La pandemia que nació en China y que se fue extendiendo en Asia hasta llegar a Europa vía Italia pudo ser contenida gracias a la imposición de cuarentenas. No hablo del nuevo coronavirus o Covid-19, sino de la pandemia de peste bubónica que tuvo un severo impacto en el mundo hace más de 650 años. Existen un sinnúmero de diferencias entre 'la peste' y el Covid-19, empezando porque la tasa de mortandad del Covid-19 es de 2.3 por ciento, significativamente menor que el 65 por ciento de la peste. Sin embargo, considero que hay varias lecciones que podemos rescatar del episodio de 'muerte negra' que arrasó con cerca de 45 por ciento de la población europea.
(1) Conocimiento científico. Es clave poner atención al mejor conocimiento científico disponible en el momento. El conocimiento médico en 1350 durante 'la peste' se encontraba totalmente estancado. De acuerdo con Horrox (1994), la Facultad de Medicina de París culpaba de la peste a la alineación de tres planetas, que causaban "una gran pestilencia en el aire". Hoy sabemos que la bacteria Yersinia pestis se transmitía principalmente por mordedura de pulga de rata. Además, aunque 'la peste' no está del todo erradicada, la vemos como un fenómeno de la antigüedad. Así, mejor comparemos el Covid-19 con la influenza estacional, que conocemos muy bien. Mucha gente no está tan preocupada por el Covid-19 porque en los últimos años la influenza estacional ha matado a 500 mil personas al año, mientras que el Covid-19 lleva alrededor de 14 mil hasta el momento. Supongamos que una mejor comparación sea 'anualizarlo', lo cual te lleva a alrededor de 60 mil personas. Sin embargo, tomemos tres estadísticas en consideración: (a) Tasa de mortandad: la tasa de mortandad del Covid-19 —una vez contraída— es de 2.3 por ciento, considerablemente más alta que la de la influenza estacional de 0.1 por ciento. Desafortunadamente la tasa de mortandad del Covid-19 para personas mayores de 60 años es de 6.0 por ciento, comparada con el 0.8 por ciento de la influenza estacional, para este grupo; (b) el porcentaje de hospitalización necesaria de quienes contraen Covid-19 es de 20 por ciento, comparado con el 2.0 por ciento de la influenza estacional; y (c) nivel de contagio: un portador de influenza estacional contagia en promedio a 1.3 personas, mientras que uno con Covid-19 contagia a 2.3 personas. Hay que tomar en cuenta que el portador de Covid-19 puede contagiar aun sin mostrar síntomas. No se trata de entrar en pánico, sino de conocer realmente lo que está ocurriendo y tomar las medidas que los expertos recomiendan, como la Organización Mundial de la Salud o el Centro de Control de Enfermedades de EU.
(2) Aprovechar la cuarentena. La alta carga de trabajo no me ha permitido que el distanciamiento social y la oficina en casa me hagan sentir aburrido. Sin embargo, considero que hay que aprovechar la 'sequía' de compromisos sociales y el tiempo que no estamos perdiendo en los trayectos con alto nivel de tránsito para mejorar aspectos laborales y personales, como mejorar nuestra productividad (hacer más y mejor en menos tiempo), reflexionar y tomar decisiones a nivel personal que hemos postergado por la vorágine en la que vivimos. Recuerden que en uno de los brotes de peste en Londres, el escritor inglés William Shakespeare aprovechó la cuarentena y escribió tres de sus grandes obras: Macbeth -que destaca los dañinos efectos de la ambición política de quienes buscan el poder por sí mismo-, El rey Lear -cuya tragedia empieza con el destierro de su hija Cordelia, por ser la única de sus tres hermanas en expresar su honestidad-, y Antonio y Cleopatra.
(3) Después de la pandemia, vino el Renacimiento. Hay que mantener el ánimo. No tengo duda de que el mundo va a ser diferente cuando termine esta pandemia y creo que va a ser un mundo mejor. Recordemos que después de la pandemia de peste bubónica llegó el Renacimiento. Esperemos un nuevo Renacimiento. Un mundo en el que se privilegie el conocimiento científico sobre la 'sabiduría popular' y se termine la ola de populismo, racismo y nacionalismo, que ha afectado al mundo en los últimos años. Un mundo más humano, que permita la coexistencia de las fuerzas del mercado y la libertad del ser humano, con el bienestar generalizado de la población. Un mundo en el que la tecnología y el conocimiento ya disponibles, realmente lleguen a toda la población. Un mundo en el que cuidemos mejor nuestro planeta. En este sentido, las cuarentenas instrumentadas en China han disminuido significativamente el altísimo grado de contaminación en esa geografía. Es muy probable que con las cuarentenas a nivel global —un experimento que no podría darse en tiempos 'normales'—, ya no deje dudas a la población en general de que el ser humano está contribuyendo significativamente al cambio climático y propicie la adopción de medidas que realmente nos hagan cuidar nuestro planeta.
Referencia
Horrox, Rosemary. The Black Death. Manchester, Reino Unido: Manchester University Press, 1994.
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.
* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.