Después de superar las expectativas de los analistas por varias veces en términos de crecimiento económico el año pasado, la economía mexicana terminó el 2023 con una desaceleración. A finales de 2022, el consenso de analistas anticipaba un crecimiento de 0.9 por ciento para 2023 (un servidor, 1.4 por ciento). Como ya sabemos, el PIB creció 3.2 por ciento el año pasado. Un aspecto importante es que la mayoría de los economistas anticipábamos una desaceleración fuerte en los Estados Unidos por la restricción monetaria del Banco de la Reserva Federal (Fed). Cosa que no sucedió. A pesar de que la economía mexicana creció 3.6 veces lo que pronosticaba el consenso, la actividad económica terminó el año con un menor impulso. En el primer trimestre, el PIB creció 0.5 por ciento con respecto al trimestre anterior (ajustado por estacionalidad). En 2T23 registró un crecimiento de 0.8 por ciento y en 3T23 se aceleró todavía más a 1.1 por ciento. Sin embargo, en el cuarto trimestre la economía solo creció 0.1 por ciento.
Como comenté en este espacio el 6 de febrero pasado, la desaceleración se explicó por dos factores principalmente: (1) Una fuerte caída en la producción agropecuaria (-1.0 por ciento trimestral) debido a los efectos del fenómeno climatológico de ‘El Niño’, que es transitorio; y por (2) una caída en la producción manufacturera (-0.5 por ciento) ante un descenso pronunciado de la producción automotriz (-12.9 por ciento mensual en noviembre y -34.5 por ciento en diciembre), debido a un cambio atípico en los nuevos modelos de los autos, en donde la producción paró también de manera transitoria (“A veces lo que se ve, no es lo que parece”). Debido a que la desaceleración del último trimestre de 2023 fue explicada por aspectos ‘de una sola vez’ y que tres de las cuatro fuerzas que explicaron el crecimiento de México el año pasado estarían presentes en éste, consideré que 2024 podría iniciar con un fuerte impulso.
Sin embargo, parece que este ‘bache en el camino’ del cuarto trimestre de 2023 se extendió al primer trimestre de 2024. En este sentido, las preguntas ahora son: ¿cómo se ve el crecimiento este año? y cómo empezó el año? El consenso de analistas proyecta un crecimiento de 2.4 por ciento para este año en nuestro país. Creo que puede ser hasta 3.0 por ciento. En mi opinión, el crecimiento en 2023 fue impulsado por: (1) Recuperación de sectores que se encontraban rezagados por debajo de los niveles precovid, como la construcción, los servicios de hoteles y restaurantes y las actividades recreativas; (2) crecimiento de EU; (3) aceleración del gasto público en los proyectos de infraestructura insignia del presidente López Obrador; y (4) nearshoring, vía principalmente la construcción de parques industriales.
Si bien considero que el factor (1) ya no será relevante para explicar el crecimiento en 2024, los otros tres serán clave. Ahora veamos los datos de actividad económica de 2024 que se han publicado hasta el momento. De lado de la oferta agregada, se han publicado los reportes de enero, febrero y marzo de la producción automotriz, así como la producción industrial de enero (0.4 por ciento mensual) y el IGAE (una aproximación del PIB mensual) de enero (-0.6 por ciento mensual). De lado de la demanda agregada, se han publicado las ventas al menudeo de enero (-0.6 por ciento mensual), el indicador mensual de consumo privado, también para enero (-0.6 por ciento) y el de inversión fija bruta para el primer mes del año (0.1 por ciento). Así, estos datos parecen indicar que ese ‘bache en el camino’ se extendió al menos a enero de este año, pero con algunos detalles que creo que vale la pena mencionar.
Por un lado, ‘El Niño’ está teniendo un efecto más prolongado. A diferencia de lo que anticipaba, la producción agropecuaria registró una caída más pronunciada en enero (-12.9 por ciento mensual). Sin embargo, la producción automotriz sí se ha estado recuperando, registrando incrementos mensuales en los primeros tres meses del año.
Hacia delante, se sigue proyectando un crecimiento fuerte en EU para este año (alrededor de 2.5 por ciento), el nearshoring continúa y se va a exacerbar conforme se incrementan las tensiones geopolíticas entre China y EU. Asimismo, el gobierno mexicano desea finalizar las obras de infraestructura icónicas de esta administración, por lo que debemos de anticipar una aceleración de la actividad económica en los próximos meses. Adicionalmente, otros indicadores como la recaudación del IVA en enero y febrero en México –que guarda alta correlación positiva con el consumo interno–, se elevó 4.1 por ciento anual, en términos reales, de acuerdo con el último reporte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Otro tema relevante que puede dar un impulso adicional al consumo privado a partir de febrero son el adelanto del pago de programas sociales, debido a que la ley prohíbe que el gobierno entregue este tipo de apoyos dos meses previos a la elección. En este sentido, ya observamos que el monto de billetes y monedas en poder del público aumentó cerca de 10.0 por ciento anual en febrero de este año, en términos reales, de acuerdo con el último reporte mensual de agregados monetarios que publica el Banco de México. En resumen, a pesar de que la actividad económica empezó el año reflejando parte de la debilidad que hizo que la economía se desacelerara a finales de 2023, considero que existen elementos para anticipar un mejor desempeño del PIB hacia delante.