A inicios de este año dediqué este espacio a comentar sobre nuestro ‘superpeso’ (“El superpeso”, 17 de enero). En ese momento, mencioné que la fortaleza de nuestra moneda se debía a seis pilares: (1) Un universo de inversión reducido en mercados emergentes (e.g. sin Rusia, desinversiones en China por las tensiones con EU, limitaciones relevantes para invertir en Turquía); (2) Banco de México ha actuado con responsabilidad en el combate de la inflación con incrementos de la tasa de referencia desde junio de 2021; (3) finanzas públicas de nuestro país en mucho mejor estado que en el resto de emergentes; (4) déficit de cuenta corriente de nuestro país relativamente pequeño y bien financiado; (5) relocalización o nearshoring (“‘Nearshoring’ en México, una realidad”, 29 de noviembre, 2022); y (6) estabilidad política y social de México, sobre todo relativa a nuestros países vecinos de Latinoamérica.
¿Quién veía venir un tipo de cambio por debajo de los 17.00 pesos por dólar? Yo no lo veía venir en enero. Los pronósticos se hacen con la información disponible y lo que se puede inferir de ésta con las mejores herramientas posibles. Pero claramente son referencias. No son infalibles y su precisión se compara con otras personas o instituciones que hacen proyecciones de manera informada y frecuente. En este sentido, Enrique Quintana –vicepresidente y director general editorial de El Financiero–, escribió en su columna ‘Coordenadas’ (“El destino del superpeso”, 13 de julio) que “…en la encuesta publicada por Citibanamex el pasado 5 de enero se percibía que el pronóstico con el valor del dólar más alto para este año era el de Monex, con un estimado de 21.30 pesos, mientras que el de Barclays era el que lo ponía en el nivel más bajo con 19 pesos por dólar…”.
¿Qué provocó que el peso rompiera ‘la barrera’ de los 17.00 pesos por dólar? En mi opinión, considero que hubo cambios importantes en esos ‘seis pilares’. El universo de inversión en el mundo emergente (pilar 1) se ha achicado todavía más con la desinversión que ha habido de activos sudafricanos, después de que se descubrió que estaban vendiendo armas a Rusia. Los inversionistas temen perder su dinero si se aplican sanciones. Por su parte, el hecho que los participantes de los mercados perciban que la mayoría de los bancos centrales de Latinoamérica vayan a bajar las tasas de interés mucho antes que el Banco de México (pilar 2), también ha fortalecido la posición relativa del peso mexicano. Asimismo, ha habido anuncios importantes y más evidencia sobre el nearshoring en México (pilar 5), que ha entusiasmado al público inversionista, en particular la noticia de la planta de Tesla en Nuevo León.
Cabe destacar que también han sido importantes las resoluciones de la Suprema Corte para echar para atrás los intentos del presidente López Obrador por debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE), porque han mejorado la percepción sobre el estado de la democracia en México, parte vital de la estabilidad social y política (pilar 6). A esto se le sumó la muestra de unidad y coordinación de la principal fuerza opositora de nuestro país Va por México al anunciar su proceso para escoger a su candidato, así como el anuncio de la participación de Xóchitl Gálvez en dicho proceso, que abonan a tener un proceso electoral competitivo (“Una nueva esperanza”, 4 de julio). En mi opinión, la ‘gota que derramó el vaso’ para que el peso rompiera los 17.00 pesos por dólar con fuerza, fue el dato de inflación de junio en los Estados Unidos –que se publicó la semana pasada–, que al salir por debajo de lo anticipado, dio esperanza a los inversionistas de que el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) no vaya a tener que subir mucho más las tasas de interés e inclusive, para muchos, que eso signifique un pronto inicio de un ciclo de baja de tasas (que no veo posible, pero bueno).
¿Hacia dónde se puede dirigir el peso? Considero que el tipo de cambio se puede quedar alrededor de 17.00 pesos por dólar en los próximos tres meses, con días por debajo de ese nivel, claramente. Ahora, hacia fin de año, lo que respondí en la misma encuesta que menciona Enrique Quintana, es 17.50 para finales de 2023 y 19.00 para 2024. Considero que el por el momento no hay alguna razón adicional por la que el peso pueda apreciarse por debajo de los 16.00 pesos por dólar. Asimismo también considero que hay que tomar en cuenta cuatro factores: (1) La mayoría de los modelos de tipo de cambio real de equilibrio colocan al peso entre 5 y 15 por ciento de sobrevaluación (i.e. debería estar entre 17.50 y 19.00); (2) considero que el posicionamiento de los corporativos y de los hogares mexicanos está muy en línea con las posiciones especulativas de los mercados de futuros, i.e. muy largos dólares con respecto a las métricas disponibles históricas; (3) dado el nivel de tipo de cambio tan bajo y que se acerca la fecha en la que se negocia la Línea de Crédito Flexible (FCL) con el Fondo Monetario Internacional (noviembre), en donde es probable que se siga recortando el monto de la línea, la Comisión de Cambios en México podría anunciar un programa de acumulación de reservas internacionales para suplir esa línea de crédito, que aunque lo haga con mecanismos preanunciados y poco disruptivos y sin afán de mandar alguna señal del nivel de tipo de cambio, implicaría compra de dólares de parte del Banco de México; y (4) la última vez que escribí sobre el ‘superpeso’ fue el 28 de febrero (“Los mercados no están ciegos en cuanto al ‘superpeso’”), comenté sobre el bajo porcentaje de tenencia de bonos mexicanos en pesos (Mbonos) por parte de extranjeros. Ésta se encuentra alrededor de 33 por ciento, cuando hemos estado cerca del 70 por ciento. La mayoría de las posiciones largas en pesos mexicanos se encuentran en instrumentos de muy corto plazo, que pueden salir muy rápido o que pueden servir para comprar Mbonos –que sería muy bueno para los inversionistas al fijar una tasa alta y muy sano para nuestro país–, pero que podrían utilizar coberturas para no tener exposición en pesos, i.e. provocar venta de pesos y compra de dólares. Eso puede ocurrir a partir de que el Fed provea mayor claridad a los mercados financieros. Es muy probable que esto ocurra tan pronto como en septiembre de este año.
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.