Fernando Curiel

Bibliloteca en vilo

El autor hace un recuento de los acontecimientos en torno a la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño de Instituto de Investigaciones Filológicas, que actualmente está cerrada.

Para Elizabeth Luna Traill, in memoriam

Uno. No me detengo, porque los ignoro, en los motivos, equis o zeta, de la parálisis; ni en el proyecto de remodelación que la origina; menos aún en la consideración de que si lo que procedía, con la correspondiente gestión política y financiera, era levantar un Anexo, en un contexto de territorio todavía sobrado (dato que no es menor en una Ciudad Universitaria que se congestiona).

Dos. Nada más lógico, al paso de los años, que las exigencias de ampliación, máxime tomando en cuenta el crecimiento de la planta académica.

Tres. Solución, la del Anexo, que ahorraría una "intervención" interna, alterado una original, planeada, concepción del espacio.

Cuatro. Pero el hecho es que la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño de Instituto de Investigaciones Filológicas, cumple no días, no semanas, sino años cerrada. Interrumpiendo de esta (mala) suerte, el proceso de continuidad de esa anfictionía de filologías (hispánica, clásica, amerindia), con los obligados servicios de hemeroteca y biblioteca.

Cinco. Lo anterior, en un edificio no sólo por de más afortunado en lo arquitectónico, sino abierto a la consulta tanto de investigadores, técnicos académicos, becarios, alumnos, público lector en general.

Seis. Mi parecer, lo reconozco, no es del todo objetivo, aséptico.

Siete. En suerte me tocó, al frente de un excepcional equipo del propio instituto, en coordinación con las instancias centrales de la UNAM (empezando por el entonces rector José Sarukhán, y la aquiescencia de mi amigo Bonifaz Nuño), conducir el diseño conceptual, la planeación y la ejecución que llevaría en tiempo corto y ajustado al programa de obra y de instalaciones, a la inauguración puntual de la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Filológicas, reunión de sus fondos bibliográficos dispersos.

Ocho. Biblioteca acompañada de un Salón de Actos, moderno, cómodo, propicio. Ambas fábricas diseño del arquitecto y amigo Antonio Recamier, y su equipo.

Nueve. Hábito de investigador y cronista, o de mero curioso, soy dado a las encuestas de opinión. Me cuidé de realizarlas en relación a la biblioteca Bonifaz Nuño.

Diez. Sobre el particular, recabé el parecer compartido la de que se inscribía, sin cierto toque de audacia, en la "arquitectura" que imprimió nuevos paisajes a esa zona de la Ciudad Universitaria, inaugurada por el Centro Cultural Universitario y seguida por los "azules" de la Ciudad de las Humanidades. Incluso una amiga empresaria me señaló que debería quedar, cuando se diseñe, en la ruta turística de la zona (teatros, restaurantes, museos, paseos, bibliotecas).

Once. De hecho, en el Salón de Actos adosado al cuerpo principal, resonaba el diseño la Sala de Música de Cámara, la Julián Carrillo, en la parte superior de la Sala Miguel Covarrubias. Asimismo consigné el calificativo de "Discoteca".

Doce. Quizá no sobre destacar el modus operandi, el secreto, del proyecto realizado en cabal cumplimiento del plan original, y en obsequio al argumento (clave en la obtención de recursos) de que las bibliotecas son a las humanidades lo que las laboratorios al quehacer científico natural y exacto. Lugares cotidianos, esenciales, instrumentos de producción de conocimiento.

Trece. A saber: un Comité Interno, que presidiera la doctora Belem Clark, a la sazón secretaria Técnica del Instituto; y un Comité Externo, presidido por el entonces coordinador de Humanidades, doctor Humberto Muñoz, al que concurrían representantes de cada una de las instancias involucradas (obras, cómputo, etcétera). Comités, uno y otro, plenamente coordinados.

Catorce. Cruces me hago, y votos expreso, por la urgente reapertura de la Biblioteca Rubén Bonifaz, del Instituto de Investigaciones Filológicas, pieza clave en la configuración multidisciplinaria de la Coordinación de Humanidades, en hora que este saber (par del científico, pero diverso) reclama autocrítica, krevisión y reconfiguración. A fondo. No de letra para afuera como se propone el Conacyt.

COLUMNAS ANTERIORES

Ciudad letrada expandida
La realización simbólica

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.