La actividad económica no ha dejado de sorprender al alza este año. Esto ha ocurrido no solo con el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y los indicadores mensuales más oportunos, sino también con los datos de empleo. Considero que el escenario de ‘no recesión’ en Estados Unidos este año ha sido la razón principal de las continuas revisiones al alza de las proyecciones de crecimiento del PIB de menos del 1.0 por ciento a finales del año pasado, a 3.0 por ciento, actualmente. En mi opinión, los efectos positivos de la relocalización (o nearshoring) y el crecimiento de sectores que aún estaban rezagados por la pandemia, fueron las principales razones por las que desde principios de año estimaba un crecimiento por encima del consenso. Por un lado, la necesidad que enfrentan muchas empresas de manufactura para trasladar sus líneas de producción desde Asia y Europa del este a los Estados Unidos o a un lugar cercano con vocación manufacturera (e.g. México), va a persistir casi independientemente si Estados Unidos experimenta una recesión o no. Por el otro, a pesar de que el PIB de México regresó a niveles previos a la pandemia en el segundo trimestre de 2022, esto no ocurrió en todos los sectores. La construcción, así como los servicios de recreación, cultura y eventos deportivos, entre otros sectores, seguían rezagados a principios de este año, ante la falta de un programa de estímulo fiscal durante la fase más difícil de la pandemia. Las proyecciones más optimistas asumían que estos sectores –que son más dependientes de factores internos– se recuperarían más rápido este año, a medida que la economía se reabriera por completo.
Los datos de actividad económica en los Estados Unidos han dejado claro que la probabilidad de que haya una recesión este año es muy baja. Sin embargo, en esta ocasión, el mayor crecimiento de la economía americana no se ha transmitido hacia México principalmente a través de la actividad manufacturera, sino a través de las remesas y el turismo. La producción de automóviles ha sido la excepción. Las exportaciones de automóviles mexicanos a Estados Unidos han superado a todos los demás subsectores manufactureros en México, con el objetivo de satisfacer la demanda latente de automóviles en los Estados Unidos, que se generó durante la pandemia. Por el lado del nearshoring, una gran cantidad de inversionistas esperaba observar un aumento significativo en la producción manufacturera, casi de inmediato. Sin embargo, este no ha sido el caso en México todavía. Las empresas necesitan preparar el terreno para aterrizar las fábricas que desean reubicar. Es por esto que hemos observado un auge en la construcción de parques industriales, particularmente en el corredor norte del país. Además, los desarrolladores de parques industriales han estado utilizando sus líneas de crédito con bancos locales. Hemos observado que el crédito de la banca comercial en México a los desarrolladores inmobiliarios ha continuado creciendo a una tasa anual de doble dígito, a pesar del ciclo tan significativo de alza de tasas. Esto debería despejar las dudas de que el nearshoring ha sido solo una moda pasajera, más allá de los anuncios de las empresas sobre sus inversiones en México.
Por el lado de la inflación, ésta ha disminuido de su pico más reciente en 8.77 por ciento en la primera quincena de agosto del año pasado, a 4.67 por ciento en el mismo periodo de 2023. Sin embargo, alrededor del 70 por ciento de esta desinflación se ha explicado principalmente por el componente no subyacente (e.g. energía, productos agropecuarios). Esto plantea dos problemas para el banco central de México (Banxico). Por un lado, es probable que esa inflación no subyacente se vuelva a acelerar hacia fin de año. Probablemente esto no solo se deba a su naturaleza de reversión a la media, sino también a las presiones actuales y futuras sobre los precios de los productos agrícolas, dado el fin del acuerdo de guerra entre Rusia y Ucrania para exportar grano, así como los efectos del fenómeno climático de El Niño. Sin embargo, por otro lado, el componente subyacente –principalmente los servicios–, han seguido contribuyendo a la inflación general muy por encima de los niveles históricos previos a la pandemia. Las empresas siguen siendo capaces de transferir precios más altos a los consumidores, dada la fortaleza de la economía y del mercado laboral. En general, si bien anticipo que la inflación subyacente continúe con una tendencia a la baja hacia 5.3 por ciento para fin de año y hasta el 3.6 por ciento en 2024, considero que la inflación general de 12 meses se volverá a acelerar del nivel actual de 4.67 por ciento en la primera quincena de agosto, hacia 5.3 por ciento para finales de 2023 (2024: 3.5 por ciento).
En este sentido, parece que la política monetaria no ha logrado enfriar la economía en muchos lugares del mundo, y México no es una excepción, a pesar de que Banxico subió la tasa de referencia 725 puntos básicos entre junio de 2021 y marzo de 2023. En mi opinión, la política monetaria ha tenido éxito a través del canal del tipo de cambio, y las acciones oportunas y decisivas de Banxico han sostenido la credibilidad de largo plazo de nuestro Instituto Central. Esto también ha ayudado a reducir las presiones inflacionarias a través del canal de expectativas. Sin embargo, la inflación sigue muy por arriba del objetivo del 3.0 por ciento y aunque efectivamente está bajando, lo está haciendo a un ritmo muy lento. En este contexto, recientemente el tono de la comunicación del propio Banco Central se ha vuelto más restrictiva (hawkish). Incluso el subgobernador Heath –quien lideraba las discusiones sobre recortes de tasas en la Junta–, abandonó la idea de que Banxico podría recortar las tasas una vez que la tasa real ex ante (tasa nominal ‘menos’ las expectativas de inflación de 12 meses) superara el umbral del 7.0 por ciento, en las minutas de la reunión pasada. Todo esto, dejando de lado que el Banco de la Reserva Federal de EU (Fed) todavía se encuentra en modo restrictivo, con alta probabilidad de otro aumento de tasas antes de fin de año. Aun así, continúo anticipando que Banxico podrá recortar la tasa de referencia tan pronto como en febrero de 2024, llevándola hacia un nivel de 7.50 por ciento para finales del año que entra.
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.