Perspectiva Global

A propósito de la 82 Convención Bancaria

Es posible exponenciar el desarrollo del sistema financiero mexicano con el apoyo de la revolución tecnológica y con un impulso en el fortalecimiento del Estado de derecho.

Esta semana se llevará a cabo la ya tradicional Convención Bancaria en el bello puerto de Acapulco. En esta su octogésima segunda ocasión se titulará 'Una visión de futuro'. No tengo duda de que la revolución tecnológica que estamos experimentando será de gran apoyo para exponenciar el desarrollo de nuestro sistema financiero. En este sentido, considero que lo primero que debemos lograr es terminar de recuperarnos de los dos grandes cismas bancarios que ha tenido México en los últimos 40 años: (1) La nacionalización de la banca (1982), que solo ha ocurrido en dos países de Latinoamérica en este periodo, Venezuela y México; y (2) la crisis mexicana de 1994-1995.

La penetración crediticia, en su medida más ácida —el crédito que otorga la banca comercial al sector privado no financiero, dividido entre el PIB nominal—, se ubicaba en poco más de 28 por ciento del PIB en 1994, mientras que después de la crisis mexicana de 1994-1995 se desplomó, llegando a niveles de 4.8 por ciento. Así, la penetración crediticia ha venido recuperándose gradualmente hasta el actual 18.1 por ciento del PIB (diciembre de 2018).

Este cociente es sumamente bajo si lo comparamos con el 23 por ciento de Perú, 44 por ciento de Colombia, 48 por ciento de Brasil y 79 por ciento de Chile, por mencionar algunos países. No hay duda de que un país como México debería de observar un cociente de penetración crediticia mucho más alto. Al menos deberíamos aspirar a un 50 por ciento, como es el caso de Brasil. No obstante lo anterior, ni siquiera hemos llegado al 28 por ciento que observaba nuestro país en 1994. La penetración crediticia es clave para lograr mayores tasas de crecimiento (De Gregorio y Guidotti, 1995).

En México se ha dicho que nuestro país tiene un bajo índice de penetración crediticia debido a la falta de competencia en el sector bancario. Sin embargo, considero que el problema no es el número de bancos. México tiene 50 bancos comerciales registrados (Comisión Nacional Bancaria y de Valores). Chile, con la penetración crediticia más alta de Latinoamérica tiene 20 bancos solamente (Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras). Tampoco es la concentración de la cartera. En Brasil, con una penetración bancaria de más del doble de la de México, los cuatro bancos más grandes concentran 70 por ciento de los activos del sistema financiero de ese país. El problema tampoco es el diferencial entre las tasas pasivas (las que se pagan por los depósitos) y las activas (las que se cobran en los préstamos). La evidencia empírica apunta a que México tiene un diferencial muy similar respecto a nuestros países vecinos de Latinoamérica (Gelos, 2006).

El problema tampoco radica en el cobro de comisiones bancarias. En los reportes que se han presentado recientemente se comparan las comisiones estrictamente bancarias que se cobran en otros países (como porcentaje de los ingresos), con las comisiones que cobran los grupos financieros en México, que además de tener bancos en su haber, tienen otras instituciones como aseguradoras, así como gestoras de activos y fondo de pensiones —entre otras—, cuyos ingresos son mayoritariamente comisiones y se agregan a las comisiones con las que se comparan con las de instituciones en otros países que solo consideran comisiones estrictamente bancarias. Al comparar comisiones estrictamente bancarias en ambos casos se observa que no son más altas en México.

Los brasileños identificaron muy bien el problema y aumentaron la penetración crediticia a más del doble en menos de seis años. En 2007 la penetración crediticia de Brasil se ubicaba en 18 por ciento del PIB. Instrumentaron una reforma financiera llamada 'alienação fiduciária' y ya para 2012 el cociente de crédito a PIB ya había crecido a 40 por ciento del PIB. Antes de la instrumentación de la reforma —que consiste en mejorar significativamente el Estado de derecho en el cobro de los créditos—, a los bancos brasileños les tomaba cerca de cuatro años en promedio recuperar una casa de un crédito hipotecario moroso. Ahora les toma menos de un año. En México, a los bancos les toma tres años en promedio recuperar un inmueble de un crédito hipotecario que se torna impagable. Es posible exponenciar el desarrollo del sistema financiero mexicano con el apoyo de la revolución tecnológica actual y con un impulso en el fortalecimiento del Estado de derecho.

Referencias bibliográficas

De Gregorio, José y Pablo E. Guidotti. "Financial development and economic growth", World Development 23(3), March 1995, pp. 433-48.

Gelos, Gastón. "Banking spreads in Latin America". IMF Working Paper WP 06/44, February 2006.

El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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