Debate Puntual

Una cena en lo oscurito y un strike

Fernando Hernández Marquina indica que en el actual gobierno no se propicia el diálogo ni la búsqueda de acuerdos entre los involucrados en la vida democrática de la nación y un ejemplo de ello es la cena por demás cuestionada entre Jared Kushner, AMLO y Bernardo Gómez.

Parecería que en el México de hoy se viven varias realidades distintas. Tenemos, por ejemplo, la realidad según el presidente, otra realidad -casi paralela- según su partido y sus seguidores; la realidad según la oposición y la realidad que enfrentamos los ciudadanos. En una democracia es común, y hasta necesario, que esas realidades se confronten a diario en busca de otra que englobe los deseos y los anhelos de todos los grupos, en la medida de lo posible.

Desafortunadamente, lo que tenemos, en cambio, es una imposición de la realidad del presidente y de sus copartidarios. No se propicia el diálogo ni la búsqueda de acuerdos entre los involucrados en la vida democrática de la nación. Dos ejemplos de la semana anterior lo definen de mejor manera.

Primero, la cena por demás cuestionada entre Jared Kushner, AMLO y Bernardo Gómez (operador de la televisora que más críticas recibió durante el sexenio de EPN). En la realidad del mandatario, la cena fue por demás inocente, un encuentro casual, faltó que dijera "de cuates", en la casa de Gómez, quien además forma parte de su grupo de asesores de primer nivel. La realidad para la prensa y la oposición fue distinta: calificaron el encuentro como "una reunión en lo oscurito", sin previo aviso a la fuente, sin protocolos ni información clara sobre lo que se platicó en el encuentro (algo que hubiera sido totalmente cuestionado y repudiado en la administración anterior). Aunque no satisficieron las respuestas de López Obrador, siempre por la tangente y con los usuales cambios de discurso, pudo salir parcialmente ileso gracias al poco cuestionamiento y la defensa a ultranza por parte de sus seguidores, que se dedicaron a atacar -como siempre- a aquellos que osaron cuestionar la transparencia en el actuar presidencial.

Segundo, la inauguración del nuevo estadio de los Diablos Rojos. En la realidad de los mexicanos, vimos cómo afuera del estadio se vendieron banderas con mensajes de apoyo para el presidente ("Todos en contra del huachicol. Me canso ganso", se leía en una de ellas). Poco después, también vimos cómo fue recibido entre abucheos y ovaciones de distintos sectores del estadio. A nadie sorprende que para AMLO y sus seguidores la realidad sea abismalmente distinta: en redes sociales utilizaron a su conocido ejército de bots para posicionar un hashtag que tenía poco de orgánico: #SigamosPonchandoConAMLO, en alusión al discurso con el que enfrentó los abucheos, y aseguraron que los organizadores del evento se encargaron de orquestar las manifestaciones en contra.

Me regreso un poco: después del recibimiento ambivalente durante la presentación del jefe del Ejecutivo, éste contestó que "seguiría ponchando a la mafia del poder" (de ahí el hashtag forzado), además de sus conocidos ataques a los conservadores, aquellos que en su realidad son los responsables de todos los males del país y quienes, asegura, están reacios a los cambios que propone la 4T. Una vez más, en lugar de contrastar visiones y buscar soluciones en común, López Obrador atacó a aquellos que no están de acuerdo en su proyecto de nación, minimizando de esa manera las críticas en su contra. Por si fuera insuficiente, utilizó al enjambre de bots para posicionar "su verdad".

Podríamos calificar el evento en el estadio como el primer strike en los actos públicos de AMLO, algo que no estuvo controlado por su equipo y que permitió conocer el descontento de un segmento de la población representado por los asistentes inconformes. Falta conocer cuáles serán sus acciones en este sentido para eventos futuros. ¿Se limitará a asistir a eventos organizados por Presidencia? ¿O le bastará con mantener las descalificaciones en contra de las muestras de descontento que lleguen a surgir en futuros eventos?

Una forma de alimentar el Debate Puntual es fomentar el diálogo y el intercambio de opiniones entre quienes apoyan al presidente, entre quienes se le oponen y entre quienes somos los afectados directos por sus decisiones. No se trata de discutir sin argumentos, ni de descalificar a quien opina diferente. Se trata, en todo momento, de continuar construyendo nuestra democracia.

Sería una lástima que continúen las prácticas hostiles en las redes sociales por parte de quienes, a toda costa, intentan mantener una imagen impoluta de un presidente que se ha mostrado tan humano y falible como sus antecesores. Tan lamentable como que el propio encargado del devenir del país se niegue a aceptar los abucheos (algo que, sospechosamente, los gobernadores de la oposición viven en cada evento en que comparten tarima con López Obrador) de una manera autocrítica. Si espera que le aplaudan incondicionalmente en cada acto, que no se cuestionen sus decisiones, que no existan pronunciamientos de la oposición, crecerán los miedos de un futuro dominado por el autoritarismo. Nada más lejos de la democracia que queremos para el país.

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