Leer es poder

La fantasía del hombre providencial

La cuarta transformación no era un proyecto de país, sino una fantasía histórica que no se está cumpliendo. Paso a paso se va desbaratando el país.

Se aprobó la 'Ley Garrote' en Tabasco. Se publicó la 'Ley Bonilla' en Baja California. El Congreso dio luz verde a la Ley de Extinción de Dominio. El INEGI reveló un crecimiento del 0.05 por ciento. Vimos a miembros de la Guardia Nacional, orgullo del Presidente, ebrios en Coatepec, y a otros apedreados y humillados por los delincuentes. El huachicol se vende en todas partes. Taibo II se niega a promover la cultura mexicana en Frankfort, pero se fue a promover su obra a Bolivia. El gobierno desaparece el Conabio y amenaza con suprimir el Foro Consultivo Científico y Tecnológico. Por sexto mes consecutivo cayeron las ventas de automóviles. Banxico redujo nuevamente su pronóstico sobre la economía. El Departamento de Estado recomienda a los empresarios norteamericanos no invertir en México. El Presidente –otra vez– fustigó a Proceso y a Reforma por no portarse bien. Vaya semanas.

Paso a paso se va desbaratando el país. La cuarta transformación prometida no ha podido nacer, se quedó, como la economía, estancada. Las buenas intenciones de campaña (acabar con la corrupción y la inseguridad, crecer al 6.0, al 4.0, al 3.0, al 2.0 por ciento) se quedaron en eso, en buenas intenciones. El plan maestro resultó una pifia. La hoja de ruta, el Plan Nacional de Desarrollo, lo ha señalado Carlos Urzúa en sus artículos en El Universal, no pasa de ser un documento retórico de campaña.

Cada vez que tomo la pluma para escribir pienso en ofrecer una visión ponderada, pero no puedo dejar de ver hacia dónde se dirige el país. ¿Creo que de la noche a la mañana el Presidente va a entrar en razón y a modificar su actitud respecto a los organismos autónomos, a las instituciones que miden, cuentan y transparentan? No, no lo creo. ¿Considero que, a pesar del clima de violencia en contra de los periodistas, el Presidente cesará en sus agresiones a la prensa? No, eso no va a ocurrir. Ya lo dijo: ni aunque se lo pida la ONU. ¿Me parece que López Obrador va a apostar por modernizar el país, apoyar a las empresas tecnológicas y dar un nuevo impulso a la ciencia? De ningún modo. Es un convencido de la tontería de la ciencia autóctona y nacionalista. No se pone vino nuevo en odres viejos. ¿Distingo signos de sensatez en el Presidente que me lleven a pensar que rectificará su política de derroche clientelar? No, no distingo ningún signo en ese sentido. Al contrario, lo que veo es obstinación, terquedad, disociación con la realidad.

Se ha dicho mil veces: no hay oposición. Sin embargo, en las pasadas elecciones de junio, la coalición gobernante (Morena, Verde, PT) alcanzó un millón 599 mil 277 votos (40.8 por ciento), mientras que los partidos de oposición sumaron dos millones 288 mil 277 votos (58.3 por ciento). La sociedad civil, a través de las redes sociales, no deja pasar un error o una mentira al Presidente y sus ministros. Se comenta críticamente cada decisión, tuit, entrevista; se revisan sus números, los regalos que recibe, sus viajes, se sospecha de sus otros datos. La opinión publicada, no la opinión pública, ha asumido una franca actitud crítica. Decimos: esas voces adversas (en la prensa, en el radio) no cuentan si las contrastamos con la alta popularidad del Presidente. Pero sí cuentan. Ante una realidad económica difícil, como la que vaticinan calificadoras y expertos, la opinión pública terminará por reconocer lo que la opinión publicada lleva diciendo hace meses: el rey va desnudo, el de López Obrador es un gobierno mediocre en lo económico, de tintes autoritarios, conservador hasta lo rancio en lo social, más clientelista que el PRI y tan corrupto como los anteriores.

La cuarta transformación no era un proyecto de país, sino una fantasía histórica que no se está cumpliendo. La fantasía del hombre providencial. El Mesías, para muchos, llegó a tierra azteca, pero el agua no se está convirtiendo en vino y el pan y los peces no se están multiplicando. Asumimos todos que era justo que a la izquierda ya le tocaba gobernar, ahora –a ojos nacionales y foráneos– han quedado muy claras sus enormes limitaciones.

Ante el fracaso anunciado, una opción –nefasta, pero opción– es la fuerza. Leyes electorales a modo. Cancha dispareja. Represión de bloqueos y manifestaciones. INE bajo control de Morena. Ya comenzaron a hablar (lo hizo recientemente El Fisgón, líder propagandista de Morena, aspirante a comisario) de controlar los medios de comunicación. Están circulando la especie de un golpe blando para tener pretexto para coartar libertades. No tardaron mucho en amenazar con cárcel en Tabasco a quien se oponga a los caprichos gubernamentales. Ya la Guardia Nacional comenzó a detener periodistas. Mientras tanto, el Presidente, olvidado del mundo, por las mañanas sigue tocando 'requetebién', mientras el barco comienza a hacer agua luego de haberse topado con el duro iceberg de la realidad.

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