El dato de PIB del tercer trimestre de este año hace pensar que la economía se aceleró, mientras que para el año que entra, las perspectivas apuntan a una desaceleración similar a la que se vive cada inicio de sexenio (2007: -2.7 puntos porcentuales (pp); 2013: -2.7pp; 2019: -2.4pp). No obstante lo anterior, considero que, por un lado, el PIB del tercer trimestre no está mostrando una aceleración y por el otro, que la economía no necesariamente sufrirá una desaceleración similar a la que se ha observado en los primeros años de los últimos sexenios.
El viernes pasado, el INEGI publicó la revisión del PIB para el tercer trimestre de 2024 (o ‘estimación tradicional’). El crecimiento trimestral fue ligeramente ajustado al alza en 1 punto base (0.01 punto porcentual) con respecto a la ‘estimación preliminar’, situándose en 1.1 por ciento, explicado principalmente por una revisión al crecimiento de los servicios y la producción agropecuaria, que ahora se ubican en 1.1 y 4.9 por ciento, respectivamente, frente al 0.9 y 4.6 por ciento de la estimación que dio a conocer el INEGI el pasado 30 de octubre. Esto parece confirmar que la actividad económica en México se aceleró en el tercer trimestre en comparación con la primera mitad del año.
No obstante lo anterior, considero crucial señalar que hubo varios sucesos atípicos en el primer semestre que no se presentaron en el tercer trimestre, creando efectos base favorables. Durante los seis primeros meses del año, observamos múltiples bloqueos de carreteras, en parte propiciados por las campañas electorales y en parte debido a actividades del crimen organizado. Además, el gobierno de los Estados Unidos detuvo las importaciones de aguacate por varios días, y el software de comercio internacional gestionado por la aduana mexicana falló en varias ocasiones, limitando tanto las importaciones como las exportaciones, entre otros problemas. A esto se suma el hecho de que un número inusualmente elevado de empresas automotrices detuvo sus líneas de producción en el cuarto trimestre de 2023 para realizar el reequipamiento (re-tooling) y cambio de modelos, impactando así la producción de automóviles y autopartes en la primera mitad de 2024. Afortunadamente, esta situación se ha normalizado.
Considero que un indicador importante que no refleja una imagen tan optimista como la cifra del PIB en su conjunto es el empleo, particularmente el empleo formal. Este ha estado desacelerándose de manera significativa. Probablemente cerraremos este año con una creación neta de empleos formales en el rango de las 300 mil plazas, muy por debajo de las 750 mil a 800 mil, típicas de años electorales como el actual. Vale la pena destacar que esto ha sido considerado por el banco central en su último comunicado posterior a la reunión, al restar relevancia al crecimiento del tercer trimestre de 2024. Con estas cifras trimestrales, el PIB registró un crecimiento anual de 1.6 por ciento en el tercer trimestre de 2024, y un crecimiento acumulado de 1.8 por ciento que respalda la previsión de crecimiento de un servidor de 1.7 por ciento para el año en su conjunto, que asume una desaceleración adicional en el cuarto trimestre de 2024. A pesar de esto, mi proyección está por encima de la estimación del Banxico, que es de 1.5 por ciento y del consenso, que prevé 1.4 por ciento.
Hacia delante, pronostico un crecimiento del PIB en 1.4 por ciento para 2025, también por encima del consenso, que es de 1.2 por ciento. En mi opinión, no solo anticipo un crecimiento ligeramente superior, sino que considero que el balance de riesgos se inclina al alza por dos motivos: (1) Un mejor panorama manufacturero para el próximo año en EU, después de casi tres años de debilidad, debido al cambio en la asignación del gasto de las familias de bienes hacia servicios cuando terminó la pandemia de Covid-19; y como comenté la semana pasada, (2) considero que las desaceleraciones de inicio de sexenio que señalaba al inicio de este espacio han ocurrido principalmente por la falta de coordinación en el gasto público entre la administración saliente y la nueva, algo que considero poco probable que suceda ahora, más aún al conservar al mismo secretario de Hacienda. Asimismo, dichas desaceleraciones también han ocurrido por errores de política económica, como la cancelación del aeropuerto de la Ciudad de México en 2018 por el expresidente López Obrador, así como por el cambio que llevó a cabo el expresidente Peña Nieto a la fórmula para otorgar subsidios a las vivienderas en 2013. En esta ocasión no veo un error de política económica de parte de la presidenta Sheinbaum. Algunos podrían argumentar que la reforma judicial podría ser un asunto similar. Sin embargo, aunque es muy probable que esta reforma tenga efectos negativos considerables en la economía mexicana, es probable que se observen en el largo plazo, no el próximo año (“Consolidación fiscal y baja de tasas”, 19 de noviembre).