Perspectiva Global

Incrementos extraordinarios del salario mínimo, ¿inflación y desempleo?

Este incremento extraordinario del salario mínimo no va a tener un impacto relevante en la inflación.

La semana pasada la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) acordó un incremento extraordinario del salario mínimo de 15 por ciento para 2021. 'Extraordinario' debido a que es muy por arriba de la inflación observada en 2020 o la esperada para el próximo año. Quiero resaltar tres aspectos de esta decisión: (1) El sector privado no aprobó el acuerdo; (2) posibles consecuencias en la inflación; e (3) impacto potencial en el empleo.

(1) El sector privado no aprobó el acuerdo. La Conasami es un organismo público descentralizado, encargado de fijar y actualizar los salarios mínimos generales y profesionales. Esta comisión está formada por representantes del gobierno, de los trabajadores sindicalizados y de los empresarios o patrones. En un hecho inusitado, este órgano tripartita aprobó por mayoría −y no por unanimidad, como siempre había sido−, un incremento del salario mínimo de 15 por ciento para 2021. El sector patronal fue el que en esta ocasión votó en contra de ese incremento. Cabe destacar que después de 16 años de incrementos anuales promedio de alrededor de 4.0 por ciento (2000-2016), en los últimos cuatro años los empresarios acompañaron a los otros dos sectores votando a favor de incrementos extraordinarios en el salario mínimo (2017: 9.6 por ciento, 2018: 10.4 por ciento, 2019: 16.2 por ciento y 2020: 20.0 por ciento. La zona geográfica 'A').

(2) Posibles consecuencias en la inflación. Se ha dicho que los incrementos extraordinarios pueden llegar a tener consecuencias muy graves en la inflación. Esto se debe a que estos costos pueden ser parcial o totalmente transferidos a los consumidores vía aumentos de precio, dado que los incrementos en el salario no están ligados con aumentos en la productividad de los trabajadores. No hay duda de que esto ocurrió en nuestro país en los años ochenta. Sin embargo, este no ha sido el caso en los últimos años en los que se han aprobado incrementos extraordinarios. De hecho, la inflación anual se ubicó en 6.8 por ciento a finales de 2017, 4.8 por ciento en 2018, 2.8 por ciento en 2019 y el consenso de analistas en varias encuestas anticipan que este año la inflación terminará alrededor de 3.5 por ciento. ¿Por qué ahora los incrementos extraordinarios no han tenido un impacto substancial en la inflación? En mi opinión, esto se debe principalmente a dos cambios importantes: (a) Hace algunos años se modificaron un gran número de referencias ligadas al salario mínimo, siendo reemplazadas por las UMAs (Unidad de Medida y Actualización). Tal era el caso de las multas originadas por infracciones a la ley, que se expresaban en número de salarios mínimos. Es decir, cuando aumentaba el salario mínimo, aumentaba automáticamente una serie de precios y tarifas, principalmente de trámites gubernamentales y esto generaba un aumento generalizado en los precios; y (b) la forma en como se han otorgado los incrementos extraordinarios del salario mínimo. En este sentido, el incremento se dividió en dos: (i) El MIR (Monto Independiente de Recuperación), que no está expresado en cambio porcentual, sino en pesos; y (ii) un incremento ligado a la inflación. Por ejemplo, el año pasado se autorizó un MIR de 14.67 pesos y se aplicó un incremento adicional de 5.0 por ciento. Entonces, para quienes ganaban un salario mínimo (1x), éste se incrementó de la siguiente manera: $102.68 + $14.67 = $117.35 x (1 + 0.05) = $123.22. Esto provoca que conforme los trabajadores ganan un número mayor de salarios mínimos, el MIR se diluya porcentualmente. Adicionalmente, el número de personas que reciben un salario mínimo en un empleo formal representa menos de 4.0 por ciento de la población ocupada del país. Es por esto que considero que los incrementos extraordinarios en el salario mínimo que se han otorgado en años pasados no han tenido un impacto significativo en la inflación.

(3) Impacto potencial en el empleo. Se ha dicho que cuando se incrementa el salario, normalmente se observa mayor empleo, debido a que un salario más alto incentiva a un número mayor de personas a incorporarse a la fuerza laboral. No obstante lo anterior, esto ocurre sólo cuando la economía se encuentra en fase de expansión y las empresas necesitan llenar un número mayor de puestos de trabajo. En este sentido, desafortunadamente un aumento en el salario en una recesión tiene un efecto contrario: aumenta el desempleo. Esto se debe a que, para poder otorgar el incremento obligatorio del salario mínimo, en un ambiente de baja actividad económica, las empresas se ven obligadas a recortar sus planes de contratación o inclusive llevan a cabo despido de trabajadores. Dado que nuestro país vive hoy su peor recesión desde 1932, es comprensible que las empresas hayan votado en contra de la aprobación de un incremento extraordinario del salario mínimo.

En conclusión, considero que este incremento extraordinario del salario mínimo no va a tener un impacto relevante en la inflación. Sin embargo, es muy factible que aumente el desempleo, por lo que no es una política adecuada para lograr una recuperación económica más vigorosa.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Debilitamiento democrático de México
Un septiembre menos volátil

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.