Perspectiva Global

Debilidad de finales de 2023 se extendió a inicios de 2024

El PIB del primer trimestre fue impulsado por el sector servicios, mientas que la producción agropecuaria y la industrial restaron empuje.

La semana pasada el INEGI publicó el PIB del primer trimestre de este año (en su ‘estimación preliminar’). La economía registró un crecimiento trimestral de 0.2 por ciento. El PIB fue impulsado por el sector servicios, que creció 0.7 por ciento. De hecho, tanto la producción agropecuaria, como industrial restaron impulso al PIB habiendo observado caídas de 1.1 y 0.4 por ciento, respectivamente. A tasa anual el PIB creció 1.6 por ciento.

No vamos a tener el detalle fino por subsector hasta la publicación del PIB revisado (o ‘estimación tradicional’), que el INEGI hará público el 23 de mayo. Sin embargo, por un lado sabemos que El Niño ha estado afectando la producción agrícola (“Los peligros económicos de El Niño y La Niña”, 22 de agosto, 2023). Por otro lado, en los indicadores de más alta frecuencia de lado de la oferta –como los reportes mensuales de producción industrial y automotriz, entre otros–, se ve que las actividades que restaron dinamismo a la economía fueron la construcción y la minería.

Esto quiere decir que los efectos de El Niño han sido menos transitorios de los que pensaba, generando una volatilidad todavía más alta de lo que normalmente observa. En el detalle del IGAE –una aproximación mensual del PIB–, la producción agropecuaria cayó 12.9 por ciento en enero y en febrero se incrementó 16.5 por ciento. En cuanto a la manufactura, recordemos que el año pasado prácticamente el único subsector que creció fue la producción automotriz (8.2 por ciento), mientras que las demás ramas manufactureras observaron debilidad.

Aún así, cabe destacar que la producción de vehículos sufrió una caída muy relevante en noviembre y diciembre (-43 por ciento). Si bien varias empresas de este sector llevan a cabo el cambio de sus modelos y llegan a parar la producción en estos meses, en esta ocasión casi todas lo hicieron al unísono, algo muy inusual. Sin embargo, este comportamiento pudo ser explicado por las huelgas del año pasado en este sector en los Estados Unidos, así como la transformación que estamos observando hacia la producción de vehículos eléctricos. Al final, un aspecto positivo es que esto es temporal y que, aunque ha tardado más de lo que un servidor anticipaba en recuperarse, ha estado creciendo en los primeros tres meses del año (+40 por ciento entre enero y marzo).

Así como comenté hace algunas semanas en este mismo espacio, continúo pensando que, aunque la debilidad del cuarto trimestre del año pasado se extendió al primer trimestre de este año, esto solo es un bache en el camino y no una tendencia (“Desaceleración económica: ¿tendencia o bache en el camino?”, 9 de abril). Hacia delante, en mi opinión, existen tres fuerzas que elevarán la tasa de crecimiento de la economía de nuestro país en lo que resta del año: (1) Mayor dinamismo en los dos sectores que han sufrido choques transitorios: (a) agropecuario y (b) automotriz; (2) repunte importante en la construcción no residencial por aceleración del gasto público para dar fin a las obras insignia del presidente López Obrador antes de que termine su sexenio, así como la construcción de parques industriales, que ha sido una de las formas en que se ha observado que el nearshoring ha impulsado la economía mexicana (“Nearshoring’ en México, una realidad”, 29 de noviembre, 2022); y (3) crecimiento de la economía de los Estados Unidos, con un impulso más del lado de manufactura –en línea con el repunte de la manufactura a nivel global–, y menos por las vías de remesas y turismo, en donde se empieza a apreciar el impacto de la política monetaria restrictiva en EU, particularmente en las remesas, así como la fortaleza del peso vis-à-vis el dólar, encareciendo el turismo en México. De hecho, en los reportes mensuales de producción industrial en México hemos visto ya un repunte de las manufacturas no automotrices en enero y febrero y en los reportes mensuales de remesas ya hemos observado una falta de crecimiento, aunque a un nivel muy alto.

De esta manera, con el crecimiento trimestral de 0.2 por ciento o anual de 1.6 por ciento en 1T24, en mi opinión, ya no dan los números para alcanzar un crecimiento del PIB de 3.0 por ciento para todo 2024, pero sí para uno de 2.6 por ciento. Esto implica un crecimiento importante en el segundo trimestre, aunque veamos cierta desaceleración en la segunda mitad del año, sobre todo por el cambio de estafetas en las diferencias instancias gubernamentales, que históricamente disminuye el dinamismo de nuestra economía.

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