Perspectiva Global

Bienestar, crecimiento y desigualdad (II)

Una lección que nos da Chile es que no solo se necesita estabilidad macroeconómica, sino fortalecer el Estado de derecho para poder crecer más. La certeza jurídica propicia la inversión y el crecimiento económico.

Hace algunas semanas el presidente López Obrador sugirió que deberíamos contabilizar el bienestar y no solo el Producto Interno Bruto (PIB). Asimismo, el presidente del partido Morena propuso que se haga una mejor medición de la desigualdad en nuestro país. Considero que ambos debates son muy importantes para México. La semana pasada comenté sobre las medidas de bienestar, como complemento a la medición del PIB ("Bienestar, crecimiento y desigualdad (I)", 2 de junio). En esta ocasión comentaré sobre la medición de la desigualdad.

Por muchos años se pensó que el crecimiento económico constante, con estabilidad macroeconómica era suficiente para que la mayoría de la población se beneficiara de ese crecimiento. En este sentido, por ejemplo, países como Chile, crecieron de manera constante y con estabilidad macroeconómica. De hecho, de 1980 a 2019 Chile observó una tasa de crecimiento promedio del PIB de 4.3 por ciento, mientras que en el mismo periodo, México solo creció a una tasa promedio de 2.5 por ciento. México y Chile no distan mucho en términos de estabilidad macroeconómica. Ambos países han adoptado un régimen de tipo de cambio flexible, cuentan con una inflación de un dígito, cerca del objetivo del banco central —que además, es autónomo—, guardan la responsabilidad fiscal de manera institucional y han logrado tener un sistema financiero bien capitalizado y bien regulado.

¿Entonces por qué la economía chilena creció más? En mi opinión, una de las explicaciones más convincentes es el 'Estado de derecho'. En el índice de estado de derecho del World Justice Project de este año, México se ubica en el lugar 104, de 128 países en donde calculan este índice. Sin embargo, Chile se ubica en el lugar 26. Es decir, 78 lugares por arriba de México. Inclusive si nos comparamos con otros países latinoamericanos, casi todos nos ganan. Ecuador se encuentra en el lugar 86, Brasil en el 67, Colombia en 77 y Argentina en 48, por ejemplo. Del que mejor ni hablamos es de Venezuela, que está en el último lugar, en el 128, de 128. Creo que una lección que nos da Chile es que no solo se necesita estabilidad macroeconómica, sino fortalecer el Estado de derecho para poder crecer más. La certeza jurídica propicia la inversión y el crecimiento económico.

Ahora, a pesar de que Chile creció más que México, ¿cómo podemos explicar las violentísimas protestas del año pasado en Chile, en donde destruyeron estaciones del metro y quemaron camiones? Es aquí en donde creo que entra el tema de desigualdad. Como comenté hace algunos meses, considero que la verdadera razón de las protestas que marcaron el 2019, no solo en Chile, sino en Bolivia, Ecuador, Colombia y Líbano —entre otros—, fue la ampliación de la desigualdad ("Protestas violentas a nivel global e incremento de la desigualdad", 29 de octubre, 2019).

Si utilizamos las medidas 'tradicionales' de medición de la desigualdad, aparentemente vamos mejor, tanto en México, como en Chile. Utilicemos el coeficiente de Gini, por ejemplo, que va de cero a uno, en donde uno significa desigualdad perfecta y cero igualdad perfecta. En México, este coeficiente ha venido bajando de 0.53 en 1990, a 0.45 en 2018 y en Chile éste se encontraba en 0.57 en 1990 y en el último dato se ubicó en 0.44. No obstante lo anterior, aquí es donde creo que vale la pena destacar una de las aportaciones más relevantes del economista francés Thomas Piketty. En su libro "Capital en el Siglo XXI" —publicado en 2013—, Piketty comenta que para medir 'bien' la desigualdad es necesario medir 'bien' tanto la parte más baja de la pirámide socio-económica, como la parte más alta. En este sentido, Piketty destaca que si bien la encuesta ingreso-gasto —que se levanta en prácticamente todo el mundo—, mide muy bien la base de la pirámide, desafortunadamente no mide bien el ingreso de los más favorecidos. Así, Piketty propone utilizar los registros fiscales (sin nombre) para medir correctamente la desigualdad.

En su libro, Piketty lleva a cabo mediciones para economías desarrolladas solamente. Lo bueno es que para nuestro país, el economista investigador Gerardo Esquivel —hoy subgobernador del Banco de México—, aplicó la metodología que siugiere Piketty. Esquivel encontró un diferencial muy relevante entre la medición de concentración del ingreso con la Encuesta Ingreso-Gasto, por un lado y por el otro con los registros fiscales (Piketty). De hecho, con la Encuesta Ingreso-Gasto, el 10 por ciento más favorecido en México tenía 45 por ciento del ingreso del país en 1992 y en el tiempo disminuyó a 38 por ciento en 2012. Sin embargo, al ajustar esta estimación utilizando los registros fiscales sin nombre, la historia fue muy diferente. En 1992, el 10 por ciento más favorecido concentraba el 48 por ciento del ingreso de nuestro país —resultado similar a la encuesta ingreso-gasto—, pero el porcentaje aumentó hasta 56 por ciento en 2012. Es decir, no bajó siete puntos porcentuales en estos 20 años, sino que se redujo en ocho puntos porcentuales. Creo que este resultado nos ofrece más luz sobre la realidad de nuestro país en el tema de desigualdad.

* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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