Perspectiva Global

Recesión pandémica 2019-2020

Tuvo una duración de 12 meses, en donde la actividad se contrajo 22 puntos porcentuales; claramente fue exacerbada por el virus SARS-CoV-2 y las restricciones a la movilidad.

El 2 de agosto pasado, el Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México (CFCEM) dio a conocer la identificación de doce puntos de giro que enmarcan seis recesiones y cinco periodos de expansión de la economía mexicana de 1980 a 2020. El Comité no se pronuncia sobre las causas de las recesiones, ni sobre la política económica instrumentada. Así, a título personal he estado comentando en este espacio sobre las seis recesiones identificadas por el Comité. La semana pasada terminé de escribir sobre la quinta recesión (“Crisis financiera global 2008-2009 (II)”, 20 de septiembre) y en esta ocasión comentaré sobre la sexta y última recesión, comprendida entre junio de 2019 y mayo de 2020, en donde la actividad económica se contrajo 22.0 puntos porcentuales y a la que decidí llamarle: ‘Recesión pandémica 2019-2020′. Si bien el Comité identificó el inicio de esta recesión desde junio de 2019 y la pandemia comenzó en México el 28 de febrero de 2020 con el primer contagio ‘oficial’, decidí llamarle ‘Recesión pandémica’ debido a que de junio de 2019 a febrero de 2020 la actividad económica cayó 0.2 puntos porcentuales, mientras que de marzo a mayo de 2020 la contracción fue de 21.8 puntos porcentuales.

La identificación de los puntos de giro de esta recesión fue de los procesos más complejos para el CFCEM. Sobre todo porque si bien ya se había comenzado a observar una desaceleración económica desde agosto de 2018, el comportamiento de la actividad económica no podía caracterizarse como una recesión bajo los criterios tanto de profundidad como de difusión. En este sentido, cabe señalar que la actividad económica había perdido dinamismo por las amenazas del presidente en turno de Estados Unidos, Donald Trump, en torno a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), así como el proceso de renegociación per se, que duró alrededor de dos años, firmándose en noviembre de 2018 y entrando en vigor en julio de 2020.

Así, esta recesión dio inicio en junio de 2019 y tuvo una duración de 12 meses, en donde el nivel de actividad económica se contrajo 22.0 puntos porcentuales de ‘pico’ a ‘valle’. Claramente lo que exacerbó esta recesión fue la pandemia que ocasionó el virus SARS-CoV-2 y las restricciones a la movilidad que instrumentaron tanto los diferentes niveles de gobierno como las empresas y los propios individuos así como las fuertes disrupciones a las cadenas globales de suministro y las secuelas que emanaron de dichos sucesos. Así, ésta ha sido la recesión más profunda que ha vivido México desde 1980.

De lado de la oferta agregada, los servicios y la producción industrial cayeron 19.8 por ciento y 28.8 por ciento de ‘pico’ a ‘valle’, respectivamente. Cabe señalar que la caída de los servicios más afectados por la pandemia fue compensada por un incremento relevante de otros servicios, como los servicios médicos, así como de los servicios de paquetería, ante el aumento de los pedidos a casa originados tanto por las tiendas ‘en línea’, como los de producción y envío de comida a casa. Por su parte, las importaciones no petroleras sufrieron una caída de 40.2 por ciento, que junto con la producción manufacturera fueron afectadas significativamente por las disrupciones de las cadenas de suministro a nivel global.

Por el lado de la demanda agregada, el consumo se contrajo 25.1 por ciento de ‘pico’ a ‘valle’. Cabe destacar que la inversión –que ya mostraba una tendencia descendente desde antes de la pandemia–, observó una caída de 36.7 puntos porcentuales de ‘pico’ a ‘valle’, tanto en maquinaria y equipo (-41.7 por ciento) como en construcción (-32.2 por ciento). La tasa de desempleo aumentó de 3.5 por ciento a 4.2 por ciento. Desde el punto de vista geográfico, las 32 entidades federativas observaron una caída significativa de su actividad económica.

Cabe señalar que aunque esta ha sido la recesión más profunda de 1980 a la fecha, debido a la propia naturaleza de la recesión, así como por la pérdida de dinamismo económico y las condiciones macroeconómicas del país, esta recesión no vino acompañada de una depreciación significativa del tipo de cambio. Asimismo, hubo espacio para llevar a cabo medidas contracíclicas. Si bien las medidas de carácter fiscal fueron muy limitadas, por el lado monetario el Banco de México llevó a cabo un ciclo de baja de la tasa de referencia de 7.00 por ciento en marzo de 2020, a 4.00 por ciento en febrero de 2021 e instrumentó catorce medidas adicionales para ampliar la liquidez y evitar que algún problema en ese rubro se tornara en un problema de solvencia. No hay duda de que la recesión lo ameritaba, pero cabe señalar también que tanto la inflación anual –que alcanzó su nivel más bajo históricamente (desde 1969 que se publica el INPC), en 2.1 por ciento en marzo de 2020–, como las propias acciones del Banco de la Reserva Federal (Fed) –al recortar significativamente su tasa de referencia e incrementar su estímulo cuantitativo–, propiciaron que el Banco de México efectivamente pudiera instrumentar un ciclo de tasas laxo.

Por último, el Comité identificó el inicio de la fase de recuperación en junio de 2020. Desde ahí, a pesar de que varios sectores de la economía ya se han recuperado a niveles previos a la pandemia de Covid-19, la actividad económica –medida por el PIB–, todavía no llega a ese nivel, con datos al segundo trimestre de 2022. Asimismo, la inflación se ha incrementado a niveles no observados desde inicios del siglo, que ya están siendo enfrentados por el Banco de México, que inició un ciclo de alza de tasas en junio del año pasado.

* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

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