Leer es poder

Amargas simetrías (2006, 2020)

En julio de 2006, López Obrador cambió la estrategia: cantar el fraude; en noviembre de 2020, Trump pasó a la impugnación directa: alegó que hubo fraude electoral.

Los hechos ocurrieron en México en julio de 2006 y en Estados Unidos en noviembre de 2020. Antes del cierre de las urnas, en el contexto de una elección muy reñida, el candidato que se sabe perdedor comienza a repetir que hubo fraude, que se recuenten los votos, que él ganó la elección.

En México, luego de la reunión que López Obrador sostuvo en un búnker de Televisa, donde le mostraron la ligera pero irreversible ventaja de Felipe Calderón, éste confesó a un pequeño grupo de leales su derrota (cfr. Carlos Tello Díaz, 2 de julio) y el comienzo de la nueva estrategia: cantar el fraude, para anular la elección, repetirla y esta vez sí tratar de ganar. Decidió pasar de perdedor a víctima.

En Estados Unidos, un candidato derrotado, el presidente en funciones, Donald Trump, desde antes de la contienda repetía a quien quisiera oírlo que la elección iba a ser fraudulenta, que no iba a aceptar los resultados si no le favorecían. Así ocurrió. Desde el 4 de noviembre Trump se negó a felicitar a Joe Biden y luego pasó a la impugnación directa: alegó que hubo fraude electoral con los votos por correo y con una votación inflada con migrantes que llevaban a votar. No había ninguna prueba de eso, pero contaba con un equipo jurídico de primera y en litigar sí que Trump es experto.

No es que López Obrador y su círculo más cercano creyeran que ganaron la elección de 2006 y estuvieran defendiendo un triunfo robado. Desde el principio, tomaron la decisión de engañar, de decir: nos robaron la elección, para hacerse del poder por la fuerza de la denuncia. El acoso a los ministros electorales fue muy agresivo. Tomaron varios meses el Paseo de la Reforma. Gritaban “voto por voto” pero legalmente sólo reclamaron anomalías en 17 por ciento de las casillas. El Tribunal aceptó recontar 11 por ciento, las más problemáticas. Su estrategia era anular la elección. El resultado fue que Calderón aumentó un poco sus votos. La camarilla que intentó un golpe blando en 2006 ahora está en el poder.

Luego de la accidentada jornada electoral en Estados Unidos, alegando el principio de no intervención, López Obrador se negó a reconocer a Joe Biden. Luego de esa fecha hemos podido ver cómo felicita a mansalva a otros candidatos triunfadores si coinciden con su posición ideológica. López Obrador mintió, no reconoció a Biden porque creyó que le habían hecho fraude a Trump tal y como supuestamente le hicieron fraude a él en 2006. Dejó correr todo el tiempo posible (fuimos de los últimos del mundo en felicitar a Biden) en vistas a que algo pasara, se demostrara el fraude y se ratificara a Trump como presidente. Pero no ocurrió.

Como candidato López Obrador se mostró feroz con Donald Trump. Cuando llegó a la presidencia, todo cambió: López Obrador pasó del reclamo al servilismo. De inmediato le envió una carta a Trump en donde le hace ver que son espíritus afines. La admiración de López Obrador hacia Trump era real y al mismo tiempo interesada: Trump compartía su idea del uso intensivo de energías fósiles, no oponía reparos a los desastres ambientales, no se inmiscuía en su desastroso programa de seguridad.

A la abierta simpatía que López Obrador mostraba por Trump, éste respondió con una abierta humillación: chantajeó a México con el aumento de aranceles a cambio de instalar un cinturón de seguridad de miles de soldados mexicanos en la frontera sur. Lo ha confesado Trump: nunca había visto a nadie ceder tan rápidamente a unos de sus chantajes.

El 6 de enero de 2021 Trump se lanzó a fondo. Todas sus estrategias legales, encabezadas por Ruddy Giulianni, habían fracasado. Sus aliados principales le habían dado la espalda. Sus argumentos solamente los compraba una turba enloquecida, armada con argumentos conspirativos, y a ellos se dirigió Trump la mañana del 6 de enero. Esa turba tomó el Congreso, murieron cuatro personas en el asalto. Ahora queda claro que se trataba de un golpe de Estado orquestado por el mismo Trump para mantenerse en el poder.

En 2006 López Obrador no llegó tan lejos. Presionó al tribunal y a los legisladores lo más que pudo. Injurió y mintió, mostró videos falsos y sembró sospechas y mentiras a sabiendas. Pero no azuzó a la violencia. No llegó a hacer lo que Trump sí hizo. Y no es que López Obrador sea más astuto que Trump, sino que en 2006 López Obrador era candidato y en 2020 Trump era presidente. López Obrador se desgañitó en 2006 porque no tenía detrás de sí al Ejército.

En 2024 López Obrador contará con toda la fuerza (legal y al parecer ilegal) para que su proyecto siga en marcha. Ahora no lo podemos ver con claridad, porque no hay candidato de oposición y los partidos se están poniendo de acuerdo en medio de muchas presiones. Pero si llegan a darse las condiciones y un candidato de oposición crece y la elección es reñida, López Obrador no será como López Obrador en 2006 sino como Donald Trump en 2021, porque el único mandamiento de la cuarta transformación es conservar el poder.

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