pagar cuotas a líderes que se hacen ricos junto a funcionarios gubernamentales y un largo etcétera.
El punto es que la reforma judicial en México agravará este problema. La elección de jueces por voto concentrará más el poder en manos de estos grupos que extraen riqueza del resto de la sociedad. ¿Quién tiene mayor probabilidad de ganar esas elecciones?, ¿un(a) mexicano(a) con buena preparación y honestidad o una persona que tiene ya vínculos de corrupción con el poder político? Ganar un puesto como juez requerirá de llevar personas a votar o de la compra de votos. Un “líder” que cobra una cuota a un grupo de comerciantes, un “empresario” relacionado de forma corrupta con el poder político, los mismos políticos y el crimen organizado son quienes están en mejor posición de imponer a sus candidatos en una elección judicial. Esto claramente le dará más poder al mismo grupo de personas que no producen riqueza y la toman del resto de la sociedad.
La desaparición de los órganos autónomos como el Coneval, el INAI y otros también apunta a la pérdida de posibles contrapesos para los grupos que controlan las instituciones extractivas en la sociedad. El caso de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) es muy ilustrativo. Las funciones de la Cofece serán asumidas por alguna institución gubernamental; sin embargo, el mismo gobierno que puede beneficiarse de una relación corrupta con empresarios será el que opine en términos de competencia. La Cofece, al tener autonomía, podía realizar sus funciones de forma más eficiente.
De acuerdo con los galardonados con el Nobel, las instituciones económicas determinan si un país es pobre o rico, pero la política y las instituciones políticas determinan qué instituciones económicas tiene un país. Las recientes reformas impulsadas por el gobierno federal fortalecen a las instituciones extractivas que mantienen al país en la pobreza. La productividad y la eficiencia serán sacrificadas para el beneficio de unos pocos. El país va en el sentido contrario a la prosperidad.