Perspectiva Global

La inflación en tiempos de Covid

A diferencia de las crisis de los ochenta y noventa, que llevaron la inflación a casi 180 por ciento en 1988 y hasta 52 por ciento en 1995, hoy se comporta de manera muy distinta.

El Inegi publicó el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de junio la semana pasada. El cambio anual de este índice, es decir, la inflación, se ubicó en 3.33 por ciento. Esto implica un incremento de la inflación anual con respecto al nivel de diciembre, que se ubicó en 2.83 por ciento. A continuación comentaré cinco aspectos sobre este tema:

(1) La inflación se encuentra controlada. La expectativa de los analistas del sector privado que participan en la encuesta que levanta mensualmente el Banco de México para la inflación a fin de 2020 se encuentra en 3.59 por ciento y para finales de 2021 en 3.44 por ciento. A diferencia de las crisis de los ochenta y noventa, que llevaron la inflación a niveles por arriba de 100 por ciento en 1983, a casi 180 por ciento en 1988 y hasta 52 por ciento en 1995, hoy la inflación se comporta de manera muy distinta ('La peor recesión de la historia, pero no la peor crisis', 5 de mayo).

(2) Precios de las gasolinas, gas LP y agropecuarios han explicado el incremento este año. El incremento de la inflación de 2.83 por ciento a finales del año pasado a 3.33 por ciento actual (junio), se ha explicado principalmente por el incremento de los precios de los energéticos, así como de frutas y verduras frescas y algunos cárnicos. Estos son de los componentes más volátiles de la inflación y además son en los que las decisiones del Banco de México en torno a la política monetaria pueden tener menos influencia. Así, si le 'quitamos' este componente llamado 'no subyacente' a la inflación general, obtenemos la 'inflación subyacente', que no se ha incrementado significativamente en lo que va del año, pasando de 3.59 por ciento en diciembre de 2019 a 3.71 por ciento.

(3) Incertidumbre sobre la medición de corto plazo de la inflación. El Inegi mide la inflación mediante la construcción de un índice de precios a partir de una canasta de bienes y servicios que consume la mayoría de la población de nuestro país (INPC). Para construirlo quincena a quincena, tiene que obtener los precios de dichos bienes y servicios ('¿Cómo se estima la inflación?', 4 de marzo, 2014). Debido a la pandemia por el Covid-19, los investigadores se han enfrentado a la falta de cotizaciones de precios de un sinnúmero de productos. En el caso del INPC de mayo, no pudieron encontrar cotizaciones para un 11.2 por ciento de la canasta y en junio de 3.4 por ciento. Lo que hacen los investigadores del Inegi en estos casos es 'repetir' el último precio, lo que hace que, por ejemplo, la inflación pueda observar un sesgo de corto plazo. Éste puede ser tanto al alza como a la baja. No obstante lo anterior y sin restar relevancia al tema, considero que por el momento es un factor de muy corto plazo que no afectará las mediciones con las que el Banco de México toma sus decisiones de política monetaria, que tienen un alcance de mediano y largo plazos.

(4) La 'necia' inflación subyacente. A pesar de que comenté que la inflación subyacente no ha observado un incremento relevante en lo que va del año, lleva mucho tiempo en niveles cercanos al 4.0 por ciento, el lindero superior del intervalo de variación del objetivo de inflación del Banco de México (3.0 por ciento +/- 1 punto porcentual). En este sentido, si la inflación subyacente es la que responde más a la actividad económica, ¿cómo es posible que la economía mexicana lleve siete de los últimos 11 trimestres con tasas de crecimiento trimestral del PIB negativas y la inflación subyacente no disminuya significativamente? Una de las explicaciones posibles es que la serie de incrementos anormales de los salarios mínimos haya tenido un impacto, por ejemplo.

(5) Hay espacio para bajar la tasa de referencia, pero es limitado. La Junta de Gobierno del Banco de México ha disminuido la tasa de referencia en nueve ocasiones, de 8.25 por ciento en agosto del año pasado, a 5.0 por ciento actualmente. ¿Hay espacio para bajarla más? Yo creo que sí. Por un lado, las expectativas de caída del PIB para este año rondan los dos dígitos, es decir, alrededor de -10 por ciento. La economía lo amerita. Por otro lado, tanto la inflación como el comportamiento reciente del tipo de cambio peso-dólar y lo que han hecho la mayoría de los bancos centrales en el mundo, lo permite. Sí hay espacio. El tema es que justamente por lo que comento en el punto (4), así como el hecho de que siendo una economía tan abierta, tanto en la parte real como en la monetaria, nos hace un país en el que los flujos de capital son muy sensibles a las tasas de interés, por lo que el espacio para bajar tasas en México se aprecia limitado. Así, considero que Banxico podrá bajar la tasa de 5.0 por ciento actualmente, a 4.0 por ciento y dejarla en ese nivel por un largo periodo de tiempo.

* Director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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