Los expertos sostienen que urge un tratado para evitar conflictos de soberanía, simbolizados por el minisubmarino que en 2007 plantó la bandera rusa a 4 mil 500 metros de profundidad en la Cordillera de Lomonosov, que para Moscú es parte de Siberia y que también reivindican Canadá y Dinamarca –que mantiene la colonia de Groenlandia– con base en la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar.
Según el mecanismo de la convención, cada país tiene diez años a partir de su ratificación para presentar reclamos –Canadá lo hizo en diciembre, incluyendo al Polo Norte– a los que la ONU dará una respuesta no vinculante en un periodo de cinco a diez años; así ya rechazó, por ejemplo, la reivindicación rusa sobre Lomonosov en 2001.
En 2013, la Flota Norte rusa efectuó amplias maniobras con sus rompehielos atómicos para reabrir el aeropuerto de la isla de Kotelnyi y prepara bases similares en las islas de Wrangel y Franz-Josef; "sólo tomaría 16 minutos a los misiles de submarinos estadounidenses llegar a Moscú desde el Mar de Barents", advirtió el presidente Vladimir Putin.
Por su lado, el premier canadiense, Stephen Harper, expresó su preocupación por los planes de la Alianza Atlántica, a la que pertenece la propia Ottawa, para ampliar su presencia en la zona, "a la que no pertenece".
En enero, la Casa Blanca anunció su estrategia regional, que propone construir puertos, desarrollar rutas de navegación y negociar con Canadá el límite en el Mar de Beaufort.
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Maniobras militares apoyan reclamos
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