Debate Puntual

'Chalecos amarillos' en México, un escenario que depende del gobierno

Fernando Hernández Marquina señala que en nuestro país actualmente se antojan imposibles movilizaciones como las de los 'chalecos amarillos' de Francia.

Apenas han pasado dos semanas desde la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México y, a pesar de los desencuentros con algunos sectores del entramado gubernamental, en el gabinete y en la base de seguidores de Morena parece que todo es amor y esperanza, como en una luna de miel que comenzó en el periodo de transición y se ha mantenido viva pese a todo pronóstico.

Es cierto: existen tensiones notorias entre el gobierno y su oposición. A pesar de ello, fuera del ámbito político, se vive cierta tranquilidad que, si bien es insuficiente para terminar con los problemas de México, mantiene a gran parte de la población en una especie de placidez que permite que la idea de una nación en paz permee en el ámbito social.

Aunque México no ha cambiado a profundidad (imposible cambiarlo en 15 días), la simple promesa del cambio que llegó con el nuevo gobierno ha alimentado la esperanza de aquel sector de la sociedad que cree en las promesas de AMLO y de aquel otro que le está concediendo el beneficio de la duda.

Por lo anterior, en nuestro país actualmente se antojan imposibles movilizaciones como las de los "chalecos amarillos" de Francia, a pesar de las similitudes entre las exigencias de estos últimos y aquellas que la izquierda abanderó durante el sexenio pasado en nuestro territorio: detener el alza a los precios de los combustibles, mayor equidad en los ingresos de los ciudadanos, y terminar con la percepción de olvido gubernamental que permea en las zonas alejadas de las grandes ciudades. Todos esos problemas siguen vigentes, sin embargo, las promesas de López Obrador han permitido apaciguar la animadversión que existía todavía hace apenas algunos meses.

Una de las promesas emblemáticas de Morena era terminar con el alza a los precios de los combustibles. En el periodo de transición surgió la polémica porque, tras analizar el Presupuesto, se dieron cuenta de que no sería pronta ni automática la implementación de dicha propuesta. En el discurso que pronunció el 1 de diciembre en el Zócalo de la Ciudad de México, AMLO aseguró que, en tres años, con el inicio de las operaciones de la refinería a construirse en Dos Bocas, Tabasco, el costo del combustible iría disminuyendo, por lo que abrió una ventana de medio sexenio a su favor para entregar uno de los resultados anhelados por los mexicanos.

En el tema de la desigualdad salarial, diversas han sido las propuestas de la nueva administración para atender la demanda social. Prometió que no habría gobierno rico con pueblo pobre, por lo que los legisladores de su partido aprobaron la implementación de medidas de austeridad, primero, desde el Congreso y, posteriormente, en la administración federal por medio del PEF. Las determinaciones de legisladores y gobierno no han estado exentas de juicios y polémicas pues, como muchas otras de sus decisiones, parecen a modo, improvisadas o afectan directamente a grupos específicos de la población, como han sido los casos de los trabajadores del Poder Judicial federal y de los servidores públicos federales, que han sido amenazados constantemente con perder prestaciones y ver disminuidos sus ingresos.

En cuanto a la percepción de abandono gubernamental en zonas alejadas de las grandes metrópolis, el foco del gobierno de AMLO se ha puesto en el sureste del país, donde la mencionada refinería de Dos Bocas se suma al que se considera el megaproyecto de esta administración: el Tren Maya que, se cree, estará listo dentro de cuatro años. También se propuso la siembra de árboles maderables, frutales y cultivos básicos para fortalecer la economía de esta región.

Con esa estrategia, el gobierno actual en México ha permitido que los movimientos sociales, por ahora, se mantengan a raya, quizá a la espera de los resultados prometidos, con los holgados plazos que se han autoimpuesto en el gobierno federal para que el cambio sea efectivo y latente. Todavía está por verse si, en otros rubros, las acciones de la administración de López Obrador pueden entregar en el corto plazo otros beneficios para el país que permitan extender esa sensación de paz.

Para continuar nuestro Debate Puntual, les comparto un dato: en Francia, pasaron 18 meses desde el inicio del gobierno de Emmanuel Macron para que diera comienzo "formal" el movimiento de los "chalecos amarillos"; 19 meses para su primera movilización; casi 20 meses para que los inconformes recibieran respuestas oficiales a sus demandas.

Por ahora, es muy pronto para vaticinar un movimiento similar en nuestro país, sin embargo, no por ello deben dejar de ser cautos el presidente y su gabinete. Mejorar la puntería a la hora de tomar decisiones puede ahorrarles muchos problemas en el futuro.

COLUMNAS ANTERIORES

La impotencia desde la pluma
Presupuesto 2020, la oportunidad de la 4T

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.