Cuantificar el impacto potencial que puede tener la falta de suministro de gasolina en México no es trivial. Existen varias maneras de estimarlo. Se pueden utilizar varios modelos matemáticos o estadísticos. En estos se pueden calibrar o estimar parámetros utilizando las series de datos macroeconómicos de nuestro país e inclusive se puede incorporar una de las herramientas más importantes de la contabilidad nacional: La matriz insumo-producto. Afortunadamente existen formas más sencillas de poderlo medir o al menos de encontrar un grado mínimo o máximo de afectación. Me refiero a encontrar un periodo en la historia de México (o de otro país, aunque claramente es mejor que sea en nuestro país) en donde haya ocurrido un fenómeno similar.
En la historia contemporánea, México nunca había observado una falta de suministro de gasolina. Es por ello que no es sencillo medir el impacto que este episodio podría tener en la actividad económica de nuestro país. No obstante lo anterior, sí contamos con un episodio reciente en el que la actividad económica casi paró por completo en nuestro país: El brote de influenza A(H1N1) en abril y mayo de 2009. Claramente este episodio tuvo tres características muy importantes que hay que tomar en cuenta, si lo queremos utilizar como 'símil' para modelar el impacto potencial de la falta de suministro de gasolina: (1) Fue un evento que coincidió con la crisis económico-financiera global de 2008-2009; (2) el impacto fue a nivel nacional; y (3) no sólo tuvo impacto en el episodio más álgido de la epidemia, sino que tuvo repercusiones algunos meses después debido al temor que causó entre algunos turistas, como inversionistas.
Ahora, hay que identificar las principales características del fenómeno que queremos analizar, i.e. la falta de suministro de gasolina. En mi opinión, existen cuatro características muy importantes: (a) Es un evento que coincide con el primer año de gobierno en donde, como he comentado con anterioridad, la economía tiende a crecer un poco menos ('El crecimiento durante el primer año del sexenio', 4 de septiembre, 2018); (b) no es un episodio que ha impactado a toda la nación; (c) no ha afectado toda la actividad económica (como ocurrió con la influenza); y (d) todavía no termina, por lo que no sabemos cuánto tiempo va a durar, a qué entidades federativas va a continuar afectando, ni qué ramas de la actividad económica puede llegar a afectar.
Para empezar, necesitamos hacer algunos supuestos y saber con qué información contamos. En cuanto a los supuestos, considero que si bien el brote de influenza ocurrió en medio de la crisis global —característica (1)—, hay que tomar en cuenta que el verdadero impacto en México se observó en la segunda mitad del 2008 y que algunas secuelas del 2009 pueden estar compensadas por el hecho de que el problema de la gasolina está ocurriendo en el primer año del nuevo gobierno. Por otro lado, en cuanto a la información, contamos con datos de actividad económica mensual a nivel nacional: El IGAE (Índice Global de Actividad Económica), que es una aproximación del PIB (Producto Interno Bruto), que publica el Inegi desde 1993. Ahora, como comenté, esto es a nivel nacional.
Así, en el equipo de análisis económico del Grupo Financiero Banorte —que tengo el privilegio de dirigir—, decidimos tomar las tasas de crecimiento mensual —ajustadas por estacionalidad—, de abril y mayo del IGAE, debido a que el periodo en donde se cerraron escuelas y paró la actividad económica fue del 23 de abril al 11 de mayo de 2009. Ponderando dichas caídas por los días efectivos en que la influenza tuvo un mayor impacto en la actividad económica (18 días: 7 días en abril y 11 en mayo), nos arrojó una caída del PIB de 0.36 por ciento. Aplicando esta tasa a cada una de las 14 entidades afectadas —utilizando el peso que tiene cada una en el PIB nacional—, y haciendo la tasa efectiva por el número de días que cada estado estuvo afectado —para tomar en cuenta las características (c) y (d)—, estimamos que hasta el 18 de enero la falta de suministro de gasolina podría haber afectado a la actividad económica con una caída máxima de 0.12 puntos porcentuales del PIB.
Por último, para tomar en cuenta que todavía no termina el problema y que no sabemos lo que puede afectar —característica (d)—, podemos hacer un supuesto que considero poco osado: Asumir que en los estados en donde ya se resolvió el problema de falta de suministro en 80 por ciento o más, ya no observarán ningún impacto negativo en la actividad económica y los que continúan afectados hoy en día continuarán afectados, entonces estimamos un impacto acumulado total de -0.17 por ciento, si el problema continúa hasta fin de mes, de -0.23 por ciento si se extiende hasta mediados de febrero y de -0.30 por ciento si esto prosigue hasta finales de febrero. Cabe señalar que éstos no se suman, sino que se refieren al impacto acumulado total, dependiendo de la duración del problema.
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.
* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.