La semana pasada se llevaron a cabo las reuniones anuales de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en la ciudad de Washington, DC, la capital de los Estados Unidos. Un momento muy esperado que da inicio a las discusiones es la publicación del documento ‘Perspectiva Económica Mundial’ (World Economic Outlook o WEO), que en esta ocasión el economista en jefe actual, Pierre-Olivier Gourinchas, y el staff titularon “Estable, pero lento: Resiliencia en medio de la convergencia”. En este sentido, así se observan las proyecciones de crecimiento del FMI. Estables porque con algunas excepciones como Argentina, la mayoría de los países se encuentra creciendo. Lento, porque se pronostica que el crecimiento global se ubique en 3.2 por ciento este año, 10 puntos base (0.10 puntos porcentuales) por arriba de su pronóstico de enero y también 3.2 por ciento en el 2025, que es de las tasas de crecimiento más bajas de la historia. Resiliente porque las economías parecen no haber sido muy afectadas por la restricción monetaria de la mayoría de los bancos centrales. El FMI estima que esto se explica por factores tanto de corto plazo como los altos costos de endeudamiento y el retiro del apoyo fiscal, así como a los efectos a más largo plazo de la pandemia de covid-19 y la invasión rusa de Ucrania, así como débil crecimiento de la productividad y la creciente “fragmentación geoeconómica”, como el FMI le ha llamado a la ‘desglobalización’. Por su parte, ‘en medio de la convergencia’ porque los países continúan observando diferencias importantes entre sí, particularmente porque tanto el efecto como la magnitud de los estímulos fiscales y monetarios fue diferenciado entre países y regiones, así como el proceso de vacunación, que ocurrió en momentos diferentes en el tiempo. Esto provocó que las tasas de crecimiento fueran mayores en las economías avanzadas primero y que se observara este fenómeno en las economías emergentes, pero con un rezago.
Así, por ejemplo, el staff del FMI anticipa que las economías avanzadas crezcan 1.7 por ciento este año y 1.8 por ciento en el 2025, mientras que en las emergentes, 4.2 por ciento tanto este año como el que entra. Cabe destacar que gran parte de ese 4.2 por ciento de crecimiento en emergentes se explica por las tasas de crecimiento de China e India, en donde se anticipa que crecerán 4.6 y 6.8 por ciento, respectivamente este año y 4.1 y 6.5 por ciento en el 2025. Ambas economías tienen una ponderación de casi 21 por ciento en el PIB global (27 por ciento, ajustado por paridad poder de compra). En el caso de México, el staff del FMI pronostica un crecimiento de 2.4 por ciento en 2024 y 1.4 por ciento en 2025, similar a la mediana del consenso de analistas.
A pesar del enfoque que existe por los pronósticos numéricos, normalmente los temas que enmarcan las discusiones de las reuniones son los riesgos para las perspectivas de crecimiento hacia delante. De acuerdo con el WEO, el balance de riesgos para el crecimiento económico global se encuentra equilibrado. Por un lado, en cuanto a los riesgos a la baja, el FMI identifica seis riesgos: (1) Posibilidad de un incremento de la inflación temporal derivado de las tensiones geopolíticas; (2) tensión cambiaria, dada la divergencia en las velocidades de desinflación entre las principales economías; (3) la restricción monetaria podría enfriar la actividad económica más de lo previsto; (4) el débil crecimiento en China podría perjudicar a sus socios comerciales. Sobre todo, la instrumentación de una política integral al problema del sector inmobiliario; (5) un giro disruptivo hacia aumentos de impuestos y recortes de gastos, dada la elevada deuda pública en muchas economías. Esto podría debilitar la actividad, erosionar la confianza y minar el apoyo a las reformas y el gasto para reducir los riesgos del cambio climático; (6) la desglobalización podría intensificarse. En este sentido, mayores restricciones a los flujos de bienes, capitales y personas implicarían una desaceleración del lado de la oferta.
Por otro lado, en cuanto a los riesgos al alza, el staff del FMI identificó tres: (1) Una política fiscal más flexible de lo necesario podría acelerar la dinámica de la actividad económica en el corto plazo, aunque se corre el riesgo de realizar ajustes de política más costosos en el futuro; (2) la inflación podría caer más rápido de lo esperado en medio de mayores ganancias en la participación de la fuerza laboral, lo que permitiría a los bancos centrales adelantar planes de flexibilización; y (3) la inteligencia artificial y reformas estructurales más significativas de lo previsto podrían estimular la productividad.
Con el balance de riesgos ‘neutral’ y con un Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) que no se sabe si podrá iniciar un ciclo de baja de tasas de interés este año, una gran cantidad de participantes, así como de inversionistas que asistieron a los eventos de estas reuniones anuales, quedaron sin saber qué dirección pueden tomar los mercados financieros internacionales hacia delante. Así, los participantes de los mercados estarán buscando catalizadores para encontrar la nueva dirección de los mercados en las próximas semanas.