Fernando Curiel

Inopinada invitación

Fernando Curiel escribe sobre una invitación que recibió para participar en un seminario de fotonovela y reflexiona sobre su incursión en el tema.

Uno. He dedicado, es cierto, numerosas páginas, libros incluso, a géneros y sub géneros de la cultura de masas. Radionovela, telenovela, videoclip…fotonovela. Asimismo, he incurrido en su factura práctica (Toma dos…historietas, en colaboración con Priscilla Pomeroy, la más reciente incursión).

Dos. También reconozco mi falta de actualización. Me he ocupado de la generación (constelación mejor dicho), del Ateneo de la Juventud en adelante, abarcando el siglo XX. Además, la radionovela va en picada. La telenovela no alcanzó a dar el salto pese a la promesa de Cuna de lobos y Mirada de mujer, y las "series" han acabado por arrinconarla. Al videoclip le da pereza renovarse. La fotonovela terminó en flor (plaga para los críticos "progres") de una temporada.

Tres. De ahí la sorpresa (¿conmoción cognitiva?) que me causara la invitación del historiador Andrés Ríos Medina a un seminario interesado en la fotonovela.

Cuatro. Pero, para no quedarme en out side, busqué y por fortuna encontré en mi biblioteca de Copilco el Alto (cabeza de una red bibliotecaria privada, en irreparable desorden), la última edición, la cuarta (¿hasta ahora y para siempre?) de mi Fotonovela rosa, fotonovela roja (Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, 2001). La primera: 1978: la segunda: 1980: la tercera: 1990.

Cinco. Releí, remiré esas poses del corazón (especie rosa) y de la psique y los genitales (especie roja). ¿Suscribo lo dicho? "Me canso ganso", como diría un presidente entrante que, sin embargo, no sale de la campaña electoral. Remito, pues, al libro en su última versión, pero igualmente, a: "Apostilla", a "Nota a la segunda edición", a "Nota (casi íntima) a la tercera edición", a "Advertencia a una edición más (¿postrera?)".

Seis. A "Querido lector", a "Buzón", y a los "Anexos". Incluso a los epígrafes, del de la autoría de Yolanda Vargas Dulce (q.e.p.d), dama del comic, al tomado del agudo pensar de Daniel Bell sobre la cultura industrial. No se diga a la Metodología y al Método (que diría mi entrañable y finado Álvaro Matute) por mí desplegados.

Siete. Aprovecho la oportunidad para referirme a dos episodios nacidos de Fotonovela rosa, fotonovela roja, que encierran su moraleja.

Ocho. Hablo de una lograda, pero frenada, investigación realizada para el Instituto de Investigaciones Estéticas (prestado por el mío, el de Investigaciones Filológicas), intitulada Mal de ojo. Iniciación a la literatura icónica. Freno doble. Durante un encuentro académico que tuvo más de Auto de Fe que de Seminario. Su rechazo, por el Comité Editorial, por caer fuera de los objetivos del Instituto (de ahí que lo llamara "texto caído").

Nueve. Resuelta su publicación por otra vía, anoté, en el colofón, la noticia de su rechazo. Agotado de tiempo atrás el tiraje, soy de la opinión, compartida por muchos igualmente interesados en la literatura visual, de que se impone su reedición.

Diez. El segundo episodio envuelve al Premio Luis Cardoza y Aragón (inolvidable amigo) y a Carlos Monsiváis (no menos inolvidable). Concursé, amparado por el anonimato, con un ensayo fotonovelero: "Besar el Edén". Veraces pero insidiosas voces me confiaron que Carlos se llevó el premio por razones mercadotécnicas: "situar", "impulsar" su futuro libro Aires de familia.

Once. Guardo y no, mis dudas. Lo incuestionable es que volveré a las andadas, revisaré el texto y buscaré editor para Besar el Edén.

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