Perspectiva Global

Se resolverá la disputa comercial del T-MEC muy pronto

Las ‘consultas’ son un escalamiento del conflicto comercial entre México, EU y Canadá, que hasta la semana pasada habían estado tratando estos temas de manera informal.

Apenas llevábamos escasos dos años y medio de ‘tranquilidad’ en términos de las relaciones comerciales con Estados Unidos, cuando de pronto ya estamos ‘de vuelta al ruedo’ con el proceso formal de consulta, que iniciaron la semana pasada los gobiernos de EU y Canadá, en torno a la política energética del presidente López Obrador. La queja se concentra en la presunta violación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC) en los capítulos de acceso a mercados, inversión y empresas públicas, particularmente en cuatro aspectos: (1) Los cambios que se llevaron a cabo el año pasado a la Ley de la Industria Eléctrica; (2) omisiones, demoras, bloqueo y revocación de capacidades y servicios a empresas privadas para operar en el sector energético de México; (3) aplazamiento del requisito de suministro de diésel ultrabajo en azufre solo para Pemex; y (4) acciones relativas al uso del servicio de transporte de gas natural en México. Cabe señalar que estas ‘consultas’ son un escalamiento del conflicto comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, que hasta la semana pasada habían estado tratando estos temas de manera informal.

¿Qué sigue? Dentro de los primeros 30 días naturales después de que inició el proceso de consulta (i.e. hasta el 19 de agosto), el equipo encargado de las negociaciones comerciales de México deberá sostener reuniones bilaterales con sus homólogos de Estados Unidos y Canadá sobre los temas de las disputas. Si esto ocurre, que parece que así será, entonces la fecha límite para llegar a una resolución de la disputa en el marco de este proceso de consulta sería el 3 de octubre (75 días en total). Ahora bien, en caso de que no se efectuara reunión alguna antes del 19 de agosto o si no se llega a una resolución antes del 3 de octubre, entonces el conflicto podría escalarse al siguiente nivel, que es la instauración de un ‘panel de solución de controversias’. Uno de los problemas de escalar el conflicto a nivel de panel es que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá podrían imponer medidas ‘retaliatorias’. Es decir, aranceles o cuotas a productos importados de México.

A pesar de que pudiera pensarse que estas medidas podrían instrumentarse en productos relacionados con la energía (e.g. petróleo) –dada la temática de la disputa comercial–, no necesariamente tiene que ser así. En este sentido, considero que imponer aranceles a las importaciones de petróleo mexicano sería un gran ‘balazo en el pie’ para Estados Unidos, máxime con las circunstancias actuales a nivel global, como la guerra en Ucrania y las sanciones económicas impuestas a Rusia, que incluyen la prohibición de compra de petróleo proveniente de dicho país. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, los países que desean imponer medidas retaliatorias buscan productos que cumplan con dos características: (1) Que tengan un impacto económico significativo, pero proporcional al que están siendo expuestos en su queja; y (2) que tenga el menor impacto posible en el país quejoso. Así, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos ha optado en el pasado por imponer medidas retaliatorias en productos agrícolas provenientes de México, a pesar de que las disputas no hayan tenido que ver con ese sector. Por un lado, las empresas estadounidenses no tienen un porcentaje tan alto de inversión en el sector agrícola en México, a diferencia de la industria automotriz y por otro lado, las medidas tienen un impacto importante en la economía mexicana. No obstante lo anterior, un problema mayor de llegar a esta segunda instancia –mucho más allá de los aranceles–, es poner en tela de juicio que México cumple con los tratados internacionales, eso sí podría tener una incidencia negativa muy significativa en las inversiones en nuestro país hacia delante.

El TMEC es muy claro y no parece que haya muchos argumentos para defender la política energética de la administración actual en México. Así, en mi opinión, lo que va a ocurrir es que se van a resolver las disputas en el proceso de consulta. Es decir, el gobierno mexicano va a ceder en lo que tenga que ceder para cumplir con el tratado y no se va a llegar a la constitución de un panel de solución de controversias. Aun así, es factible que el presidente López Obrador pueda cosechar una ganancia política comentando que el petróleo sigue siendo de la nación (asunto que no se está poniendo en tela de juicio en el marco de la disputa comercial), aun con los ‘ajustes’ que se tuvieron que hacer. Este ‘doble discurso’ ha sido utilizado en muchas ocasiones por nuestro presidente. Tal es el caso de la invasión rusa a Ucrania en donde, por un lado, en la conferencia matutina comentó que no se iban a imponer sanciones a Rusia, etcétera, mientras que en las Naciones Unidas México votó formalmente a favor de condenar dicha invasión.

Envío un abrazo con cariño a Raúl Martínez-Ostos, acompañándote a la distancia en el sentimiento por la pérdida de tu papá la semana pasada.

* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

COLUMNAS ANTERIORES

Reunión anual de otoño FMI/BM 2024: geopolítica a todo lo que da
El muy oportuno Premio Nobel de Economía 2024

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.