Perspectiva Global

G20 2019 – Rescatando la globalización

La reunión de este año va a ser la más importante desde 2008, ante la ola de populismo que sacude al mundo.

El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de las 20 economías más grandes del mundo se reunieron el fin de semana pasado en Tokio, Japón. El objetivo de estas reuniones ministeriales fue preparar la agenda para la cumbre que sostendrán los presidentes de los países que conforman el G20 a fin de mes en Osaka, Japón (28 y 29 de junio). Cabe señalar que esta será la decimocuarta reunión anual del G20. El año pasado la reunión anual se llevó a cabo en Buenos Aires, toda vez que fue Argentina quien presidió el G20 en el 2018 y el próximo año será Arabia Saudita quien liderará al grupo que concentra poco más del 85 por ciento del PIB global.

Considero que la reunión de este año va a ser la más importante que ha llevado a cabo el G20 desde 2008, cuando el grupo fue creado, ante la necesidad de tener una agenda coordinada a nivel global. La ola de populismo que sacude al mundo ha intensificado tanto la retórica, como las acciones en contra de la apertura comercial y migratoria, otorgándole en mi opinión, una altísima relevancia a la reunión de este año, cuyo objetivo máximo ha sido dar cauce a una mayor globalización.

Así, al igual que en otras ocasiones, una delegación del Grupo Financiero Banorte estuvo presente en estas reuniones ministeriales. En esta ocasión, visitando Japón, un país que tiene prácticamente la misma población que México, pero que vive en poco menos de un quinto de nuestro territorio y produce cuatro veces más PIB. Los asistentes al G20 se enfocaron en varios temas, pero considero que el más discutido fue cómo el presidente Trump osó utilizar herramientas comerciales para temas migratorios. Adicionalmente, la otra discusión giró alrededor del razonamiento detrás de esta decisión y lo que podría significar hacia delante.

Después de las elecciones intermedias en EU —que se llevaron a cabo en noviembre del año pasado—, todo parecía indicar que los incentivos para su presidente, Donald J. Trump, habían cambiado hacia una postura más conciliatoria en vez de la agresividad mostrada por su postura anticomercial y antimigratoria experimentada hasta ese momento. Desafortunadamente, esto cambió tras la decisión de Trump de levantarse de la mesa de negociación con China hace un par de semanas y ahora aún más después de la amenaza de imponer tarifas a todas las exportaciones mexicanas. Si bien en este último frente se ha alcanzado un pacto por el momento, el riesgo de estas amenazas ha cambiado la percepción de otros países de cómo poder alcanzar algún tipo de acuerdo con EU.

En este sentido, el cuestionamiento generalizado se dio en torno a los incentivos que podrá tener el presidente Trump para lograr su reelección el año que entra: Si estos van a estar alineados con la racionalidad económica o con una política de infundir temor. Por un lado, si los incentivos van a estar más alineados con la racionalidad económica, las acciones emprendidas por el presidente Trump no deberían generar una crisis económica durante la campaña de reelección, el año que entra. En este sentido, la postura hostil hacia China podría terminar en la reunión del G20 al cierre de este mes. Cabe mencionar que esta reunión se va a llevar a cabo después del 18 de junio, cuando el presidente Trump anuncie oficialmente su campaña de reelección en los Estados Unidos. Lo anterior cumpliría con dos objetivos: (1) Atraer la atención de los ciudadanos de corte más conservador en EU; y (2) evitar una recesión antes de lo previsto.

No obstante lo anterior, por otro lado, las discusiones en Tokio también abordaron la posibilidad de que Trump esté utilizando el "factor miedo" para ganar la elección en 2020. La idea detrás de esta posibilidad está sustentada en la sabiduría convencional de que los estadounidenses estarían más dispuestos a continuar con un presidente en funciones, independientemente de sus preferencias partidistas y circunstancia económica, en momentos de un conflicto significativo. Si este es el caso, causar una recesión, incluso durante una campaña de reelección, dejaría de ser un problema. En este caso, la política reemplazaría a la racionalidad económica.

Por lo pronto, el levantamiento de la imposición de aranceles a las importaciones mexicanas me hace estar optimista de que será la racionalidad económica la que prevalezca. No obstante lo anterior, todavía hay incertidumbre ante la posibilidad de que regresen las amenazas o que escalen las diferencias entre los gobiernos de China y Estados Unidos, convirtiéndose así en una guerra comercial, que sin duda causaría una recesión económica global, tan pronto como este año. Ese no es mi escenario base, insisto, considero que la racionalidad económica imperará.

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