Perspectiva Global

Silicon Valley Bank

El problema fue que SVB invirtió una buena parte de los depósitos en bonos del Tesoro, de largo plazo; pero, el banco tenía una base de depositantes de muy corto plazo.

Todo el mundo está hablando de la quiebra del banco americano Silicon Valley Bank o SVB. He escuchado comentarios como: “Es un banco de reciente creación por la ola de empresas de tecnología que quebró por haber invertido en criptomonedas”. Como dijo Mark Hamill, dando vida a Luke Skywalker en uno de los episodios de la saga de la Guerra de las Galaxias: “cada palabra en ese enunciado fue incorrecta”, Bueno, no tanto, sí es un banco y sí quebró, pero no es de reciente creación –fue fundado en 1983–, y no quebró por invertir en criptomonedas. Entonces… ¿Qué tipo de banco era SVB? ¿Era relevante? ¿Qué es lo que realmente ocurrió con SVB?

¿Qué tipo de banco era SVB? ¿Era relevante? Silicon Valley Bank era un banco de nicho. Es decir, especializado. ¿En qué? En empresas de reciente creación o ‘startups’ en inglés. En los ochenta los bancos no entendían el modelo de negocio de este tipo de empresas, sobre todo las de tecnología. Así, era difícil ofrecer servicios financieros que se adaptaran a sus necesidades. De esta manera, siendo SVB un banco que inició operaciones en Santa Clara, California, en pleno “Valle del Silicón”, a 70 kilómetros al sureste de San Francisco, en donde nacieron las empresas de tecnología como Hewlett Packard, Atari, Apple, Google y muchas otras más, se dedicó a las startups de tecnología. SVB logró conectar los fondos de capital privado (private equity) y de capital de riesgo (venture capital) con los emprendedores de tecnología. Es decir, la oferta de recursos, con la demanda de estos, respectivamente. Así, el banco mantenía depósitos tanto de los fondos de capital privado y de riesgo, como de las propias startups y les otorgaba líneas de crédito. Debido a las diferentes fases por las que pasa una startup, así como este tipo de fondos, no todos necesitan utilizar el dinero en un momento exacto en el tiempo, ni todos necesitan solicitar crédito. Así, con ese modelo de negocio el banco creció significativamente hasta llegar a ser el banco número 16 de Estados Unidos, de entre más de 4 mil 200 bancos registrados. No hay duda de que era relevante. Asimismo, para ponerlo en perspectiva, su colapso significó la segunda quiebra más grande de un banco en EU, después de la de Washington Mutual (WaMu), en ese fatídico septiembre de 2008.

Entonces… ¿Qué es lo que realmente ocurrió con SVB? Una ‘corrida bancaria’. Las corridas bancarias ocurren por falta de confianza en un banco o en el sistema. El negocio más tradicional de un banco es recibir depósitos –pagando (o no) una tasa de interés llamada ‘pasiva’–, y prestar parte de estos depósitos cobrando (siempre) una tasa de interés conocida como ‘activa’. Los depositantes pueden necesitar su dinero en el momento que deseen. Sin embargo, los bancos prestan parte de ese dinero a una empresa por un año o para una casa a pagarse en veinte o treinta años, etcétera. De esta manera, ningún banco en el mundo puede enfrentar que todos o la mayoría de los depositantes retiren su dinero en muy poco tiempo (i.e. ni modo que le pida a los clientes a quienes prestó dinero que paguen sus deudas al instante). Debido a que existe la posibilidad de que ocurra una corrida bancaria –entre muchos otras razones–, tanto los reguladores, como los propios bancos han desarrollado esquemas para evitarlas o detenerlas.

De lado de los reguladores existe: (1) Regulación y supervisión, que contempla medidas preventivas para que no ocurran quebrantos bancarios; (2) el Banco de la Reserva Federal de EU (Fed) –y en el caso de México, el Banco de México–, es el prestamista de última instancia que puede proveer liquidez a un banco o bancos, que estén viviendo un momento difícil de liquidez, de carácter transitorio; y (3) un seguro para los depositantes (Federal Deposit Insurance Corporation o FDIC en EU, el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario o IPAB, en México), que protege a los ahorradores hasta por una cierta cantidad (250 mil dólares en EU o lo equivalente a 400 mil UDIs en México, que hoy en día asciende a poco más de 2 millones 800 mil pesos).

Por su parte, para mitigar este riesgo, los bancos llevan a cabo un sinnúmero de estrategias como ofrecer depósitos a plazo –para que el dinero se encuentre ‘no disponible’ por un tiempo para el cliente, pagando una mayor tasa de interés–, así como utilizar otras fuentes de fondeo que no sean los depositantes, como los préstamos interbancarios. Asimismo, por el lado en donde asignan los recursos, los bancos los invierten en préstamos que consideran que pueden tener una probabilidad de repago alta, hasta bonos del gobierno federal, que son considerados como ‘libres de riesgo’. Es aquí en donde el SVB tuvo un problema.

¿Por qué los depositantes desconfiaron del banco? Podríamos pensar que ocurrió lo ‘clásico’ de una crisis de un banco en donde los clientes que pidieron un préstamo dejan de pagar (i.e. sube la cartera vencida) y eso hace caer los activos del banco. Sin embargo, esto no fue lo que sucedió. De hecho, la cartera vencida se encontraba en niveles considerados como ‘saludables’. El problema fue que SVB invirtió una buena parte de los depósitos en bonos del Tesoro Americano, pero de largo plazo. Así, con la rápida alza de tasas de interés del Fed, los bonos del Tesoro americano registraron fuertes minusvalías (pérdidas que no se han realizado porque todavía no se venden esos títulos), máxime los de largo plazo. Para poder cubrir ese faltante en sus activos, decidieron anunciar un aumento de capital y eso detonó la desconfianza de los depositantes. Adicionalmente, el banco tenía una base de depositantes considerada por algunos, como de muy corto plazo y muy concentrada, por lo que pocos depositantes que se fueran podrían convertirse en una corrida bancaria.

* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

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