Votaron contra el neoliberalismo, pero sin el neoliberal TMEC y sin remesas ganadas en un país neoliberal, este gobierno estaría quebrado. Votaron contra algo que ahora los sostiene.
Votaron por “primero los pobres”, pero este gobierno ha aumentado en cinco millones el número de pobres. En los hechos votaron a favor de que fuera mayor la pobreza.
Votaron por tener un sistema de salud como el de Dinamarca, pero el gobierno fue negligente frente a la pandemia, que causó la muerte de más de 800 mil personas, casi el mismo número de personas que habitan Copenhague, capital de Dinamarca.
Votaron por regresar al Ejército a sus cuarteles, votaron en contra del “militarismo” de Calderón. Ahora el Ejército está en todas partes, en las aduanas y en los puertos, como albañiles, como sirvientes de los hijos del presidente y patrullando las playas. En todas las ciudades donde han enviado al Ejército a pacificar ha aumentado la violencia. Votaron en realidad para militarizar al país.
Votaron porque estaban hartos de la corrupción. Ni tan hartos porque han tolerado la corrupción de los hermanos, los hijos, la cuñada y la prima del presidente, de su secretario particular y del fiscal general, han consentido los departamentos en Houston de Olga Sánchez Cordero y de Jiménez Espriú, no protestaron contra las seis propiedades de Irma Eréndira ni las 23 casas de Manuel Bartlett. El fraude en Segalmex equivale al doble de la ‘estafa maestra’. La ‘casa blanca’ de Peña palidece frente a la ‘casa gris’ de José Ramón López. Supuestamente votaron por erradicar la corrupción, pero la han tolerado, consentido y solapado.
Votaron en contra del derramamiento de sangre. No+Sangre, decían. Nunca más algo como los 43 de Ayotzinapa. Hoy que tenemos los registros de violencia más altos de nuestra historia, callan. Frente a los 135 calcinados en Tlahuelilpan, callan. Frente a los 40 migrantes asfixiados, callan. Votaron contra la violencia y ahora que hay más violencia guardan silencio.
Votaron en contra de que se asignaran contratos discrecionales a la prensa. Pero La Jornada ha recibido 842 millones a cambio de convertirse en la alcahueta noticiosa del gobierno. Televisa y TV Azteca siguen recibiendo miles de millones de pesos. Han degradado el canal 11 y el 22 con la propaganda más pedestre. Votaron en contra del dispendio en los medios pero frente al más descarado dispendio, a cambio de aplaudirle al presidente, meten la cola entre las patas y agachan la cabeza.
Votaron las mujeres para tener “el presidente más feminista de la historia” y a cambio obtuvieron al más misógino, al que pone vallas de tres metros para que las mujeres no se acerquen a Palacio Nacional, el que eliminó los refugios para mujeres golpeadas y las escuelas de tiempo completo, el mismo gobierno que presumió un gabinete paritario y demostró que tiene a ministras de florero, el que palmea la cabeza de su secretaria de Seguridad como si fuera su mascota. Votaron por un presidente feminista y obtuvieron a cambio un presidente machista.
Votaron por un presidente austero, que rentaría un departamento cerca de Palacio, según dijo primero, y que sólo ocuparía un catre, según dijo después cuando se mudó a Palacio. El presidente austero vive entre lujos, con militares de sirvientes, con escoltas y carros blindados. Sus nietos nacieron en hospitales de lujo de Texas. Sus hijos pusieron una fábrica de chocolates, sin haber trabajado antes para conseguir el dinero para instalarla, y ahora obtienen contratos del gobierno. Votaron por el austero y ahora lo que tienen es un presidente “totalmente Palacio”.
Votaron por un presidente que elevaría el nivel de la educación. Pero lo que hizo fue entregarle el control de la educación al ala más radical del sindicato. Una que promueve en los nuevos libros de texto la pobreza material y la pobreza lingüística. ¿Qué le importa al presidente la ignorancia de los niños si su hijo menor estudia en Inglaterra?
Votaron por un presidente progresista, pero lo que tienen es un presidente que está en contra del feminismo y de la despenalización de las drogas. Un presidente que abomina de la clase media, que ha golpeado a los científicos, a los cineastas, a los artistas. Un presidente que desprecia los derechos humanos, que ha degradado a la CNDH, que detesta la transparencia y en consecuencia permite la parálisis del INAI.
En 2018 votaron por el cambio, no por el regreso del autoritarismo. Todos los vicios gubernamentales siguen presentes, en versión aumentada. Las grandes concentraciones de tiempos de campaña se han convertido en manifestaciones de acarreados. Votaron por todo aquello que han visto traicionado. Se han convertido en todo aquello que odiaban hace cinco años.
Votaron por un presidente que regeneraría a México. En su lugar tienen a un presidente reaccionario y demagogo.
Asuman con cinismo todo eso que ahora son o voten en 2024 para transformar realmente a México.