Efectivamente la actividad económica se ha reactivado mucho más rápido de lo que se había anticipado. Inclusive considero que la economía mexicana crecerá alrededor de 4.0 por ciento en 2021, por arriba del consenso de los analistas, alrededor de 3.2 por ciento. No obstante lo anterior, recuperarnos a los niveles de actividad económica de 2018 −el pico más reciente, tomando en cuenta que en 2019 el PIB observó una caída−, nos va a tomar varios años ('México: rápida reactivación, difícil recuperación', 17 de noviembre). En este sentido, para poder recuperarnos más allá del 'rebote' que se está observando por la reactivación, se necesita inversión. La inversión pública está alrededor de 2.5 por ciento del PIB, sus niveles más bajos desde 2001. Adicionalmente, el Presupuesto aprobado para el año fiscal 2021 es austero, por decir lo menos. Así, la inversión privada tiene que ser la que impulse la recuperación. En este sentido, lo mínimo que nuestro gobierno tiene que hacer es dejar de asustar a la inversión privada. Poner obstáculos a la inversión privada no es un tema de justicia social. Justicia social es que las empresas trabajen en la legalidad, paguen sus impuestos, traten a sus empleados de manera justa en todo sentido y que además, adopten las mejores prácticas en materia social, ambiental y de gobernanza. ¿Qué asusta a la inversión? Hay muchas razones por las cuáles se desincentiva la inversión. El presidente López Obrador ha seguido el guion que escribió en sus libros 'La Salida' (2017) y 'Hacia una economía moral' (2019), prácticamente al pie de la letra. Por lo que independientemente de si estamos o no de acuerdo con las políticas que está instrumentando, el Presidente está cumpliendo las promesas que hizo en campaña y por las que una gran cantidad de personas votaron. En mi opinión, esto no es lo que asusta a la inversión.
Sin embargo, considero que en el caso particular de nuestro país, en la situación actual, hay cuatro temas que sí 'espantan' a la inversión: (1) Consultas ciudadanas para echar abajo proyectos de inversión, particularmente me refiero a las que podrían surgir hacia delante a partir de la consulta que echó para atrás la construcción de la cervecería de Constellation Brands en Mexicali, en marzo de este año. Tal vez la pandemia haya hecho que no nos demos cuenta del daño de esa consulta. Tomemos en cuenta que a la luz de los empresarios e inversionistas locales y extranjeros: (a) no era un proyecto público, como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), la cervecería era un proyecto del sector privado; (b) se echó para atrás habiendo iniciado su fase de construcción, no 'en papel'; (c) no era una empresa del sector energético, en donde se pudo haber pensado que la ideología de la administración actual podría estar en contra de un esfuerzo privado; y (d) era una empresa extranjera, acabando de terminar una serie de negociaciones comerciales muy complicadas con Estados Unidos, lo que hace pensar que no hay límite en este sentido; (2) la incesante ola de iniciativas antimercado que irresponsablemente promueven varios legisladores, aunque ninguna sea aprobada. El ruido espanta a la inversión; (3) el incremento generalizado de la inseguridad, en donde desafortunadamente la recién creada Guardia Nacional y el Ejército no han podido hacer frente a lo que se les encargó debido, en mi opinión, a que se les encomendaron otras actividades no propias de las Fuerzas Armadas, como la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y algunos segmentos del Tren Maya, la administración de los puertos y aduanas, la mitigación del problema de los migrantes y la administración de las finanzas del ISSSTE, entre otras actividades; y (4) la incertidumbre en materia de salud, en donde la escasez de medicamentos empieza a generalizarse. El mundo apuesta a la vacuna de Covid para lograr una recuperación económica. Aquí me pregunto, qué nivel de certidumbre va a dar el gobierno a la inversión, en el tema de salud, sobre la posibilidad de contar con vacunas para el Covid-19, si en el Presupuesto no se asignó una partida para llevar a cabo la compra de estas vacunas y si ni siquiera contamos con la vacuna de la influenza, que se ha vuelto tan difícil conseguir.
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En los últimos días me quedé sin dos lectores asiduos de esta columna. La semana pasada perdí a mi amigo, Felipe Tomé, que en paz descanse. Envío un fuerte y sentido abrazo a mi amigo Gustavo, así como a familiares y amigos. Asimismo, ayer en la noche falleció mi querida tía Tany, que en paz descanse. Una víctima más de Covid-19. Envío un fuerte abrazo con mucho cariño a Marian, Mari Tere, Güero, mamá.
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.