Leer es poder

El acoso a la prensa

Fernando García Ramírez indica que López Obrador no respeta la libertad de expresión, uno de los componentes esenciales de la vida democrática.

A Pablo Hiriart, a Juan Pardinas, mi solidaridad.

Hoy le toca a Reforma ser el periódico acosado desde el poder, ¿mañana qué medio será el blanco de la ira presidencial?

A Reforma lo eligió López Obrador para mostrar su descontento con la prensa independiente; es decir, aquella que no se le subordina, que duda de las versiones oficiales, que lo confronta. Insulta y acosa el Presidente a Reforma como un aviso de lo que puede pasarle a otros medios.

Todos aquellos que defienden al Presidente, que le conceden el beneficio de la duda, todos los que quieren mostrarse equidistantes tanto del elogio como de la crítica dura, lo hacen soslayando el trato que brinda López Obrador a la prensa, que hasta ahora ha sido el de un déspota.

López Obrador no respeta la libertad de expresión, uno de los componentes esenciales de la vida democrática. Insultar y usar apodos para denigrar a la prensa ("gacetilleros", "zopilotes", "canallas", "hipócritas", etc.) no es respetar la libertad de expresión. Insultar y calumniar a periodistas no es respetar la libertad de expresión. Asfixiar a los medios económicamente no es respetar la libertad de expresión. Usar paleros para que le pregunten a modo o lo elogien en las conferencias matutinas no es respetar la libertad de expresión. Lanzar insultos desde la tribuna de sus conferencias matutinas y no permitir el derecho de réplica en ese mismo espacio no es respetar la libertad de expresión. Amenazar a la prensa ("si se pasan ya saben lo que sucede, ¿no?") no es respetar la libertad de expresión. Dirigir al SAT contra el dueño de un diario no es respetar la libertad de expresión. Usar la agencia noticiosa del Estado para promocionar la carrera artística de la esposa del Presidente no es respetar la libertad de expresión.

¿Cómo justifican los que defienden al Presidente estas agresiones continuas a la prensa? No las justifican. Fingen no verlas para poder hacer un retrato balanceado del Presidente. Pero las agresiones ahí están. Son cotidianas. Hace unos días el director de Reforma recibió amenazas de muerte y otras que advierten que quemarán las instalaciones del periódico. Es imposible no ver estas intimidaciones como una consecuencia directa de las agresiones del Presidente contra ese medio. Artículo 19 pidió a López Obrador "abstenerse de generar cualquier acto que pueda poner en mayor riesgo la vida, libertad, integridad y seguridad" de los periodistas.

¿Cómo se puede hacer un retrato equilibrado de la gestión del Presidente dejando de lado estas agresiones que lo retratan como alguien que no respeta la libertad de expresión y, por tanto, atenta contra la democracia? La poca solidaridad de los medios de comunicación con Reforma revela que no se han dado cuenta de que después las agresiones pueden venir contra cualquiera de ellos. La defensa de un medio acosado desde el poder es la defensa de todos los medios, es la defensa de la libertad de expresión.

En tiempos de Echeverría y López Portillo, los modelos populistas de nuestro mandatario, se usaba el dinero para presionar a los medios. Echeverría operó para que los empresarios no se anunciaran en Excélsior, y López Portillo prohibió que en Proceso se anunciara el gobierno, porque "no pago para que me peguen". Echeverría llegó al extremo de orquestar un golpe interno para remover al director del diario que más lo criticaba. ¿Tendremos que llegar a eso para reaccionar?

El reportero Emiliano Ruiz Parra recordaba hace poco cómo, en Tlaxcala, mientras cubría una de sus giras, López Obrador lo apunto con su dedo desde el templete: "'Ahí está Reforma, el boletín del PAN, el boletín de la derecha'. La gente empezó a rodearme, enojada, y yo me hice a un lado. Escenas similares ocurrieron con reporteros de diversos medios en varias partes del país. Cuando menos en una ocasión terminaron en una golpiza a un periodista".

Se habla de las conferencias matutinas como un ejercicio inédito de comunicación. "Muchas son una pena por las pésimas preguntas", escribió Nayeli Roldán (la periodista que destapó "la estafa maestra") en su Twitter. "No hay orden. (Tuve que) gritar para que me hiciera caso y aguantar los abucheos de los que van claramente a aplaudir y no a hacer preguntas. Son de las cosas que no se ven en la tele", dice Roldán.

Las conferencias matutinas de prensa son ejercicios de simulación, salvo excepciones, como ocurrió con Jorge Ramos. Las amenazas en cambio son reales. El acoso en las redes instigado desde el poder es real. Son reales los linchamientos en las redes. La asfixia económica a los medios es real. Es uso faccioso de Notimex es real. El acoso a los medios es real. Los seis periodistas asesinados en los cinco meses que van del sexenio son reales. Que México aparezca entre los países de "difícil situación" en el Word Press Freedom Index 2019 es real. La solidaridad entre los medios ante esta situación de acoso es urgente y necesaria.

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