El poder y la popularidad que ha ganado el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en los últimos años y la debilidad y falta de unidad que ha mostrado la oposición me hacía pensar que México había regresado al modelo de “Democracia Manejada” similar al que instrumentó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por más de siete décadas. En lugar de poner atención en los candidatos posibles de los diferentes partidos como ha sido desde el año 2000, ahora sólo habría que saber quién sería el candidato del partido en el poder para saber quién sería el siguiente presidente de nuestro país.
Claramente hay diferencias. Antes el partido en el poder tenía más que mayoría constitucional en ambas cámaras y la forma en que funcionaba la Suprema Corte la ponía también al servicio del Poder Ejecutivo. Sin embargo, con los intentos que ha hecho el presidente López Obrador para debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE) con la iniciativa de reforma constitucional y después el plan B, así como las claras amenazas en las conferencias matutinas para modificar la forma en la que opera la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y minar su independencia, considero que no hay duda de que el Presidente desea regresar a ese modelo de “Democracia Manejada” del que costó tanto salir.
En este sentido, el 11 de junio pasado, Morena publicó su proceso interno para elegir candidato presidencial. El proceso consta de cinco fases: (1) Del 12 al 16 de junio, que ya pasó: Registro de precandidatos. Para inscribirse, los precandidatos deben renunciar por completo a sus cargos gubernamentales, en caso de ocupar uno; (2) del 19 de junio al 27 de agosto, que está ocurriendo: campaña de precandidatos. Los precandidatos registrados podrán hacer campaña en todo el país; (3) del 28 de agosto al 3 de septiembre: habrá una encuesta entre los miembros del partido Morena para elegir a su candidato presidencial; (4) del 4 al 6 de septiembre: el comité de encuestas de Morena procesará los datos de la encuesta; y (5) el 6 de septiembre: Morena anunciará el resultado de las encuestas y, por lo tanto, quién será el candidato presidencial de Morena.
Hasta hace una semana, el enfoque tanto de la prensa mexicana, como de las redes sociales y de los analistas e inversionistas locales y extranjeros era dar seguimiento al proceso de Morena, con una oposición totalmente ausente. No obstante lo anterior, a inicios de la semana pasada ocurrieron dos hechos que en mi opinión se pueden traducir en una nueva esperanza para nuestro país (al estilo A New Hope de la saga de Star Wars).
Por un lado, la coalición Va por México anunció oficialmente su método para seleccionar al candidato a quien respaldarán en las elecciones presidenciales de 2024, que tiene como objetivo tener el nombre del candidato en la boleta electoral para el 3 de septiembre, tres días antes del anuncio de Morena. El proceso consta de cuatro etapas: (1) Registro de candidatos a partir del 4 de julio. Los solicitantes deben recibir el respaldo ciudadano a través de una plataforma virtual. Aún no se ha especificado el número mínimo de respaldos requeridos, pero es probable que sean al menos 150 mil firmas; (2) los candidatos registrados participarán en un debate para discutir su visión de México. Los tres candidatos principales, determinados a través de encuestas de opinión pública, avanzarán a la siguiente etapa; (3) en esta etapa, habrá cinco debates adicionales y se realizarán más estudios de opinión; y (4) las encuestas más recientes se revelarán el 3 de septiembre. En el mismo día, Va por México llevará a cabo elecciones primarias y dará a conocer su candidato presidencial.
Por otro lado, la senadora Xóchitl Gálvez anunció que participará en el proceso para elegir candidato presidencial de la coalición opositora Va por México. Antes de ser senadora, Xóchitl (de 60 años) fue alcaldesa de Miguel Hidalgo en la Ciudad de México (2015-2018), y fue jefa de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2003-2006). Ha sido defensora del desarrollo sostenible, una luchadora por el empoderamiento de las mujeres, ha combatido la pobreza y ha sido promotora de medidas de transparencia y lucha contra la corrupción.
A diferencia de otros precandidatos, no se le ve como parte del establishment o del sistema. Xóchitl proviene de orígenes humildes en su estado natal de Hidalgo. Vendía gelatinas para pagar sus estudios y pudo obtener un título en Ingeniería en Sistemas Computacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Luego fundó una empresa que diseña edificios inteligentes (High Tec Services) y la fundación Porvenir, que apoya a niños con problemas de desnutrición en áreas indígenas de México. En 1999, Xóchitl fue reconocida por el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, como una de las “100 Líderes Globales del Futuro”, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en recibir este honor. Xóchitl no aparecía en las encuestas nacionales como precandidata para las elecciones presidenciales porque había sido muy vocal en que se postularía como alcaldesa de la Ciudad de México en 2024.
Adicionalmente, después del anuncio de Xóchitl, dos contendientes de Va por México que estaban bien posicionadas en las encuestas, renunciaron a buscar la candidatura (Lilly Téllez del PAN y Claudia Ruiz Massieu del PRI), aumentando la probabilidad de que Xóchitl se convierta en la candidata presidencial de la principal coalición opositora.
* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.