Hace dos semanas, en el equipo de análisis económico de Grupo Financiero Banorte −que tengo el privilegio de dirigir− revisamos nuestro pronóstico de crecimiento del PIB de México para 2021 al alza de 4.1 a 5.3 por ciento debido principalmente a dos razones: (1) Aprobación del nuevo paquete de estímulo fiscal en Estados Unidos de 1.9 billones de dólares (o trillones, en terminología anglosajona); y (2) reactivación ligeramente más rápida de lo anticipado de la economía mexicana, a pesar de que los apagones, la falta de suministro de gas natural y el número de entidades que estuvieron en semáforo rojo, restaron actividad económica en el primer trimestre de este año (-0.3 por ciento-puntos). Cabe señalar que tanto nuestro estimado de crecimiento anterior (4.1 por ciento), como el actual (5.3 por ciento), se encuentran del lado optimista del espectro, con respecto al consenso de los analistas en las encuestas más recientes (encuesta Banxico: 3.9 por ciento; encuesta Citibanamex: 4.0 por ciento).
Estímulo fiscal en EU. El nuevo paquete de estímulo fiscal que se aprobó hace un par de semanas en Estados Unidos de casi 8.5 por ciento del PIB (1.9 billones de dólares), se agrega a los cinco paquetes de estímulo fiscal que se instrumentaron en ese país el año pasado, en donde el gobierno vertió alrededor de 18.1 por ciento del PIB. En este sentido, anticipamos que el nuevo paquete tendrá una contribución de 1.3 puntos del PIB al crecimiento económico de México este año. Cabe señalar que un aspecto clave para que pudieran fluir los recursos fiscales de Estados Unidos a México fue la decisión en México de clasificar la manufactura −particularmente en el sector automotor− como actividad esencial, en mayo del año pasado. Así, la manufactura −principal rama conectada con el comercio internacional, particularmente con Estados Unidos−, continuó funcionando a pesar de que las restricciones a la movilidad fueron aumentando y disminuyendo conforme se comportaban las olas de contagio de Covid-19 tanto a nivel nacional como estatal.
Reactivación heterogénea, pero más rápida de lo anticipado. Por su parte, hemos observado una reactivación de la economía mexicana ligeramente más rápida a lo anticipado −que consideramos tendrá un impacto adicional de 20 puntos base (pb) en el crecimiento del PIB en 2021−, a pesar de que los apagones, la falta de suministro de gas natural y el número de entidades que estuvieron en semáforo rojo, que en nuestra opinión, restaron 30 pb de crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año. En cuanto a la heterogeneidad, quince actividades –que representan casi 80 por ciento del PIB– ya se encuentran por arriba de 90 por ciento con respecto al pico más reciente (4T18), utilizando cifras sin ajuste estacional. Sin embargo, las actividades que requieren una mayor interacción humana y en donde ha sido mucho más difícil recuperarse, como es el caso de hoteles y restaurantes −que representan 2.2 por ciento del PIB−, se encuentran en 61.1 por ciento con respecto al pico más reciente. Esto se ve todavía más dramático en los servicios de esparcimiento −representando 0.4 por ciento del PIB−, que se encuentran por debajo de 50 por ciento.
Reactivación rápida, pero recuperación lenta. Cabe señalar que aun observando un crecimiento del PIB de 5.3 por ciento este año, la actividad económica se encontraría 1.0 por ciento por debajo del nivel pre-Covid (4T19) y 2.1 por ciento por debajo del pico más reciente (2T19). En este sentido, la recuperación de esta recesión será mucho menos vigorosa que la que se observó en las recesiones de 1995 y 2009 (1994: -6.3 por ciento; 1995: +6.8 por ciento; 2009: -5.3 por ciento; 2010: +5.1 por ciento). En este sentido, consideramos que de manera similar a estas dos recesiones, el estímulo fiscal fue sumamente limitado en nuestro país (en 1994-1995 inexistente). Sin embargo, existen tres diferencias muy relevantes: (1) En las recesiones de 1995 y 2009 se instrumentaron reformas fiscales recaudatorias y en esta no; (2) la recesión actual fue causada por una pandemia que no ha terminado y en donde se necesita acelerar el proceso de vacunación para poder alcanzar tasas de crecimiento más altas; y (3) aunque prácticamente ninguna se ha aprobado, la serie de incesantes iniciativas legislativas −en muchos casos antimercado− ha mermado significativamente el clima de inversión. La inversión se encuentra a niveles de 2009 y uno de los indicadores más relevantes sobre confianza empresarial se encuentra muy cerca de sus niveles mínimos desde que el Inegi lo publica. La inversión es fundamental para que la reactivación sea sostenible.
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico, Relación con Inversionistas y Sustentabilidad de Grupo Financiero Banorte, presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía Mexicana.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.