El PRI enfrenta la elección más difícil de su historia -y por primera vez su supervivencia-, en la que parece que ninguna fórmula le da resultado. Esto principalmente se debe a que este partido político ha ido perdiendo forma, rumbo y sentido.
En primer lugar, debemos considerar que se ha ido desmoronando poco a poco y actualmente enfrenta su peor crisis.
En el siglo pasado desaparecieron los sectores políticos y organizaciones, esos que cada elección ofrecían millones de votos al candidato presidencial y que fueron perdiendo fuerza al igual que los sindicatos.
En la elección de Francisco Labastida Ochoa oímos a los líderes gremiales decirle cuántos votos le darían, finalmente el panista Vicente Fox fue el presidente de la República.
Ahora ya sólo escuchamos hablar de los votos corporativos del SNTE, de Elba Esther Gordillo, o de la CNTE, que serán para el candidato de Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador.
Pero esta elección se volvió mucho más complicada porque el tricolor ha ido perdiendo al priista de base, a ese que conocíamos como el voto más duro, al que creía en el partido porque su padre, su abuelo, su tatarabuelo habían sido priistas.
Ese militante que se convertía en gestor en su colonia, que trabajaba desde los seccionales priistas, que movilizaba el día de la elección, que se comprometía a que les iban a arreglar las luces, la calle, y que con muy poco dinero, pero con la representación de sus vecinos, se sentía orgulloso de buscar votos para su partido y eso lo convertía en un ser empoderado que mejoraba su entorno.
El PRI se separó de ellos y así fue perdiendo su estructura territorial. Al perder sus seccionales, se despidió de su voto duro y sin él están perdidos.
No sólo les impidieron el crecimiento dentro del tricolor y los dejaron sin candidaturas, tampoco los apoyaron en las gestiones y muchos de ellos han buscado en Morena o en el PRD una salida que les permita continuar como gestores de su comunidad.
En la cúpula priista siguen confiados porque la soberbia les impide ver que el trabajo de tierra fue su fuerte más que el de aire, porque ni su dirigente ni su candidato ni el coordinador de campaña han salido una sola vez a buscar el voto y creen que la estructura continúa en pie o se mueve sola.
Quizá su soberbia se acabe en el momento en que se den cuenta de que lo descuidaron todo.
Debates con participación ciudadana
En su aportación para esta elección, empresarios y organizaciones de la sociedad civil organizarán debates entre candidatos a la presidencia, las nueve gubernaturas en juego, legisladores plurinominales y las principales ciudades del país.
Como ya lo habíamos comentado antes, las organizaciones que fueron pilares para crear el Sistema Nacional Anticorrupción pondrán su granito de arena en la difusión de las propuestas de los candidatos, a través de los debates que organizarán en lo que resta de las campañas, en lo que será la elección más grande de la historia de nuestro país, en que están en juego 17 mil 682 cargos de elección.
La iniciativa privada y organizaciones sociales que participan en el colectivo #VamosporMás darán a conocer esta semana su propuesta, en la que habrá debates entre los candidatos de las principales ciudades del país y los primeros lugares plurinominales de los distintos partidos al Senado y la Cámara de Diputados. Propondrán formatos abiertos en los que haya participación de los ciudadanos.
La organización de estos debates y los acercamientos con los personajes políticos han avanzado sustancialmente, por lo que en los próximos días se dará a conocer el programa.