El coronavirus no es un virus que 'viaja en el aire' (i.e. not an airbone virus). No obstante lo anterior, el Covid-19 es sumamente contagioso. Para tener perspectiva del nivel de contagio, en los primeros nueve meses del brote había 8 mil 98 casos de infección del SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) en 2002 y 2003 —otro coronavirus—, mientras que, en cerca de un solo mes, ya había 8 mil 200 casos de Covid-19. Adicionalmente, un factor que ha hecho mucho más difícil de contener el Covid-19 es que se puede transmitir de una persona que no presenta síntomas. En el caso del brote de SARS fue relativamente menos complejo atajar el problema que con el Covid-19 y evitar que se convirtiera en una pandemia debido a dos factores. Por un lado, el contagio se daba mediante personas que presentaban síntomas, por lo que ya sea por decisión individual o porque se les imponía cuarentena, se pudo contener la epidemia. Por otro lado, el mundo no estaba tan globalizado como ahora y la población china no viajaba tanto a nivel global, como ahora. Una 'buena noticia' es que la tasa de mortandad del Covid-19 es de 2.2 por ciento, mucho menor que la del SARS (9.6 por ciento) y la del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente o MERS (34.4 por ciento).
Los mercados financieros internacionales ya han reaccionado de manera significativa a este brote, que, al momento de enviar esta columna a El Financiero, ha infectado a 90 mil 922 personas y ha provocado 3 mil 122 fallecimientos. Del 19 de febrero al 2 de marzo, los índices bursátiles S&P 500 de EU, Stoxx 50 europeo y Nikkei 225 de Japón perdieron 8.7, 13.6 y 8.6 por ciento de su valor de capitalización, respectivamente. Asimismo, el precio del petróleo (Brent) cayó 12.2 por ciento, la tasa de rendimiento del bono del Tesoro americano con vencimiento a 10 años cayó 40 puntos base —tocando su nivel mínimo histórico en 1.14 por ciento—, y por el otro lado, el dólar (contra una variedad de divisas DXY) se depreció 2.4 por ciento y el precio del oro llegó a apreciarse 3.0 por ciento (al 24 de febrero). En este mismo periodo, como parte de esta dinámica de mayor aversión al riesgo, el índice S&P BMV en México cayó 6.1 por ciento y el peso perdió terreno vs. el dólar de EU en 83 centavos o 4.5 por ciento. Cabe señalar que los participantes de los mercados mostraron un menor nivel de pánico hacia el final de la jornada bursátil en EU. Esto se debió al anuncio de la llamada telefónica que sostendrán hoy los secretarios de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de los países del G7.
Sinceramente, veo difícil que podamos ver una acción coordinada tan pronto como hoy de baja de tasas de interés al unísono o de instrumentación de políticas fiscales expansionistas. No obstante lo anterior, considero que veremos un mensaje contundente en torno a que "los países del G7 estarán muy atentos a la evolución de la epidemia y estarán listos para actuar de manera decisiva, ya sea de manera individual o coordinada en el momento en el que consideren necesario", lo cual, al menos el mercado interpretará como un mensaje de que el Banco de la Reserva Federal de EUA (Fed) bajará las tasas de interés entre 25 y 50 puntos base la próxima semana en su reunión regular de política monetaria (18 de marzo) y que probablemente el Banco Central Europeo (ECB) y el Banco de Inglaterra (BoE) instrumentarán una política monetaria más laxa el 12 y 26 de marzo, respectivamente.
Una cosa es el impacto de este tipo de choques externos a los mercados financieros —que reaccionan inmediatamente— y otro el impacto que veremos en la economía real. La semana pasada comenté brevemente sobre el impacto potencial que podría tener una pandemia del Covid-19 en el crecimiento mundial ("Lo más destacado del G20 2020", 25 de febrero). Sobre todo en tres sentidos: (1) ¿Cuánto va a durar el brote? Ya sea porque se logró contener la pandemia o porque se encontró una cura/vacuna. (2) ¿Qué cadenas de valor va a afectar? ¿Solo manufactura? ¿Servicios (turismo, etcétara)? Y (3) si esto va a ocasionar una recuperación en forma de 'V' o en forma de 'L', en donde los agentes económicos 'aprovechan' este choque para ya no llevar a cabo inversiones o consumo de ciertos bienes porque la perspectiva hacia delante no es promisoria. Mientras tanto la OCDE ya recortó su proyección de crecimiento mundial para este año de 2.9 a 2.4 por ciento, pero advirtió que podría llegar a ser de 1.4 por ciento.
* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.