Esta semana la Junta de Gobierno del Banco de México dará a conocer el jueves su decisión de política monetaria. Considero que es muy factible que la Junta decida recortar la tasa de referencia en 25 puntos base a 4.00 por ciento, debido a tres razones:
(1) La economía lo amerita. La economía mexicana ha continuado su proceso de reactivación desde mayo del año pasado. No obstante lo anterior, ésta se ha desacelerado. La información económica más reciente así lo indica. Tal es el caso del reporte mensual de ANTAD (Asociación Mexicana de Tiendas de Autoservicio y Departamentales), cuyas ventas nominales registraron una caída anual de 6.2 por ciento en diciembre o bien el de las ventas de automóviles, que observaron una caída anual de casi 23.0 por ciento en enero de este año. Parte de esta desaceleración en la recuperación está relacionada con la propia naturaleza de la pandemia y por el incremento de las restricciones a la movilidad que tuvieron que instrumentarse desde finales del año pasado, ante el aumento significativo en el número de contagios y de lamentables fallecimientos. Sin embargo, otra parte tiene que ver con la falta de estímulo fiscal en nuestro país, a diferencia de lo que hicieron los gobiernos de la mayoría de los demás países. Si bien reconozco que, a diferencia de todas las demás recesiones en los últimos 40 años, en ésta no se ha instrumentado una reforma fiscal recaudatoria, desafortunadamente muchas empresas no sobrevivieron el impacto de las restricciones propiciadas por Covid-19, al tener que continuar enfrentando pagos de renta, nómina e impuestos −entre otros−, sin obtener ingresos, por varios meses. Así, aunque también reconozco que la política monetaria no es la ideal para atajar este tema, considero que el estado de la economía amerita una política monetaria más laxa, con el fin de que de alguna manera se promueva mayor inversión y se apoye la reconstrucción de los empleos que se perdieron.
(2) La dinámica del tipo de cambio lo permite. En un país como México, en donde uno de los canales por los que la política monetaria se transmite a la economía real es vía el tipo de cambio, es necesario tenerlo muy en cuenta, como bien lo hace la Junta de Gobierno del Banco de México. De esta manera, después de la volatilidad extrema del año pasado en donde el tipo de cambio inició el año alrededor de 18.90 pesos por dólar, llegó a operarse por arriba de los 25.30 y cerró alrededor de 19.90, hoy por hoy se encuentra mucho más estable, alrededor de un promedio de 20.00 pesos por dólar. Asimismo, la laxitud monetaria del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) apoya a un ambiente de debilidad del dólar.
(3) Inflación 'bien controlada', pero observando una 'joroba' en marzo y abril. La inflación anual cerró el año pasado en 3.15 por ciento. Es muy probable que de aquí a la primera quincena de marzo la veamos 'bien comportada'. No obstante lo anterior, a partir de la segunda mitad de marzo es muy factible que la inflación anual se comience a elevar y pueda llegar a niveles cercanos a 5.0 por ciento en la segunda quincena de abril. No hay duda de que el mandato del Banco de México es mantener el poder adquisitivo de nuestra moneda y que en este sentido se asegure la convergencia de la inflación al objetivo de 3.0 por ciento, en el periodo en el que actúa la política monetaria. No obstante lo anterior, si observamos este comportamiento de la inflación en marzo y abril de este año, no va a ser reflejo de presiones inflacionarias, sino de un efecto de base de comparación con la fuerte caída que registró la inflación entre marzo y abril del año pasado. Recordemos que el año pasado la inflación anual cayó de niveles cercanos a 3.7 por ciento en la primera quincena de marzo, a poco menos de 2.8 por ciento en la segunda quincena de marzo y de hecho, tocó menos de 2.1 por ciento en la primera quincena de abril, el segundo nivel de inflación más bajo de la historia de nuestro país, después del 2.0 por ciento en la primera quincena de diciembre de 2015. Esto se debió principalmente a la caída de los precios de los energéticos, detonados por el fuerte choque de demanda provocado por la pandemia de Covid-19. Así, vista gráficamente, esta 'joroba' que se va a formar en la inflación anual en marzo y abril, no debería de ser un obstáculo para bajar la tasa de referencia de política monetaria, porque no representa presiones inflacionarias, sino un efecto de base de comparación solamente. En este sentido, considero que va a ser clave la manera en cómo se comunica la evaluación que tiene la Junta de Gobierno en torno a esta 'joroba', para que pueda continuar el ciclo de baja de tasas de interés, más allá de la reunión de esta semana. Además de esto, los participantes de los mercados estarán muy atentos a la manera en la que los miembros de la Junta de Gobierno votarán en dicha decisión. Sobre todo ante la reciente incorporación de Galia Borja -extesorera de la federación- como subgobernadora del Banco de México.
El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.