Normalmente estamos acostumbrados a que el combate a la inflación lo lleva a cabo el Banco Central. En el caso de México, el Banco de México es quien por mandato constitucional procura mantener el poder adquisitivo de nuestra moneda y lo lleva a cabo mediante la instrumentación de política monetaria. No obstante lo anterior, hay algunas acciones del lado de los gobiernos que también apoyan el combate a la inflación. Normalmente esto se lleva a cabo con política fiscal, algunos cambios regulatorios o algunas acciones específicas. Lo que sí ha quedado claro a lo largo de la historia es que cualquier tipo de control de precios no ha servido como mecanismo para combatir la inflación de manera sostenida. En lo que resta de este espacio ahondaré sobre algunas de estas políticas gubernamentales que ayudan (o no) al combate a la inflación.
(1) Política fiscal. Una política fiscal restrictiva es la acción de política fiscal más directa y con más impacto en el combate a la inflación. Sin embargo, una política fiscal austera no necesariamente es la mejor receta para combatir la inflación. Una política fiscal restrictiva significa que por un lado se mantenga restringido el gasto, pero a diferencia de la austera que solo se enfoca en el monto que se gasta per se, en la restrictiva se optimizan los recursos hacia los sectores que más valor agregan a la economía en el mediano y largo plazos. Asimismo, este proceso de optimización puede incorporar criterios de combate a la inflación como el apoyo a guarderías, que a su vez ayudan a incrementar la productividad de los trabajadores, y por lo tanto, a disminuir los costos por unidad de producto o servicio y aminorar las presiones inflacionarias. Por otro lado, una política fiscal restrictiva también puede estar del lado de incrementar los impuestos. Lo malo es que a veces esta otra cara de la política fiscal no necesariamente apoya al combate a la inflación. Inclusive, si ésta no se instrumenta correctamente puede terminar impulsando la inflación.
(2) Cambios regulatorios. Algunos cambios regulatorios pueden apoyar la inflación. Tal es el caso de disminución de aranceles y cuotas a la importación de ciertos bienes, que facilitan la entrada de una mayor cantidad de productos importados o a un menor precio (o los dos). Por otra parte, a algunos gobiernos se les ha ocurrido en el pasado imponer o incrementar impuestos a las exportaciones. Esto estaba dirigido a que se exporte un número menor de productos que se consumen en territorio nacional (e.g. jitomate, aguacate) y así la mayor oferta nacional disminuya o mantenga el precio de estos productos. Sin embargo, estas acciones pueden tener consecuencias no intencionadas como propiciar rupturas de las cadenas de suministro –que pueden elevar la inflación en el mediano plazo–, e inclusive inducir una depreciación de la moneda local vs. el dólar al disminuir los flujos de entrada de dinero al restringir la venta de ciertos productos al extranjero. La depreciación de la moneda local puede terminar impulsando la inflación. Por ello, liberar el comercio, no restringirlo, es lo que realmente puede ayudar en el combate a la inflación. Continuando con el tema regulatorio en general, también se puede hacer un análisis de los trámites y demás restricciones regulatorias de carácter gubernamental que pudieran eliminarse o relajarse para disminuir las presiones inflacionarias.
(3) Acciones específicas. Como comentaba al inicio, reasignar gasto al apoyo de guarderías es un ejemplo de cómo ciertas acciones específicas pueden ayudar a aliviar las presiones inflacionarias, más allá de disminuir o mantener un déficit fiscal. Asimismo, otro ejemplo es mejorar el control de la pandemia de COVID-19 mediante un mayor impulso a la vacunación, incluyendo niños, e instrumentando una cultura de pruebas. Esto también puede apoyar al combate de la inflación al disminuir el ausentismo de las empresas, así como la reasignación del gasto de los hogares de bienes hacia servicios. Recordemos que la pandemia propició un cambio en los patrones de consumo de la población a nivel global de servicios (e.g. cine, bar) hacia bienes (e.g. consolas de videojuegos). Otro tipo de acciones pueden incluir la instrumentación de medidas y retórica proempresarial –incluyendo certeza jurídica–, que incentive la inversión para incrementar o mejorar la capacidad instalada, así como para mejorar las cadenas de suministro. Asimismo, empoderar a la autoridad en materia de competencia o propiciar acciones en contra de estructuras monopólicas también puede ayudar al combate de la inflación.
(4) Controles de precios. Existe cuantiosa evidencia empírica que concluye que ningún tipo de control de precios ha servido como mecanismo para combatir la inflación de manera sostenida. Asimismo, hay evidencia pletórica de que los costos en los que una economía incurre por las distorsiones que generan los controles de precio, son muchas veces significativamente mayores que los beneficios, que normalmente son solo aparentes y de corto plazo. Sobre el control de precios de las gasolinas escribí dos columnas al respecto (’La gestión del precio de las gasolinas en México’, parte 1 (22 de marzo) y parte 2 (29 de marzo)).
Al parecer, el presidente López Obrador anunciará mañana un programa de combate a la inflación. Se dice que podría ser similar a los ‘pactos’ como los que se hicieron en los gobiernos de Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo en los ochenta y noventa. Vamos a ver qué tanto incorpora lo que comenté en la presente columna para poder analizar qué tanto podrá apoyar al combate de la inflación.
* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.