Hay victorias incontrovertibles y la de Claudia Sheinbaum es una de ellas. En el último proceso electoral resultó ganadora con casi 36 millones de votos, y el respaldo de un partido con mayoría en las cámaras de Senadores y Diputados, y siete de nueve gubernaturas que abonaron a un total de 24 estados, entre guindas y aliados, que apoyan a la Presidenta. Durante el primer mes de gobierno, ¿en qué se ha traducido esa aplastante victoria de la coalición Sigamos Haciendo Historia?
Analicemos algunos acontecimientos: la popularidad de la Presidenta ha disminuido casi 20 puntos en lo que lleva de gestión; en materia económica, la moneda nacional se ha depreciado un 21 por ciento del día de las elecciones a la fecha, pasando de 16.5 a 20 pesos por dólar. A nivel legislativo, hemos sido testigos de diversas batallas entre el partido gobernante, sus aliados y la oposición, con un evidente desaseo en los procesos y sobre todo con una mayoría dominante que ha impuesto su agenda sin una visión real de mejora tras los cambios constituciones que proponen. Resaltan las peores prácticas en este rubro: diputados que votan, aunque no estaban en el Pleno, o diputados a los que, tras emitir su voto y ser cuestionados sobre ello, no tienen argumentos para respaldar su decisión.
En materia de seguridad, nos ha tocado ver casos como el de Chilpancingo, Guerrero, cuyo presidente municipal fue secuestrado y, a las cuantas horas, su cabeza expuesta sobre un auto; y qué decir de las semanas de enfrentamientos en Sinaloa.
En temas internacionales, la imagen de México se desgasta en diferentes frentes: durante un evento en Harvard, los asistentes rieron cuando el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena mencionó los requisitos que deberá presentar un aspirante a ministro de la Corte, como las cinco cartas de recomendación de sus vecinos; el ministro del exterior francés, Bruno Retailleau, criticó unos hechos violentos dentro de Francia haciendo una alusión directa a México y al desbordamiento del crimen organizado; por otro lado, vemos a Donald Trump, otra vez candidato presidencial, que se ufana de todo lo que logró en su momento solo con amenazar al expresidente Andrés Manuel López Obrador, y ahora amaga con anular el tratado de libre comercio.
Uno de los puntos que más preocupa es el político. Tristemente, podemos decir que tenemos el nivel más deprimente en cuanto a la representación política, tanto en el partido en el poder como en la oposición.
Con tristeza y asombro, les comparto que nunca pensé que me tocaría vivir un retraso, político, social y económico como el que estamos viviendo. En mi caso, me tocó crecer con información que refería un avance como Estado o nación. Crecí con la idea del fortalecimiento de las instituciones, la importancia del INE, el Banco de México, Inegi, INAI, Cofece y otros órganos autónomos que promueven una mejora en transparencia, democracia, competitividad. Se propiciaba la inclusión social con programas sociales que promovían el desarrollo educativo, alimentario, de oportunidades. Se buscaba consolidar una nación competitiva con instrumentos como el primer TLCAN, que puso en el mapa a nuestro país como una nación de oportunidades de inversión, desarrollo y competencia. Este proceso de construcción tomó poco más de 40 años.
Lo que estamos viendo parece ir en contra de todos esos esfuerzos. Vemos cómo cada día se debilitan o desaparecen instituciones, como la amenaza sobre los organismos autónomos como el INAI, IFT, Coneval, CRE, entre otros. Pero el más grave de todos los retrocesos, sin duda alguna, es la reforma al Poder Judicial.
En el Debate Puntual de esta semana, quiero poner en la balanza todos estos cambios, que no parecen tener un soporte fundado, y que sin duda, no están abonando a una mejor gobernanza, desarrollo o políticas públicas sostenibles, sino todo lo contrario, están trayendo incertidumbre, desconfianza a los mercados, riesgos a los tratados internacionales, como el T-MEC. Las preguntas que rondan mi cabeza son: ¿hacia dónde nos lleva la presidenta Claudia Sheinbaum? ¿En verdad está construyendo su propio camino para hacer historia como la primera presidenta del país o se está aferrando a mantener y gestionar el legado de su antecesor? ¿Todos los caminos apuntan a una inestabilidad innecesaria?
México tiene todo para poder construir un país competitivo, ¿por qué no logramos dar ese brinco? ¿Cuándo nos podremos dar cuenta de que un mejor país se construye trabajando y no regalando? Si de verdad queremos una reforma judicial, ¿por qué no se pone en el centro del debate mejorar el Estado de derecho? Un mes es demasiado pronto para juzgar un gobierno, pero las acciones de la presidenta también han sido muy contundentes y parecen abonar al crecimiento de la inestabilidad.