Uno. Con motivo del cambio del horario de verano, en este mismo espacio sugerí que en vez de adelantar, retrasáramos los relojes. Si es que deseábamos comprender el Estado de la Nación. Cómo y por qué causas, venimos a dar donde estamos.
Dos. Ahora bien: a la luz de acontecimientos recientes, añado una etiqueta: "reciclaje". Algunos ejemplos.
Tres. La aparición del CD "Enrique Guzmán", en el que se reviven "hits" de aquellos años del "Rock en español" (que terminaría por ahuyentar de la programación radiofónica a géneros como el del bolero, hasta que Luis Miguel lo recuperara con creces). Dúos.
Cuatro. Si en el CD de marras, sobresalen dúos con Shaila Durcal, Kalimba, Edith Márquez y la hija de la cantante Alejandra Guzmán, el blasón "retro" se lo llevan ¡Paul Anka!, ¡Miguel Ríos!, ¡Angélica María!
Cinco. ¿Desaliento, por caso, su audición? ¡No! Todo lo contrario (yo mismo lo he fruido). De lo que hablo es del efecto, la sensación, deja vu.
Seis. La reaparición de Julio Iglesias entre los círculos "happy few" mexicanos. Especie de consuelo por la campaña de "sanbenitos" que a tales círculos los traen a mal vivir.
Siete. La beatificación laica, en Guadalajara, del peruano-español Mario Vargas Llosa (recién vuelto a casarse, pero incapaz de levantar de nueva cuenta el revuelo que causara su tesis de Novela de Creación versus Novela Primitiva, o aquella definición que nos ensartara: "Dictadura perfecta").
Ocho. La cita, del Presidente de la República, de la dupla Mario Benedetti/Joan Manuel Serrat. Consumado deja vu.
Nueve. Y ya que nos asomamos al campo minado de la política, la reunión en Tijuana, mitin electoral (o pre o post, pero con todo y "destape"), que invadió de secretarios, senadores, diputados, empresarios y líderes obreros alineados (hasta Alcaldes del Distrito Federal), a una ciudad fronteriza de por sí castigada por las oleadas migrantes.
Diez. Aunque tenía que revisar una encomendada antología (antologías en realidad, "geografías") del inmenso, inabarcable, apenas leído Alfonso Reyes, me apliqué a la pantalla transmisora del acto del sábado 8 de junio. Taurinas cinco de la tarde.
Once. Dejo a un lado el tema, que ha levantado polémica, de lo realmente pactado, con la lumbre en los aparejos para la delegación mexicana, en Washington.
Doce. Si para la política norteamericana, México ya no es sólo "pretexto" electoral (tesis del agudo analista político M.L. Guzmán, contemporáneo de Reyes), sino estructura, agente activo, "putching ball".
Trece. Si la por inaugurar Guardia Nacional se desdoblará o no en "Mexican Patrol Board", asentada en la frontera con Guatemala. Etcétera, etcétera.
Catorce. Yo que vengo de la PRI-Presidencia profunda, lo que vi es su pleno reciclaje. Con todo y el toque "Iglesias" que debemos a Salinas de Gortari, en puridad, más priista que tecnócrata.
Quince. Hablo, repito, más que del Orden del Día (que fue y no fue el originalmente anunciado), de su "producción".
Dieciséis. ¿Cómo no evocar, ante discursos, movimientos de cámara, el "Día del Presidente"; las "espontáneas" recepciones masivas al Ejecutivo Federal a su regreso de giras internacionales que cimbraban al planeta; el franco Culto de la Personalidad?
Diecisiete. Rito, lo reconozco, más de prosapia soviética, que del populismo latinoamericano, de derecha o de izquierda (la guerrillera incluida).
Dieciocho. Tan ya pasó lo que vivimos que Porfirio Muñoz Ledo, adalid del priismo crítico (que también lo hubo) y súbito morenista, ha rechazado, enfático, el sellamiento de la frontera.
Diecinueve. En fin, en esas andamos. Aunque no se reviva, en sus términos, el pasado, sino con sus despojos. Y parece que los "tuits" de Trump le están comiendo el mandado a "Las mañaneras".