Gerardo Herrera Huizar

Tan solo un año más

A menos de un año de que concluya la administración, salvo el avance cuestionado de las obras emblemáticas, aún se mantiene la incertidumbre sobre la realidad de la transformación.

Entramos a la recta final de la aventura regeneradora de la vida pública del México contemporáneo, que constituyó la plataforma política-electoral del movimiento que, tras un largo y accidentado derrotero, logró hacerse del poder presidencial y empujar, con un muy peculiar estilo de gobernar, transformaciones, particularmente en los modos de hacer política.

Todo indica que, en la última milla del sexenio, tratarán de consolidarse las bases de la transformación que ya, desde Palacio, se han dado por sentadas, pero que aún falta por saber, a ciencia cierta, en qué consisten y cuál será el impacto real que tendrán en los años por venir, en lo político, en lo social y en lo económico.

En un ambiente altamente polarizado, con una abierta campaña electoral adelantada, la administración vierte cifras optimistas sobre los logros obtenidos, que en muchos casos parecen no corresponder con la realidad cotidiana: el combate a la corrupción; la reducción de la pobreza; el combate a la inseguridad, que fueron pilares de la plataforma de campaña, siguen siendo temas principalísimos en las preocupaciones ciudadanas, en donde no se percibe alguna solución concreta.

Aunque el discurso alude, recurrentemente, a las transformaciones sustanciales que ha impulsado el gobierno en turno, haciendo referencia a las malas prácticas de los gobiernos del pasado, de la llamada mafia del poder, los escándalos y señalamientos hacia personajes públicos del o ligados actualmente al poder, empañan la certidumbre sobre la veracidad de las afirmaciones.

La violencia criminal se ha incentivado y, quizá sea coincidencia, de manera paralela al arranque adelantado de los procesos electorales. Las bandas delictivas expanden su control a territorios otrora pacíficos con una libertad de acción nunca antes vista, con cada vez mayor capacidad de fuego y de abiertos desafíos al Estado.

El tema de las drogas, particularmente del fentanilo, provoca tensiones con el gobierno de los Estados Unidos, que suben de tono por los efectos que la ola migratoria está generando en la frontera entre ambos países. La reciente visita a México de la delegación estadounidense, integrada por dignatarios de primer nivel, refleja la importancia que el gobierno del vecino del norte concede al complejo problema y, desde luego, a la actitud asumida por el gobierno mexicano para atenderlo con eficacia.

Más allá de los comunicados públicos sobre los temas tratados, no se sabe el contenido profundo de la agenda, ni el tono de las reuniones privadas, pero no es muy difícil imaginarlo.

A menos de un año de que concluya la administración, salvo el avance cuestionado de las obras emblemáticas del gobierno, aún se mantiene la incertidumbre sobre la realidad de la transformación.

La próxima elección será un plebiscito sobre la continuidad o el cambio y todo señala la disposición de poner toda la carne al fuego para conservar el poder.

El autor es catedrático, analista político, consultor en estrategia, seguridad nacional y administración pública.

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