Fernando Curiel

Nuevas paginitas sociológicas

Nada más natural que “Bóreas” Trump, arremeta rabioso contra nuestro país. Estados Unidos vive un proceso electoral. Cosa de propaganda, pues. ¿Para qué confrontarlo?

Uno. Política internacional. Martín Luis Guzmán, el narrador de La sombra del caudillo, entre otras obras decisivas de nuestra literatura y de nuestra historia revolucionaria, un grande de las letras hispanoamericanas, y uno de los "encobijados" y/o "desaparecidos" a causa de la corrección política post 68 (obsesión del presente régimen), lo que lo mantiene alejado de la atención pública (lectores, exegetas), sostuvo que, para los Estados Unidos, México era sólo un "pretexto electoral". Y vaya si sabía de lo que hablaba. Estados Unidos fue uno de los lugares de acogida en los vaivenes de sus exilios (origen, por ejemplo, del libro de ensayos A orillas del Hudson). Pues bien: en reciente declaración, AMLO confirma en su puntería y exactitud, el juicio de Guzmán. Nada más natural (parece decir) que "Bóreas" Trump, arremeta rabioso contra nuestro país. Estados Unidos vive un proceso electoral. Cosa de propaganda, pues. ¿Para qué confrontarlo? ¡Ah, qué descanso! Calma y nos amanecemos.

Dos. En cambio, sí debería preocupar otra cuestión. ¿Diversa a la descrita por sus habituales estudiosos, un Antonio Caso, un Samuel Ramos, un Octavio Paz, un Santiago Ramírez, o la tropa de la Filosofía del Mexicano, por citar los autores más conocidos, será la sociedad mexicana que emerja, ya no a cuenta gotas, sino en oleadas, de un confinamiento que ya acumula días, semanas, meses? ¿El largo encierro, y la inevitable introspección, auguran una corrección del rumbo? Porque no cabe duda razonada de que navegábamos a la deriva. La plutocracia, reduciendo sus efectivos y multiplicando sus ganancias, exhibiéndose a sí misma en la Fórmula 1, las revistas Hola¡ y Quién, en corridas de toros de postín. La clase media, rehén de sus sueños Santa Fe (de Camacho), sus gadgets electrónicos. La clase baja siempre al borde de la baja-baja, y de aquí, a la pobreza extrema. Mientras la clase política borra los pruritos ideológicos, salta chapulina de un partido a otro; los poderes fácticos hacen de las suyas; la industria de la conciencia permanece en manos mercantilistas; la delincuencia organizada, rivaliza en territorios y penetración social con el Estado. ¿Es de prever un cambio de paradigmas? ¿Por los adultos? ¿Por las generaciones, de niños y jóvenes recluidos, tipificados de antemano como generaciones Covid-19? ¿Aprenderemos todos, o, la memoria gregaria olvidará pasados unos cuantos días, intentando como los caballos debido a la querencia, volver a lo que era, antes de la pandemia, como si nada hubiera ocurrido? En verdad, no veo cómo.

Tres. ¿El arte, anticipación o espejo? Detengámonos en la literatura, arte verbal el más próximo a la realidad. ¿La refleja, la adivina? ¿La oculta, la escamotea? Se dice que la anatomía de la sociedad francesa decimonónica está en las páginas de La Comedia Humana de Balzac. Veo difícil que la saga coronavirus, diversa a la versión oficial y oficiosa, quepa en los formados (poesía y prosa) al uso y abuso por escritores y lectores. ¿Qué, cómo, a través de cuáles recursos dar fe de un apocalipsis que ya se venía anunciando de tiempo atrás, con la naturaleza rebelándose y la civilización francamente enferma? Tarea del arte, de la literatura, reinventarse. No será la primera vez.

Cuatro. En el mismo trance, se encuentran el urbanismo, arte y ciencia de la ciudad. Me limito a la Ciudad de México. Dos de las tendencias dominantes, los conjuntos o torres guetos voluntarios, y la obra pública orientada a la promoción del vehículo particular, alejaron al chilango de su ciudad, reducida a espacio de servicios, disolviendo raíces e identidades. Y, entre otros frutos malignos, el borrado de su historia grandiosa y del privilegio de vivir en ella. ¿Recobraremos parques, avenidas, barrios, edificios emblemáticos? ¿Se dará un regreso peatonal de la capital? ¿Por fin se decretará, viejo reclamo, de mi parte al menos, una DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA CIUDAD? De la ciudad, no de los ciudadanos, en lo declarativo sobrados de derechos (en lo declarativo, y en algunos casos, en lo práctico, véase el caso Emilio Lozoya). No cambiarás el nombre de mis calles, ni mudarás al capricho el lugar de mis estatuas; no me harás crecer a costa de mi fisonomía; no verterás veneno en mis entrañas; no me afearás sin que lo pagues…

Cinco. ¿Y la educación, la primaria, la secundaria, la media superior, la superior, la de posgrado; llaves del futuro de todo país; y sujetas, sin distinción de nivel, a un brutal cambio de sus prácticas, en sus medios, en sus valoraciones? ¿Arrojada a lo virtual cuando grandes eran sus asignaturas pendientes en lo real? ¿Carentes sus mayorías de los instrumentos requeridos para la conectividad telemática? Faltan desde luego (y ya le cuelga), un Ignacio Manuel Altamirano, un Gabino Barreda, un Justo Sierra, un José Vasconcelos, los artífices de una educación nacional, dejada luego en manos ineptas. Ya irrumpirán, quiero suponerlo. Pero las urgencias nos estallan en la cara. Ya bastante alteración, en los jóvenes, ha significado la obligada reclusión domiciliaria, diversa a la impuesta por sus adictivos i-Phones y demás extensiones de la psique. Vértice, vértigo de problemas, lo que vendrá en el campo (y en el campus) de la educación.

Seis. Dejo para más adelante ese "otro gran tema" (diría mi ex alumna Carmen Aristegui): la cultura. Únicamente adelanto que, a una quiebra debida a la parcialidad y abusos, conflictos de intereses de FONCAS y CONACULTAS; la entrega de no pocos Museos subvencionados, a muestras disque Modernas (coletazos, si no es que estafas, de las Vanguardias), desnacionalizadas, enemigas de la gran tradición fotográfica; se suman las desapariciones de lectores (bibliotecas y librerías cerradas), de audiencias (museos, teatros, escenarios musicales). Con la consiguiente clausura de medios de existencia de artistas no bendecidos por el Reino de las Becas. Vivo, lo que se dice vivo, sólo queda lo virtual.

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