Leer es poder

La dictadura como ideal

La camarilla que preside el gobierno, que llegó al poder con trampas y fraudes, tiene claro el ideal que persigue: la dictadura.

El gobierno de Claudia Sheinbaum busca alinearse con las dictaduras del continente: Cuba, Nicaragua y Venezuela. No parece una medida inteligente vincularse con gobiernos criminales que torturan a los disidentes, persiguen a la oposición, pisotean a la democracia y mantienen a sus pueblos en la extrema pobreza. Entonces, ¿qué busca con esta asociación?

Durante décadas, México utilizó su relación con la dictadura cubana como forma de presión y chantaje frente a Estados Unidos. Cuando todos los gobiernos americanos le voltearon la espalda, México fue el único país del continente que no rompió con el gobierno de Castro, validando la dictadura. Se trataba de un mecanismo defensivo. Frente a las múltiples presiones (comerciales, migratorias) que Estados Unidos ejercía sobre México, el apoyo que brindamos a la dictadura de la isla contenía una velada amenaza a la seguridad norteamericana: si me aprietas demasiado, puedo abrirle la puerta a la revolución, es decir, a Cuba; es decir, a la Unión Soviética. La relación que sostuvimos —y sostenemos— con la dictadura fue una medida diplomática de contención en el contexto de la Guerra Fría. Apoyar en ese momento a la feroz dictadura de Castro tenía sentido.

El mundo cambió. Se desplomó la Unión Soviética y con ella el subsidio que mantenía a flote económicamente a Cuba. México decidió integrarse a la economía norteamericana con el Tratado de Libre Comercio. En Venezuela colapsó la democracia y dio paso a la dictadura, primero de Chávez y luego de Nicolás Maduro. En Nicaragua, la revolución sandinista devino en tiranía. Desapareció el mundo bipolar de norteamericanos y soviéticos y el lugar de éstos comenzó a ser ocupado por los chinos. Alinearnos hoy con las dictaduras continentales no nos brinda la protección del chantaje amenazante que existió durante la Guerra Fría. Apoyar a las dictaduras de Cuba y Venezuela no nos acerca ni a Rusia ni a China, ni obtenemos beneficio geopolítico alguno.

Salinas de Gortari firmó el Tratado de Libre Comercio en 1992 y López Obrador lo reafirmó en 2018. Constituye hoy el principal soporte de nuestra economía, más allá de las visiones ideológicas. Sostenemos con Estados Unidos una relación comercial de gran intensidad. Las relaciones diplomáticas con nuestro vecino del norte a veces son cercanas y en otras distantes, como corresponde a una relación asimétrica. Formamos parte de un bloque comercial (como la Unión Europea y el RPEC asiático) que nos aporta enormes beneficios y, desde luego, ciertas obligaciones. Aunque somos una nación soberana, algo de soberanía se cede con la firma de todo acuerdo o tratado internacional, en aras de un bien superior. Son vistos como desleales nuestros acercamientos con China. Cuando Peña Nieto acordó con el país asiático la construcción de un tren rápido a Querétaro, estallaron (¿misteriosamente?) los escándalos de Ayotzinapa y la ‘casa blanca’ y el proyecto del tren se vino abajo. Ahora mismo, bastó con que Trump se refiriera al comercio de México con China para que se comenzaran a decomisar mercancías chinas y a anunciar medidas más estrictas en relación con los productos de origen asiático. En este contexto, la vinculación con las dictaduras latinoamericanas es, para decirlo con la terminología en boga, una relación altamente tóxica.

No nos une con las dictaduras ni el comercio ni la historia. Apelar a la fraternidad latinoamericana es cháchara boba. Sheinbaum recientemente señaló que México forma parte de un “bloque progresista” que incluye a Venezuela y a Cuba, con los que compartimos “objetivos e ideales”. Debemos entender que, en la neolengua que ha impuesto el partido gobernante, el “progresismo” no significa seguridad, Estado de derecho, libertad y prosperidad, sino represión, tortura y tiranía. ¿Esos son los ideales que compartimos? ¿En verdad aspiramos como país a suprimir las elecciones, a encarcelar y silenciar a los opositores, a la formación de un partido único, a la cancelación de las libertades y a la pobreza extrema? No son estos los “objetivos e ideales” que perseguimos los mexicanos; si acaso lo son de una minoría ideologizada enquistada en el gobierno.

El gobierno de Sheinbaum subsidia a la dictadura cubana regalándole petróleo y recibiendo a centenares de médicos/esclavos, mientras recorta el gasto en salud y educación. Anunció ya que una delegación mexicana validará el fraude perpetrado por Maduro asistiendo a su toma de posesión espuria.

La camarilla que preside el gobierno (que llegó al poder con trampas y fraudes) con estos actos señala el ideal que persigue, que no es otro que empobrecer a la sociedad para que ésta dependa de los apoyos sociales que el gobierno extrae de los sectores productivos para obsequiarlos a su nombre y con fines electorales a los sectores menos favorecidos.

Con las dictaduras de Venezuela y Cuba no nos une la ‘fraternidad’, sino el espanto.

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