Federico Gonzalez Luna Bueno

Miedo a las ideas

Federico González Luna Bueno responde la pregunta ¿por qué el temor a la confrontación entre los candidatos?

El debate es intrínseco a la democracia; impedir el contraste y la confrontación de las ideas es primitivo y reprobable en cualquier caso, pero ello se magnifica cuando quien cierra los espacios es la autoridad electoral.

Ilegalmente y en un desplante de intolerancia, el Instituto Nacional Electoral prohibió la discusión directa y presencial de ideas y propuestas entre candidatos durante el periodo de intercampaña, del 12 de febrero al 29 de marzo próximo. Con un enorme cúmulo de sanciones, la autoridad electoral amenazó a quienes osaran contrastar públicamente su pensamiento.

Para el INE es irrelevante el derecho humano a la información, garantizado en el artículo sexto constitucional, esencial en cualquier contienda electoral. Debería ser prioritario para el INE que los votos que emitan los mexicanos en la próxima elección del 1 de julio sean libres e informados.

¿Por qué el temor a la confrontación entre los candidatos?

En los periodos de intercampaña los candidatos no deben llamar al voto, lo que no obsta para que se discutan abiertamente sus propuestas. Hay poco tiempo para la elección y el libre flujo de ideas, su planteamiento, discusión y contraste hoy debiera ser intenso, continuo, fuerte, inquietante.

En vez de ello, vivimos la paz sepulcral, en la serenidad obligada por nuestras autoridades electorales, ajenas a la pasión y al debate de frente, abierto.

Frías, ordenan la contención del pensamiento y la dialéctica. Los candidatos no se confrontan y la sociedad no se informa; bonita ecuación. Una enorme y costosa burocracia extraviada, que genera criterios pequeñitos que, ni por asomo, ven que en el centro de una buena elección se encuentra un elector que se ha informado con libertad y que emite su voto libremente. Libertad.

El INE nos quitó -o limitó seriamente- el derecho a informarnos y nos lo cambió por una medicina inventada por la intelligentsia de ahí mismo: la "equidad electoral", concepto no previsto en el artículo 41 constitucional (que establece las bases generales del régimen electoral mexicano). Si bien el artículo 134 constitucional establece que los recursos públicos se aplicarán "sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos", es evidente que tal criterio no debería ser el signo distintivo del sistema electoral mexicano. Ni la Constitución ni la democracia ni la lógica dan para tal extremo.

La "equidad electoral" dio pie a regular entrevistas, opiniones, noticiarios, forma de presentación de la información, y a un largo y farragoso etcétera; ahora se prohíbe a quienes pueden llegar a ocupar la posición presidencial, entre tantos, la posibilidad de que discutan y se confronten públicamente.

Al cerrar los espacios al contraste abierto y transparente de las ideas, el INE abre el espacio a la diatriba y al golpe bajo. Si las ideas pierden, gana la trampa.

Sin inmutarse, el INE ataca la racionalidad elemental de la competencia comicial al impedir que la intención ciudadana del voto se informe y decante. Si el INE alienta la cerrazón, la contienda misma genera la violencia.

Quizá creen que el único espacio válido y suficiente es el de los debates que el propio INE organiza. Cicateros, para ellos no existe la libertad de los candidatos y de los medios para organizar espacios en que se discutan los asuntos públicos, tal y como lo prevé el artículo 218, numeral 6, de la ley electoral.

Lo más triste y absurdo del caso es que para el INE pasa de noche la existencia de las redes sociales, donde muchas veces la discusión y el debate se suscita a cada minuto, pero enmarcado en calumnias, rumores, manipulaciones, estridencias, groserías, bajezas, ignorancia, mentiras y, sobre todo, desinformación.

A la ligera (como su convenio con Facebook), dice el INE que impedirá que desde el extranjero se influya indebidamente en las elecciones mexicanas -véase la experiencia de Estados Unidos-. ¿Y si simplemente permitiera que conozcamos a fondo y de manera directa y continua a los candidatos a través de la confrontación en vivo de sus ideas en radio y televisión? Mucha discusión, mucho contraste, muchas propuestas. Seguramente sería demasiado sencillo.

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