Pensamos que con la invasión de Rusia a Ucrania las tensiones geopolíticas se elevaron a niveles que no veíamos desde la Guerra Fría. Sin embargo, el escalamiento del conflicto en Israel a partir de los ataques terroristas de Hamas (’Guerra Fría 2.0′, 16 de abril) y ahora la elección en los Estados Unidos está elevando los niveles de incertidumbre de manera significativa. En el caso de la elección de EU, la presencia del expresidente Donald Trump en la boleta desde 2016 ha modificado el estatus de este ejercicio democrático de simple ‘evento de riesgo’ a ‘amenaza de crisis’. Adicionalmente, el hecho de que el resultado de la elección no se perciba binario, es decir, gana Trump o gana Harris, sino que se vean otros escenarios de riesgo, tiene muy preocupados a los inversionistas. Entre los escenarios posibles se contempla la posibilidad de que nos encontremos en una situación similar a la de la elección entre Al Gore y George W. Bush en el año 2000, en el que estuvimos más de un mes sin saber el resultado de la elección (del 7 de noviembre al 13 de diciembre). Asimismo, también se percibe la posibilidad de que el expresidente Trump no reconozca el resultado de la elección, si este beneficia a Kamala Harris por una diferencia mínima y que, a su vez, esto pueda causar descontento social y violencia, más allá de lo que vimos en ‘la toma del Capitolio’ en enero de 2021, inclusive a nivel nacional. Estos escenarios de alto riesgo están acompañados por otros eventos relacionados como la posibilidad del famoso red sweep, que podemos traducir como ‘carro completo’ para los republicanos tanto en la Cámara de Representantes, como en el Senado.
No por nada la mayoría de los inversionistas con los que tuve la oportunidad de platicar la semana pasada en Washington DC, ha modificado sus portafolios de inversión a esquemas que representan muy bajo riesgo. Por el momento, los temas idiosincráticos han quedado rezagados y probablemente se retomen después de la elección en EU, claramente dependiendo del resultado y en el caso de que triunfe el candidato republicano, del tono de los discursos que dé como presidente electo y de las primeras acciones que lleve a cabo después de que tome posesión. Pues alrededor de estos temas es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) llevaron a cabo su reunión anual de otoño en la capital de nuestro país vecino del norte, la semana pasada. Entre días soleados, pero ya con el aire frío característico de otoño, Washington DC se convirtió en el lugar de las camionetas tipo Suburban de color negro entre calles con bloqueos policiacos y desfile de celebridades del mundo financiero como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI; Ajay Banga, presidente del Banco Mundial, el orgullosamente mexicano Agustín Carstens, director gerente del Banco de Pagos Internacionales (BIS); Jerome Powell, el presidente del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), y un sinnúmero de miembros de los ministerios de finanzas y banqueros centrales de los países miembros del FMI, banqueros de Wall Street y economistas galardonados con el Premio Nobel de Economía, como Daron Acemoğlu, con quien tuve la oportunidad de conversar en la reunión de primavera, en abril (’Inteligencia artificial: impacto macroeconómico y utilización’, 30 de abril), quien recibirá el máximo galardón de esta disciplina este año (’El muy oportuno Premio Nobel de Economía 2024′, 22 de octubre). Cabe señalar que en julio de este año se cumplieron 80 años del Acuerdo de Breton Woods, en el que se creó el sistema monetario internacional con el que hoy vivimos (con algunas modificaciones) y que entre otras cosas, dio origen al FMI y al BM.
En el documento ‘Perspectiva Económica Global’ (World Economic Outlook o WEO) que publica el FMI cuatro veces al año, el economista en jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas y el staff del FMI escribieron que “la batalla global contra la inflación ha sido en gran medida ganada”. En este sentido, destacaron que a pesar de un ajuste monetario agudo y sincronizado en todo el mundo, la economía global ha mostrado una notable resiliencia durante el proceso de desinflación, evitando así una recesión mundial. Este es el sueño de todo macroeconomista: poder atajar el tema inflacionario sin causar una recesión. En resumen, el FMI explica el fenómeno inflacionario reciente y lo que ayudó a que pudiera atajarse exitosamente. Las fuertes disrupciones a las cadenas de suministro, combinadas con fuertes presiones de demanda tras la pandemia, seguidas por picos abruptos en los precios de las materias primas a causa de la guerra en Ucrania, explicaron el aumento significativo de la inflación a nivel global. A medida que las interrupciones a las cadenas de suministro fueron desapareciendo y el endurecimiento de la política monetaria comenzó a restringir la demanda, la normalización en los mercados laborales permitió que la inflación disminuyera rápidamente sin una desaceleración significativa en la actividad económica. Así, si bien gran parte de la desinflación puede atribuirse a la desaceleración de los choques por sí mismos, la mejoría en los mercados laborales, en muchos casos vinculada a la inmigración y la política monetaria desempeñaron un papel crucial para mantener las expectativas de inflación bien ancladas, evitando espirales de salarios y precios y un regreso a la desastrosa experiencia inflacionaria de la década de los setenta. No obstante lo anterior, el FMI destacó que nos encontramos en un mundo dominado por interrupciones en las cadenas de suministro, ya sea por el cambio climático, la salud o la geopolítica. Además, la inflación en los servicios permanece excesivamente elevada, casi el doble de lo que era antes de la pandemia. En el ámbito político, la incertidumbre en torno a las perspectivas es alta, ya que alrededor de la mitad de la población mundial ha ido o irá a las urnas este año, y los gobiernos recién elegidos podrían introducir cambios significativos en la política comercial y fiscal.
Dedico esta columna a mi muy querido amigo, Eduardo Campos Garza, que tristemente falleció intempestivamente hace algunos días. Gran conocedor y apasionado de los temas económicos y financieros. Conozco pocas personas con las que siempre se aprende algo nuevo en una breve plática, como lo era con Eduardo, que ahora en paz descanse. Mando un muy fuerte abrazo a Laura; a Regina, su hija; a María Elena, su hermana y demás familiares, así como a nuestros amigos en común y a quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, tratarlo e inclusive, trabajar con él en el Banco de México.