Llevamos más de dos décadas con tasas de crecimiento mediocres, que promedian 2.6 por ciento en los últimos veinte años (1993-2013). Somos un país que apostó a ser un productor manufacturero global en los noventa iniciando con la firma del Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá. Desafortunadamente, cuatro factores no nos permitieron crecer con ese modelo: (1) La crisis de 1994 destruyó muchas fuentes de crecimiento interno; (2) el surgimiento de China como potencia manufacturera global nos quitó gran cantidad de inversión; (3) la incipiente democracia de nuestro país, que desde que el ex Presidente Zedillo perdió la mayoría de las cámaras en 1997, se formaron candados políticos que no permitieron continuar con la agenda de reformas por más de 15 años; y (4) el aumento significativo de la inseguridad, que progresivamente ha hecho evidente la falta de Estado de derecho en nuestro país.
No obstante lo anterior, en estas últimas décadas de bajo crecimiento, México construyó cinco pilares para formar una base sólida de estabilidad macroeconómica: (1) Economía abierta, en donde exportaciones e importaciones suman poco más del 60 por ciento del PIB y se tienen firmados tratados de libre comercio con más de 50 países; (2) institucionalización de políticas fiscal y monetaria responsables, gracias a la aprobación de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Fiscal y Hacendaria en 2006 y a la autonomía del banco central en abril de 1994; (3) Adopción de un régimen de tipo de cambio realmente flexible, en donde el peso mexicano es ya la divisa emergente más operada del mundo; (4) Consolidación de un sistema financiero sólido, en donde México fue el primer país en cumplir los criterios de capital mínimo de Basilea III; y (5) un mercado de bonos gubernamentales líquido.
¿Qué hace falta para crecer más? Debido a que México se recuperó de la crisis de 1994, hemos ganado competitividad frente a China, tenemos una plataforma sólida de estabilidad macroeconómica y en esta administración se rompieron los candados legislativos para aprobar una agenda ambiciosa de reformas estructurales, falta resolver el problema clave: Lograr un Estado de derecho. Claramente no estoy "reinventando la rueda", ni nada por el estilo, pero quiero poner este aspecto tan importante en el contexto del crecimiento económico.
Desafortunadamente, la impunidad que genera la falta de un Estado de derecho, no es un mal que aqueja a nuestro país y ya, sino que crece progresivamente como un cáncer.
Si bien el gobierno puede instrumentar medidas "caso por caso" –que en muchas ocasiones llegan a funcionar-, el crecimiento de este mal cuando transgrede ciertas fronteras requiere de la aplicación de grandes soluciones. Un aspecto positivo es que, a diferencia del cáncer -en donde desafortunadamente todavía no existe una cura generalizada-, sí sabemos cuál es ésta para mitigar la impunidad: Hacer una reforma profunda al sistema judicial mexicano, para que se pueda hacer cumplir la ley.
Si bien parece obvia la relación entre Estado de derecho y crecimiento económico, han habido países en donde se han observado altas tasas de crecimiento, con un bajo nivel de aplicación de la ley, pero éstos se consideran casos sui generis (e.g. Angola). En este sentido, un reconocido economista norteamericano de Harvard, Robert J. Barro, después de décadas de estudio sobre las variables más importantes que determinan el crecimiento de un país –incluyendo el nivel de desarrollo de los mercados financieros, así como el grado de democratización, entre otras-, su estudio más sólido (1997) apunta a que el Estado de derecho es una variable clave para detonar mayores tasas de crecimiento económico. Por otro lado, después de observar algunos aspectos institucionales de México y Estados Unidos, el finado economista alemán y ex profesor de MIT, Rudiger Dornbusch, destacó que la diferencia entre las tasas de crecimiento de países desarrollados y Latinoamérica se explicaba en gran parte al arreglo institucional en torno al Estado de derecho. En este sentido, comentó que "…en los países desarrollados las leyes son flexibles, pero su aplicación es firme, mientras que en Latinoamérica, las leyes son firmes y la aplicación es flexible".
En el caso de nuestro país, México necesita lograr un Estado de derecho, que sirva como catalizador para lograr la instrumentación de las reformas estructurales que tantos años nos hicieron falta y que hoy que están aprobadas, es urgente instrumentar. Con los últimos acontecimientos, engendrados a partir de los sucesos en Guerrero, el clima de inseguridad que vive Michoacán y muchas otras situaciones de esta índole que desafortunadamente aquejan a nuestro país, esta administración tiene una oportunidad de oro: Llevar a cabo "la reforma de reformas" e instrumentar un Estado de derecho. Como corolario, si no se aprovecha esta oportunidad, es probable que el impacto de las reformas estructurales sea mucho menor a lo que actualmente se estima que pueden llegar a tener.
Referencia: Barro, Robert J. Determinants of economic growth: A cross-country empirical study. Cambridge, MA: The MIT Press, 1997.
*Director General de Análisis Económico de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan en el artículo no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad absoluta del autor.
Perspectiva Global
Estado de derecho y crecimiento económico
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