Leer es poder

Asumir las consecuencias

Un mes para reflexionar y tratar de entender qué pasó. Un mes para darnos cuenta de qué país es éste y hacia dónde vamos

Hace un mes de las elecciones en las que Morena arrasó con la oposición. Un mes para reflexionar y tratar de entender qué pasó. Un mes para darnos cuenta de qué país es éste y hacia dónde vamos. Por lo pronto, tres conclusiones:

Primera. Claudia Sheinbaum ganó con trampa. El presidente intervino en el proceso electoral en más de 50 ocasiones. Fue denunciado ante un INE impotente y alineado con Morena. Antes de comenzar la campaña, Sheinbaum recorrió un país en el que cada rincón fue tapizado de carteles, espectaculares, bardas y abundante publicidad en los medios. Un gasto multimillonario —e ilegal— cuyo origen sigue —y seguirá— en la oscuridad. Sheinbaum fue impuesta como candidata de su partido: la denunció Marcelo Ebrard, pero no se le hizo el menor caso. Sheinbaum se benefició del clima de violencia que se respiró en el país antes de las elecciones. Claudia Sheinbaum ganó también por el invaluable apoyo de los medios de comunicación, en especial de Televisa. Sheinbaum ganó la presidencia con trampas y múltiples ilegalidades. ¿Cuántos millones de votos se emitieron por ella y cuántos gracias al clientelismo de los programas sociales, a las intervenciones del presidente y del crimen organizado, cuántos gracias al apoyo de la televisión? No lo sabemos y quizá nunca lo sepamos. Ahora que Sheinbaum recorre el país triunfalmente, de la mano de su protector, conviene no olvidar que será, para utilizar la terminología que López Obrador aplicó a Calderón, una presidenta espuria.

Segunda. El factor de mayor peso en la elección, según diversos analistas, fueron los pesos. Tuvo Sheinbaum muy presente aquel pequeño letrero que Bill Clinton colocó en un atril, durante uno de sus debates como candidato, para no perder de vista lo esencial: “es la economía, estúpido”. El factor decisivo en las pasadas elecciones fue el económico. No importó en lo absoluto el tema ideológico, a nadie le preocupó que fuera una candidata populista, que su propuesta presagiara una ‘deriva autoritaria’, que propusiera terminar con la democracia tal y como la conocemos. A los votantes no les importaron los 800 mil muertos por covid ni los niños con cáncer sin medicinas ni el estado de los hospitales públicos, más cercanos a Honduras que a Dinamarca. Los que sufragaron a favor de Sheinbaum el pasado 2 de junio no consideraron que fuera un motivo importante el fracaso absoluto de este gobierno en el tema de seguridad. ¿Más de 186 mil asesinatos? Voto por Claudia. ¿El periodo más violento de nuestra historia? Voto por Claudia. ¿Evidencias de complicidad del gobierno con el crimen organizado? Voto por Claudia. ¿Un tercio del país en manos de la delincuencia? Voto por Claudia, ella sí podrá solucionar el problema de la inseguridad, sobre todo porque su oferta para terminar con esta situación es… la misma del presidente que fracasó en esa encomienda. La gente que votó por Sheinbaum lo hizo por el aumento de los salarios mínimos y por el dinero que el gobierno entregó puntualmente a 27 millones de mexicanos. Dinero gratis y sin compromisos. Temor a que esos apoyos desaparecieran. Los votantes deciden su voto con el cerebro o con el corazón o con el hígado o con el estómago. Los votantes de Sheinbaum lo hicieron por el dinero, por el voto estomacal. ¿Es tramposo el voto clientelar? Por supuesto. ¿Es ilegal coaccionar al votante con los programas sociales? Desde luego. ¿Y entonces? Si el presidente resultó impune luego de violar flagrantemente la ley electoral en más de 50 ocasiones, pensar en castigar a los siervos instrumentadores de esos apoyos (más de 27 mil en todo el país) es simplemente ridículo.

Tercera. La oposición se equivocó al elegir a su candidata. Nos equivocamos, porque yo de manera clara apoyé la candidatura de Xóchitl Gálvez. Antes de desarrollar este punto quiero decir que Xóchitl me parece una mujer admirable: inteligente, honesta, carismática y ejemplar. ¿En qué nos equivocamos? Xóchitl era una candidata de izquierda, por eso al comienzo del gobierno de López Obrador éste la invitó a formar parte de su gabinete o a incorporarse como senadora de Morena. Xóchitl rehusó. La invitaron porque la reconocían como una de los suyos, como ahora reconocen a Javier Corral. Nos engañamos pensando que para derrotar a Morena había que valerse de una cuña del mismo palo. No sólo no propuso eliminar los programas sociales, ofreció aumentarlos, ofreció ser más populista que los populistas. El votante prefirió votar por los populistas originales y no por los que percibió como oportunistas. Xóchitl ofreció “vida, verdad y libertad”. Ofreció verdad a un país que vive a gusto con las mentiras cotidianas del presidente. Ofreció vida a un país al que le son indiferentes el millón de muertos que propició este gobierno. Ofreció libertad a un país en el que pueden encarcelarte sin probarte ningún delito. En el que puedes pasar años en la cárcel sin sentencia.

Ganó el reparto de dinero. Perdió la “vida, la verdad y la libertad”. Asumamos las consecuencias.

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