Rememorando tiempos que creíamos idos, finalmente la primera fase de la precampaña, que no es precampaña, para elegir al coordinador de los comités de defensa de la 4T ha culminado.
Inmersos en un entorno caótico, enmarcado por la violencia de todo tipo: desapariciones, asesinatos, feminicidios, enfrentamientos, complicidades y amenazas públicas, la contienda política avanza bajo formatos inéditos que, paradójicamente, nos trasladan en el tiempo, quizá para algunos con nostalgia, hasta las épicas glorias de un pasado tricolor con dedo y tapado incluido.
La primera etapa de este complejo e innovador proceso democrático que culmina con la exhibición de la visión de país —que no propuestas de campaña— de los respectivos contendientes incluyen, como es elemental, en estos casos, o al menos, hacen referencia, a los más sentidos problemas que aquejan a la nación: salud, educación, seguridad, inversión pública, energía y, desde luego, programas sociales, subrayando, claro está, la continuación del legado histórico de su líder moral y fundador del movimiento regenerador de la vida pública de México.
Es evidente que las cosas no corren por una alfombra tersa en la contienda interna. Los señalamientos, los codazos y los empellones exigiendo piso parejo son claro ejemplo del malestar y la rispidez en la relación, al menos, entre los suspirantes más destacados, que han denunciado públicamente los acarreos —que no son acarreos— y el dispendio de recursos de nebulosa procedencia.
Habiendo llegado a su fin esta primera etapa, se da paso a la siguiente fase, que se antoja mucho más compleja y más proclive al conflicto, toda vez que se ofrece, por razón natural, un amplio espectro para la generación, producción u oferta de datos por parte de las diversas casas encuestadoras que hayan sido elegidas para procesar, con sus respectivas metodologías, la voluntad del pueblo.
De pronóstico reservado, lo que sucederá cuando la estadística encarne la voluntad popular y vaya orientando la balanza en uno u otro sentido, con la consecuente irritación de quienes estén siendo rebasados en el camino o de plano queden bajo la aplanadora que podría emplearse.
Ya se ha especulado sobre la posible ruptura y la emigración de algunos personajes hacia otras alternativas políticas, en caso de no resultar seleccionados por el pueblo, para conducir la defensa de su movimiento. Las actitudes de una especie de advertencia por la falta de equidad en la contienda han requerido de control de daños y moderación en el discurso, pero siguen latentes en el ambiente.
Debe tenerse presente que de los seis aspirantes sólo uno será destapado.
Ya veremos.
El autor es catedrático, analista político, consultor en estrategia, seguridad nacional y administración pública.